Archive for 2012
El año que quieres
Cerremos los ojos por un momento y dejemos volar a la imaginación. Pensemos que se ha presentado ante nosotros un ser mágico como un hada o un genio que nos promete hacer realidad todos nuestros deseos. No podemos dejar pasar la oportunidad, ¿verdad?. Que fantástico sería que eso fuese real ¡Pues lo es!. Todos nosotros llevamos dentro a ese genio o esa hada capaz de transformar nuestros sueños en realidad.
El nuevo año que inauguraremos en breves horas es el momento, ese golpe de suerte que siempre estamos llorando que llegue, sí, gracias a él hemos encontrado la lámpara mágica que tanto tiempo llevamos buscando. Pero se trata de una lámpara algo especial, no porque tenga una forma diferente a la de los genios de "Las mil y una noche" o "Simbad el Marino", sino porque si la frotamos saldrá un genio que misteriorsamente, es idéntico a nosotros. ¿Un fraude? Todo lo contrario.
Nosotros poseémos todo el poder necesario para convertir en real nuestros sueños y lo único que tenemos que hacer es querer hacerlo. Todos, absolutamente todos tenemos dentro la palanca para poner en marcha lo que deseámos.
Miremos cara a cara a ese genio que ha salido de la lámpara, reconozcamonos en el brillo intenso de sus ojos nuestra constancia y esfuerzo, reconozcamos en sus manos que son nuestras manos la habilidad para hacer cosas que no pensabamos ser capaces de hacer, en su corazón la pasión y entrega que es nuestra pasión y entrega, que esa sonrisa y felicidad que dibujan sus labios no deja de ser la sonrisa y la felicidad que está en los nuestros.
Nosotros somos el motor de nuestro cambio, la semilla del fruto que deseamos recoger, está en nosotros, está en nuestro "compropiomiso", ponte en marcha, levántate, emprende y disfruta del camino.
El nuevo año que inauguraremos en breves horas es el momento, ese golpe de suerte que siempre estamos llorando que llegue, sí, gracias a él hemos encontrado la lámpara mágica que tanto tiempo llevamos buscando. Pero se trata de una lámpara algo especial, no porque tenga una forma diferente a la de los genios de "Las mil y una noche" o "Simbad el Marino", sino porque si la frotamos saldrá un genio que misteriorsamente, es idéntico a nosotros. ¿Un fraude? Todo lo contrario.
Nosotros poseémos todo el poder necesario para convertir en real nuestros sueños y lo único que tenemos que hacer es querer hacerlo. Todos, absolutamente todos tenemos dentro la palanca para poner en marcha lo que deseámos.
Miremos cara a cara a ese genio que ha salido de la lámpara, reconozcamonos en el brillo intenso de sus ojos nuestra constancia y esfuerzo, reconozcamos en sus manos que son nuestras manos la habilidad para hacer cosas que no pensabamos ser capaces de hacer, en su corazón la pasión y entrega que es nuestra pasión y entrega, que esa sonrisa y felicidad que dibujan sus labios no deja de ser la sonrisa y la felicidad que está en los nuestros.
Nosotros somos el motor de nuestro cambio, la semilla del fruto que deseamos recoger, está en nosotros, está en nuestro "compropiomiso", ponte en marcha, levántate, emprende y disfruta del camino.
diciembre 31, 2012
Posted by Alberto Fernández
Citas y reflexiones para un año nuevo
"Si hay algo constante, es la quejumbre de todos los tiempos acerca de la inmoralidad dominante, por comparación con las épocas anteriores. Esto hace pensar que se trata de un reiterado espejismo, que lleva a abultar los males presentes e idealizar lo pretérito."
Julián Marías, filósofo español.
"Lloraba porque no tenía zapatos hasta que vi un hombre que no tenía pies."
Proverbio persa
"Somos tan imprudentes que vagamos por tiempos que no son nuestros y no pensamos en el único que nos pertenece. Que cada uno examine sus pensamientos. Los hallará todos ocupados en el pasado o en el futuro."
Blasie Pascal, filósofo y científico francés.
"Haz acopio de aquellas cosas que dependen únicamente de ti: sinceridad, dignidad, fortaleza, bondad, libertad, sencillez, seriedad en los propósitos, grandeza de ánimo."
Marco Aurelio, emperador romano.
"Pensar es fácil, actuar es difícil. Actuar de acuerdo con lo que se piensa es lo más difícil que hay en el mundo."
Goethe, escritor alemán
"El río había aprendido que lo importante en la vida es ser fiel, es permanecer, perseverar, es tener esperanza, es saber comenzar siempre. Dentro de sí, en la zona más silenciosa de su ser, le surgía la vida, le nacía un mamantial."
Santiago Ramón y Cajal, científico español. Parábola del Río Mazariegos.
"Si tienes las antenas bajadas y tu espíritu está cubierto por las nieves del escepticismo y el hielo del pesimismo, te has hecho viejo aunque tengas veinte años."
Konosuke Matsushita, filósofo y empresario japonés.
La triada del éxito: Acción, Cuidado y Respeto.
Existen multitud de definiciones para la palabra éxito y la misma cantidad de fórmulas para alcanzarlo. Uno no tiene más que acercarse a internet y comprobrar la ingente información que podemos encontrar sobre liderazgo, management o logro de objetivos.
Yo era uno de esos que no paraba de buscar y bucar, intentando encontrar el artículo, el libro o el ensayo oportuno que me abriése los ojos sobre como alcanzar el éxito, y por ende, ofrecerme uno de esos trucos fantásticos para lograrlo. Pero entre ustedes y yo, no funcionaban. ¿Por qué?
Antes no era capaz de dar una respuesta a esa pregunta, pero un buen día, asistiendo a un seminario organizado por Escuela de Inteligencia, comprendí que no resultaban útiles porque no partían de la pregunta adecuada. La mayoría de las soluciones se encuadraban en respuestas que daban contestación a preguntas del tipo: "¿quieres ser un hombre de éxito?", "¿quieres que tu empresa triunfe?", "¿harto de fracasar?". Eran cuestiones a las que solo podía existir una respuesta evidente, "sí", y nada más contestarnos algo que ya sabíamos, nos lanzaban una serie de herramientas para que lo lográramos.
La pregunta que cambio mi percepción del tema, de hecho, la que provocó un cambio en mi forma de entender ya no el mundo de la empresa, sino mi propia vida era.... ¿PARA QUÉ TE LEVENTAS TODAS LAS MAÑANAS?.
En un primer momento, puede parecer una cuestión fácil de responder, pero no debemos dejarnos caer en el juego de las respuestas instrumentales del tipo "para pagar las facturas", "para trabajar", "para sacarme una carrera". Estar al día de nuestras deudas, acudir a nuestro puesto laboral o estudiar para lograr un título no nos obligan a levantarnos, son los pasos que debemos realizar en muchos casos para dar respuesta a la verdadera contestación a la pregunta. Evidentemente, cada uno tendrá la suya, pero debemos darnos una que de verdad sea un fin, no un objetivo o una meta. Las sutilizas son mínimas, pero tremendamente importantes.
Una vez que tenemos una contestación, podemos pasar a ver lo que aprendí en la Escuela de Inteligencia y yo llamo la triada del éxito:
Las tres ideas fuerza anteriores están íntimamente relacionadas a la pregunta que centra todo nuestro proceso, el ¿para qué...?. Ya que una vez dada la contestación:
La ventaja de la triada del éxito no es su gran utilidad a nivel personal, sino que también supone una magnífica forma de lograr los objetivos de entes mayores, como por ejemplo una empresa. Ya que una compañía también debe dar respuesta a esa pregunta que está centralizando todo el artículo. Mucha empresas han olvidado por completo cual era su objetivo en el momento de su fundación y la gran mayoría de ellas, lo han desvirtuado e incluso ignorado, perdiendo parte de su auténtica esencia.
Yo era uno de esos que no paraba de buscar y bucar, intentando encontrar el artículo, el libro o el ensayo oportuno que me abriése los ojos sobre como alcanzar el éxito, y por ende, ofrecerme uno de esos trucos fantásticos para lograrlo. Pero entre ustedes y yo, no funcionaban. ¿Por qué?
Antes no era capaz de dar una respuesta a esa pregunta, pero un buen día, asistiendo a un seminario organizado por Escuela de Inteligencia, comprendí que no resultaban útiles porque no partían de la pregunta adecuada. La mayoría de las soluciones se encuadraban en respuestas que daban contestación a preguntas del tipo: "¿quieres ser un hombre de éxito?", "¿quieres que tu empresa triunfe?", "¿harto de fracasar?". Eran cuestiones a las que solo podía existir una respuesta evidente, "sí", y nada más contestarnos algo que ya sabíamos, nos lanzaban una serie de herramientas para que lo lográramos.
La pregunta que cambio mi percepción del tema, de hecho, la que provocó un cambio en mi forma de entender ya no el mundo de la empresa, sino mi propia vida era.... ¿PARA QUÉ TE LEVENTAS TODAS LAS MAÑANAS?.
En un primer momento, puede parecer una cuestión fácil de responder, pero no debemos dejarnos caer en el juego de las respuestas instrumentales del tipo "para pagar las facturas", "para trabajar", "para sacarme una carrera". Estar al día de nuestras deudas, acudir a nuestro puesto laboral o estudiar para lograr un título no nos obligan a levantarnos, son los pasos que debemos realizar en muchos casos para dar respuesta a la verdadera contestación a la pregunta. Evidentemente, cada uno tendrá la suya, pero debemos darnos una que de verdad sea un fin, no un objetivo o una meta. Las sutilizas son mínimas, pero tremendamente importantes.
Una vez que tenemos una contestación, podemos pasar a ver lo que aprendí en la Escuela de Inteligencia y yo llamo la triada del éxito:
Las tres ideas fuerza anteriores están íntimamente relacionadas a la pregunta que centra todo nuestro proceso, el ¿para qué...?. Ya que una vez dada la contestación:
- La idea fuerza de la acción nos recuerda que todos los actos que hagamos a partir de entonces, deben acercarnos a dicha respuesta. Se trata de poner en práctica todos los comportamientos que necesitamos para avanzar y descartar todos aquellos que nos hagan retroceder.
- El cuidado, nos dice que para lograr lo deseado, debemos cuidarnos. También nos recuerda que es muy difícil cuidar a los demás, si antes no lo hacemos con nosotros mismos.
- Por último, el respeto nos marca el límite que debe guiar nuestras acciones, no todo vale para alcanzar nuestra meta, se trata de no hacernos daño ni hacerlo a los demás.
La ventaja de la triada del éxito no es su gran utilidad a nivel personal, sino que también supone una magnífica forma de lograr los objetivos de entes mayores, como por ejemplo una empresa. Ya que una compañía también debe dar respuesta a esa pregunta que está centralizando todo el artículo. Mucha empresas han olvidado por completo cual era su objetivo en el momento de su fundación y la gran mayoría de ellas, lo han desvirtuado e incluso ignorado, perdiendo parte de su auténtica esencia.
Sin embargo, para que esta herramienta funcione a nivel empresarial, debe cumplirse un requisito de equilibrio fundamental, sus directivos deben ser capaces de aplicar a nivel personal, la triada del éxito. Solo si los responsables han interiorizado de verdad esas ideas fuerza, serán capaces de dotar a la compañía e interiorizar en el alma de la misma, la acción, el cuidado y el respeto. Al fin y al cabo, como nos enseñó el profesor Covey, es muy difícil, por no decir imposible, lograr victorias públicas sin antes habar logrando victorias privadas.
diciembre 20, 2012
Posted by Alberto Fernández
Firmas Smart (I): Tiempo de innovación sobrevenida
Comenzamos en Smartrategy una nueva sección donde recogeremos artículos que destilen una forma diferente de entender la empresa y el mundo, esa visión inteligente, esa mirada smartrategy.
Estamos en tiempos de transformación, zarandeados por los cambios y con una sensación de impotencia que amenaza con llevarse por delante el capital emocional que teníamos acumulado como sociedad, como empresas y como personas. La incertidumbre nos ofrece su cara menos amable y cada vez nos sentimos más desarmados ante ella. En un contexto de ruido, bronca y declaraciones altisonantes nos cuesta encontrar el camino para, de verdad, tomar algo la iniciativa.
Estamos en tiempos de transformación, zarandeados por los cambios y con una sensación de impotencia que amenaza con llevarse por delante el capital emocional que teníamos acumulado como sociedad, como empresas y como personas. La incertidumbre nos ofrece su cara menos amable y cada vez nos sentimos más desarmados ante ella. En un contexto de ruido, bronca y declaraciones altisonantes nos cuesta encontrar el camino para, de verdad, tomar algo la iniciativa.
Son tiempos de innovación. Sí, de
innovación. Una innovación sobrevenida, que nos viene encima, y que nos hace
sentirnos más objeto que sujeto de la misma. Es lo que tiene la innovación, que
quieras tú o no lo quieras, ésta se produce. Todos somos agentes de la innovación,
activos o pasivos, pero agentes de la innovación.
Cuando se produce un cambio de la
magnitud que estamos sufirnedo, el riesgo de vernos permanentemente superados
por las circunstancias, es evidente. Todo el capital emocional que una
organización tiene corre el riesgo de desaparecer tras el continuo golpeteo de
cirscuntancias externas que se le imponen. Surge la desconfianza, la
desesperanza y el desconsuelo y la organnización, perdida su alma y su fuerza
emocional, tiende a caer en el desánimo y corre el riesgo de desaparecer.
Una innovación sobrevenida es algo
que se nos impone, y por eso nos pilla siempre menos preparados. Qué diferente
es la situación cuando se trata de una innovación anticipada, en la que somos
más agentes activos que pasivos. Una innovación anticipada responde a una
cultura de innovación entendida como un proceso. Una cultura que hace de la
innovación algo estratégico y no puramente operativo. Es una cultura de la
anticipación, que también tiene sus riesgos, pero que permite activar mucho más
el capital emocional de toda la organización.
Es evidente que las circunstancias
nos han pillado con el paso cambiado, pero no podemos permitirnos el lujo de la
pura resignación, porque eso acabaría con nuestras posibilidades de futuro. Da
la sensación de que estamos deambulando por el cuadritátero como el boxeador al
borde del K.O.
¿Cuál es la actitud que debemos
adoptar? Necesitamos buscar dentro de nosotros las fuerzas que todavía tenemos.
Buscar dentro el punto de apoyo para aguantar el tirón y empezar a darle la
vuelta a la situación. Necesitamos activar el capital emocional que nos queda
para parar el golpe pensar en empezar a
tomar la iniciativa.
Y esto tiene que ver con los valores
que necesitamos recuperar. Son unos valores que hablan de trabajo duro, del
gusto por las cosas bien hechas, de la austeridad y la solidaridad. También
hablan de trabajar en equipo, de tomar la iniciativa, aunque entrañe riesgos y
perseverar.
Tenemos que ser flexibles para
adaptarnos a los cambios que no hemos sido capaces de anticipar y, por eso, nos
va a resultar especialmente duro el tránsito, y tenemos que empezar a construir
la nueva cultura de la innovación anticipada. Pensar en el plazo inmediato,
pero construir las bases del futuro. Es el reto de las situaciones de crisis
como la actual. Para eso, trabajar los valores es clave. Y también activar la
cooperación, una cooperación activa. Los valores y la cooperación son
fundamentales para recuperar el capital emocional. Pero, ¿cómo lo hacemos? El
liderazgo es la respuesta. Es la llave para activar la cooperación y recuperar
los valores. Necesitamos un liderazgo práctico, que busque soluciones, que
actúe. Necesitamos un liderazgo de los hacedores. Tenemos que huir de frases
grandilocuentes y hacer. Menos palabras y más hechos. Afrontar los problemas y
darles soluciones. Y necesitamos hacerlo rápido, porque en todo esto el tiempo
vuelve a ser fundamental.
El liderazgo de los hacedores es un
liderazgo que pone fuerzas en marcha. Necesitamos poner fuerzas en marcha más
que vender soluciones mágicas que, desafortunadamente no existen. El peligro de
la superficialidad en el que ha caído nuestra sociedad lleva a la exigencia de
soluciones inmediatas, concretas y que, además, no cuestan esfuerzo. Pro ese
camino no tenemos nada que hacer. El camino es otro. Como decía Antoine de
Saint-Exupéry: “En la vida no hay soluciones, sino fuerzas en marcha. Es
preciso crearlas y las soluciones vienen.”
Por último, el liderazgo de los
hacedores tiene que activar el espíritu de lucha y combatir la desesperanza.
Son tiempos duros, tiempos de innovación sobrevenida. Pero no nos podemos
permitir el lujo de dejarnos llevar, porque como decía el poeta Miguel
Hernández: “Quien se para a llorar, quien se lamenta contra la piedra hostil
del desaliento, quien se pone a otra cosa que no sea el combate, no será
vencedor, será un vencido lento.” No debemos olvidar que nuestra respuesta en
el presente condicionará nuestro futuro. Un futuro en el que las fuerzas en
marcha nos hagan protagonistas de tiempos de innovación, pero de innovación
anticipada.
diciembre 11, 2012
Posted by Alberto Fernández
diciembre 03, 2012
Posted by Alberto Fernández
Fideliza que algo queda. Truco I
He aquí el primero de diez trucos para logar fidelizar a tus clientes. Recuerda que la acción de fidelizar es siempre más beneficiosa y menos costosa que conseguir nuevos clientes.
CONECTA CON SUS EMOCIONES
noviembre 28, 2012
Posted by Alberto Fernández
Apunta tu empresa al gimnasio: la metodología LEAN
¿Está tu empresa en forma?, ¿es capaz de enfrentarse en la carrera diaria con la competencia? o por el contrario, los michelines la adornan por doquier y cualquier simple movimiento la fatiga. Tranquilo, si cada vez que tienes que vestirla con los resultados anuales, te ves obligado a meter tripa para poder entrar, haz con ella como cualquier hijo de vecino, apúntala al gimnasio.
Ahora que estás inscrito toca decidirse, ¿pilates?, ¿GAP?, ¿spinning?, ¿fitness?... nada de eso, lo que tu rechoncha empresa necesita es la metodología LEAN, que aunque tenga el nombre de dieta milagro o fabuloso producto de teletienda del tipo adelgaza sin sufrir, se trata de toda una filosofía de management capaz transformar tu negocio en una compañía esbelta y ágil.
Comenzemos por el principio, ¿qué diablos es eso de LEAN?. Bueno, hagamos un poco de historia. Acabada la IIª Guerra Mundial, dos japones coinciden en Toyota, son Tiaiichi Ohno y Shigeo Shingo. El primero sobre todo, se dio cuenta que la compañía japonesa no era suficientemente ágil para responder a la situación que el mercado sufría en aquel momento, sobre todo caracterizado por una baja demanda. Ohno se percató que la metodología de moda en aquel entonces, la cadena de montaje de Ford, no se adaptaba a las necesidades que Toyota requería.
Pensando y buscando, Ohno junto con Shingo desarrollaron lo hoy en día se conoce como "Sistema de Producción Toyota", que explicado de forma resumida busca reducir al mínimo lo que sus creadores llamaron MUDA o despilfarros en castellano, lo cual necesita como pilar fundamental la implantación de un modelo JIT o "Just In Time". Llegada la crisis de los 70, Toyota muestra una resistencia a la misma increíble, manteniendo unos beneficios que eran la invidia de empresas e incluso gobiernos.
En los 80, los norteamericanos comienzan a darse cuenta de que los japoneses les están borrando del mapa automovilístico e industrial. Dos estudiantes, James Womack y Daniel T. Jones, tras una temporada en el Japón, publican Lean Thinking, una recopilación de las metodologías japonesas que estaban suponiendo una auténtica estrategia ganadora para los nipones. Por primera vez, los occidentales comienzan a descubrir las maravillas del Sistema de Producción de Toyota, el Just in Time, el Poka-Yoke y la visión Kaizen o mejora continua.
Después de esta bonita historia, ¿estás preparado para conocer tu plan de entrenamiento? Pues vamos allá. Todo lo que supone implantar una metodología LEAN, podría resumirse en la frase de Henry Royce: “Todo el tiempo que se está trabajando con el producto se añade a su COSTE, pero no necesariamente a su VALOR”.
Bajo la filosofía LEAN, podemos formular la ecuación del trabajo bajo la expresión:
¿Dónde localizar estas mudas? En el Gemba, que es el sitio de trabajo. Se debe estudiar con detalle y conocer perfectamente el cómo y el dónde se realiza la creación de valor para eliminar los desperdicios. Por tanto, se trata de un compromiso global que afecta a toda la empresa, desde la más alta dirección a los empleados, sobre todo a estos últimos, pues son los conocedores de primera mano del proceso de creación del valor. Escucha a tu gente, es el recurso más valioso que tienes. Cree en ellos y delega, otórgales cierto nivel de autocontrol (jidōka) y confía en que si detectan un defecto o problema, sabrán actuar de manera correcta.
Según Womack hay 5 claves en la metodología Lean ha tener en cuenta:
Ahora que estás inscrito toca decidirse, ¿pilates?, ¿GAP?, ¿spinning?, ¿fitness?... nada de eso, lo que tu rechoncha empresa necesita es la metodología LEAN, que aunque tenga el nombre de dieta milagro o fabuloso producto de teletienda del tipo adelgaza sin sufrir, se trata de toda una filosofía de management capaz transformar tu negocio en una compañía esbelta y ágil.
Comenzemos por el principio, ¿qué diablos es eso de LEAN?. Bueno, hagamos un poco de historia. Acabada la IIª Guerra Mundial, dos japones coinciden en Toyota, son Tiaiichi Ohno y Shigeo Shingo. El primero sobre todo, se dio cuenta que la compañía japonesa no era suficientemente ágil para responder a la situación que el mercado sufría en aquel momento, sobre todo caracterizado por una baja demanda. Ohno se percató que la metodología de moda en aquel entonces, la cadena de montaje de Ford, no se adaptaba a las necesidades que Toyota requería.
Pensando y buscando, Ohno junto con Shingo desarrollaron lo hoy en día se conoce como "Sistema de Producción Toyota", que explicado de forma resumida busca reducir al mínimo lo que sus creadores llamaron MUDA o despilfarros en castellano, lo cual necesita como pilar fundamental la implantación de un modelo JIT o "Just In Time". Llegada la crisis de los 70, Toyota muestra una resistencia a la misma increíble, manteniendo unos beneficios que eran la invidia de empresas e incluso gobiernos.
En los 80, los norteamericanos comienzan a darse cuenta de que los japoneses les están borrando del mapa automovilístico e industrial. Dos estudiantes, James Womack y Daniel T. Jones, tras una temporada en el Japón, publican Lean Thinking, una recopilación de las metodologías japonesas que estaban suponiendo una auténtica estrategia ganadora para los nipones. Por primera vez, los occidentales comienzan a descubrir las maravillas del Sistema de Producción de Toyota, el Just in Time, el Poka-Yoke y la visión Kaizen o mejora continua.
Después de esta bonita historia, ¿estás preparado para conocer tu plan de entrenamiento? Pues vamos allá. Todo lo que supone implantar una metodología LEAN, podría resumirse en la frase de Henry Royce: “Todo el tiempo que se está trabajando con el producto se añade a su COSTE, pero no necesariamente a su VALOR”.
Bajo la filosofía LEAN, podemos formular la ecuación del trabajo bajo la expresión:
TRABAJO = VALOR AÑADIDO + PÉRDIDAS
donde el valor añadido es la parte de la ecuación por la cual es cliente está dispuesto a pagar, mientras que las pérdidas son lo que incrementa los plazos, los costes y reduce la calidad. ¿Cuántas veces has tenido la sensación de estar trabajando más en el lado de las pérdidas, que en la del valor añadido? Pues esa parte de tu fórmula es lo que la metodología LEAN intenta eliminar.
A esas pérdidas los japoneses le llaman MUDA o DESPERDICIO, que se puede definir como toda actividad o consumo de recursos que no aporta valor al producto. Identifican siete mudas:
- Defectos: Aquellas taras de calidad que se producen en los productos que escapan al lugar donde se ha realizado.
- Sobreproducción: Producir sin tener en cuenta la demanda. Por ejemplo, hacer más barras de pan de las que sabemos que podemos vender.
- Existencias. La acumulación de material innecesario en stock que no está siendo usado ni será usado a corto plazo.
- Sobreprocesamiento o procesamiento innecesario. Procesos inadecuados que no aportan nada a la elaboración del producto o servicio.
- Movimientos de personal no necesarios. Mala asignación de tareas, mala ubicación del emplado en el proceso productivo.
- Transporte de producto innecesario. Distribución inadecuada de la planta.
- Esperas de materiales o puestos de trabajo por cualquier motivo.
¿Dónde localizar estas mudas? En el Gemba, que es el sitio de trabajo. Se debe estudiar con detalle y conocer perfectamente el cómo y el dónde se realiza la creación de valor para eliminar los desperdicios. Por tanto, se trata de un compromiso global que afecta a toda la empresa, desde la más alta dirección a los empleados, sobre todo a estos últimos, pues son los conocedores de primera mano del proceso de creación del valor. Escucha a tu gente, es el recurso más valioso que tienes. Cree en ellos y delega, otórgales cierto nivel de autocontrol (jidōka) y confía en que si detectan un defecto o problema, sabrán actuar de manera correcta.
Según Womack hay 5 claves en la metodología Lean ha tener en cuenta:
Especificar con precisión el concepto de valor: Aquello por lo que el cliente está dispuesto a pagar, desde un producto a un servicio.
Identificar el flujo de valor para cada producto/servicio: el proceso necesario para que el valor sea una realidad. Habrá procesos que no aporten al valor pero sin los cuales no puede realizarse, son los muda o desperdicios tipo 1 y no pueden eliminare. Habrá otros que no sean indispensables y no generen nada al valor, son los muda o desperdicios tipo 2 y deben ser eliminados del flujo del valor.
Hacer que el valor fluya sin interrupciones, siempre que alguien lo solicite: Todas las actividades de la empresa deben estar en función del valor, no en función de cada departamento.
Dejar que el consumidor atraiga hacia sí (pull) el valor precedente de nosotros: Conocer al cliente y sus demandas, hacerle partícipe del proceso para venderle el valor que quiere, en el momento que lo desea, dónde lo necesite y a un coste determinado. No hacemos para dar, sino que respondemos a una petición de valor.
Perseguir la perfección: La organización al completo debe ser regida bajo una clara mentalidad de mejora continua o kaizen. Tu valor debe cumplir unas exigencias de calidad y cualquier valor por debajo de ese nivel, es un veneno para la empresa. Considera la gestión de la calidad como una parte más de toda la compañía, como el agua que se va filtrando y mojando poco a poco toda tu empresa.Y al igual que en el gimnasio:
- ¡SIMPLEMENTE HAZLO! APRENDE DURANTE EL CAMINO
- NO EXIJAS LA PERFECCIÓN, EQUIVOCATE EN LA DIRECCIÓN CORRECTA
- Y RECUERDA QUE UN 50% HOY ES MEJOR QUE UN 90% MAÑANA
octubre 23, 2012
Posted by Alberto Fernández
La alegre belleza de lo cotidiano: introdución a una estética de las emociones
La Estética es una rama independiente de la filosofía que comenzó a tomar forma a partir del siglo XVIII, momento en que se separa de la metafísica. Fue el filósofo alemán alemán Alexander Baumgarten, en su obra Reflexiones filosóficas acerca de la poesía (1735), donde se introdujo por primera vez el término. Si bien es cierto que ya desde Platón y Aristóteles la filosofía mostraba una preocupación por definir lo bello, la Estética intenta ir más allá del estudio de la belleza, abarcando también lo feo, lo cómico o lo trágico. La palabra deriva de las voces griegas αἰσθητική (aisthetikê) «sensación, percepción», de αἴσθησις (aisthesis) «sensación, sensibilidad», e -ικά (ica) «relativo a».
Personalmente, una de las teorías estéticas que más que atrae es la expuesta por el filósofo alemán y discípulo de Hegel, Karl Rosenkranz, recogida es su obra Estética de lo feo (1853). En ella, define la belleza como lo espontáneo y lo libre, mientras que la fealdad es entendida como la falta de natauralidad, de gracia y libertad.
La belleza surge, por lo general, de la contraposición entre la belleza sublime y la belleza placentera. Lo bello sublime tiene como principal rasgo la infinitud, mientras que lo bello placentero es la finitud. La belleza como tal no es ni infinita ni finita, sino que comparte naturaleza con ambos rasgos. Podemos concluir por lo tanto, que lo bello se halla en el camino entre lo infinito y lo finito, sin ser lo uno ni lo otro.
Ello puede servirnos para demostrar que también hay belleza en lo cotidiano de nuestras vidad,tanto a nivel privado como público. Y esta belleza de lo cotidiano no es otra cosa más que la felicidad. Nuestra vida será bella si somos felices, aunque la ausencia de ella en algunos momentos no significa que nuestra existencia no pueda catalogarse como bella.
Si entendemos lo bello infinito como el recuerdo y lo bello finito como el mero goce, tendremos que la belleza está entre el recuerdo y el mero goce temporal de nuestros hechos. Ese lugar es la experiencia, entendida ésta como " circunstancia o acontecimiento vivido por una persona.", que es la definición que da el Diccionario de la Real Academia de la Lengua en su cuarta acepción. Para entender mejor el concepto de experiencia en este contexto, es necesario ahondar un poco más en lo sublime y lo placentero.
Como ya he señalado lo sublime es lo infinito, el recuerdo, es el estado de nuestra vida guiada en lo vivido, en el pasado que revivimos una y otra vez y nos esforzamos en que permanezca. Al otro lado está lo finito, lo placentero, el goce, el estado de nuestra existencia que nos lleva por un camino completamente hedonista, una vida centrada únicamente en el corto plazo, en el momento, el instante, en el presente tirano que no el ahora fecundo. Sin embargo, debemos recordar que la alegría, la belleza, se encuentra entre el camino de ambas, es decir, entre lo infinito y lo finito, el recuerdo y el goce. Y ese camino, ese lugar es la experiencia.
La experiencia es un estado vital que no vive supeditado ni al recuerdo ni al goce, pues se nutre de ambos. La experiencia es en parte recuerdo, porque una vez vivida, nos produce emociones, tanto positivas como negativas, no por el mero hecho de recordarla, sino por haberla experimentado. Por tanto, la experiencia nos motiva a seguir acumulando más experiencias, es pro-activa, mientras que el recuerdo es pasivo, nos instala en la quietud del pensamiento. La experiencia es en parte goce, pero un goce que va más allá del ya, pues los sentimientos y emociones que produce en el instante que la vivimos desaparecen pero se proyectan al futuro, todo lo contrario al mero goce, cuyos estados sentimentales y emocionales mueren una vez hemos vivido el acontecimiento.
Para convertir nuestra vida en algo bello, es decir, en algo feliz, es necesario que la llenemos de experiencias, no de recuerdos o goces. La experiencia es lo único que nos está permitido atesorar y acumular, es lo único que podemos transportar sin aportar peso a nuestra marcha, pues ni nos ata definitivamente al pasado ni nos vuelve esclavos de un presente ciego. Si quieres ser feliz, recolecta experiencias.
Personalmente, una de las teorías estéticas que más que atrae es la expuesta por el filósofo alemán y discípulo de Hegel, Karl Rosenkranz, recogida es su obra Estética de lo feo (1853). En ella, define la belleza como lo espontáneo y lo libre, mientras que la fealdad es entendida como la falta de natauralidad, de gracia y libertad.
La belleza surge, por lo general, de la contraposición entre la belleza sublime y la belleza placentera. Lo bello sublime tiene como principal rasgo la infinitud, mientras que lo bello placentero es la finitud. La belleza como tal no es ni infinita ni finita, sino que comparte naturaleza con ambos rasgos. Podemos concluir por lo tanto, que lo bello se halla en el camino entre lo infinito y lo finito, sin ser lo uno ni lo otro.
Ello puede servirnos para demostrar que también hay belleza en lo cotidiano de nuestras vidad,tanto a nivel privado como público. Y esta belleza de lo cotidiano no es otra cosa más que la felicidad. Nuestra vida será bella si somos felices, aunque la ausencia de ella en algunos momentos no significa que nuestra existencia no pueda catalogarse como bella.
Si entendemos lo bello infinito como el recuerdo y lo bello finito como el mero goce, tendremos que la belleza está entre el recuerdo y el mero goce temporal de nuestros hechos. Ese lugar es la experiencia, entendida ésta como " circunstancia o acontecimiento vivido por una persona.", que es la definición que da el Diccionario de la Real Academia de la Lengua en su cuarta acepción. Para entender mejor el concepto de experiencia en este contexto, es necesario ahondar un poco más en lo sublime y lo placentero.
Como ya he señalado lo sublime es lo infinito, el recuerdo, es el estado de nuestra vida guiada en lo vivido, en el pasado que revivimos una y otra vez y nos esforzamos en que permanezca. Al otro lado está lo finito, lo placentero, el goce, el estado de nuestra existencia que nos lleva por un camino completamente hedonista, una vida centrada únicamente en el corto plazo, en el momento, el instante, en el presente tirano que no el ahora fecundo. Sin embargo, debemos recordar que la alegría, la belleza, se encuentra entre el camino de ambas, es decir, entre lo infinito y lo finito, el recuerdo y el goce. Y ese camino, ese lugar es la experiencia.
La experiencia es un estado vital que no vive supeditado ni al recuerdo ni al goce, pues se nutre de ambos. La experiencia es en parte recuerdo, porque una vez vivida, nos produce emociones, tanto positivas como negativas, no por el mero hecho de recordarla, sino por haberla experimentado. Por tanto, la experiencia nos motiva a seguir acumulando más experiencias, es pro-activa, mientras que el recuerdo es pasivo, nos instala en la quietud del pensamiento. La experiencia es en parte goce, pero un goce que va más allá del ya, pues los sentimientos y emociones que produce en el instante que la vivimos desaparecen pero se proyectan al futuro, todo lo contrario al mero goce, cuyos estados sentimentales y emocionales mueren una vez hemos vivido el acontecimiento.
Para convertir nuestra vida en algo bello, es decir, en algo feliz, es necesario que la llenemos de experiencias, no de recuerdos o goces. La experiencia es lo único que nos está permitido atesorar y acumular, es lo único que podemos transportar sin aportar peso a nuestra marcha, pues ni nos ata definitivamente al pasado ni nos vuelve esclavos de un presente ciego. Si quieres ser feliz, recolecta experiencias.
septiembre 29, 2012
Posted by Alberto Fernández
septiembre 21, 2012
Posted by Alberto Fernández
septiembre 15, 2012
Posted by Alberto Fernández
Los dados con los que juegas tu vida
¿Alguna vez te has preguntado por qué unas pocas personas parecen que
tienen más suerte?, como si jugasen con algún tipo de ventaja en el
tablero de la vida. Pues lo hacen, pero no se trata de ningún vil truco
malévolo (si exceptuamos a los delincuentes), lo único que tienen es que
juegan con un dado de seis caras, mientras que otros lo hacen
únicamente con uno roto.
El dado que permite el éxito en la vida, como todo dado de seis caras, no deja de ser un cubo que se forma a partir de la unión de dos cuadrados. El primero de ellos es el cuadrado de lo intrapersonal, es decir, aquello que atañe a nuestro interior, a la relación que nosotros mantenemos con nosotros mismos. El segundo cuadrado es lo interpersonal, o todo lo que tiene que ver con cómo nos relacionamos con los demás.
La mayoría de nosotros jugamos con dados estropeados, bien porque solo tienen un cuadrado de los dos o, porque hacemos un mix extraño de cualidades de uno u otro cuadrado. Sin embargo, para lograr avanzar las casillas de este juego vital con una sonrisa en la cara, es necesario tener ambas partes en perfecto estado.
Muchos conocemos casos de personas que tienen un gran éxito en su relación con los demás, sin embargo, son personas autodestructivas consigo mismas. Y también sabemos de personas que tienen una fortaleza interior asombrosa, pero en sus relaciones sociales son un auténtico desastre. Pero ambos casos, comparten una situación en común, la infelicidad. Es cierto que pueden darse casos de personas que pueden tener un cuadrado solo bien potenciado y ser felices, como por ejemplo un ermitaño. Sin embargo, resulta difícil encontrar una persona que sea feliz solo con el cuadrado interpersonal, ello es así porque las victorias públicas vienen precedidas de las victorias privadas, como bien indica el Dr. Stephen R. Covey en su libro Los 7 hábitos de la gente altamente efectiva.
Este artículo toma la idea expuesta por el profesor Covey en el mencionado libro sobre las victorias privadas y públicas, pero se centra no en los hábitos, sino en las cualidades que toda persona debe dominar primero antes de adquirir dichos hábitos. Cualidades que tienen una parte personal y otra parte social, ambas las cuales deben ser totalmente interiorizadas y fomentadas para poder emprender posteriormente, el aprendizaje de los siete hábitos expuestos en la obra del fallecido Sr. Covey.
Estas cualidades son la honestidad, la fidelidad, la fuerza de voluntad y la afectividad que como ya hemos expuesto, tienen un lado intrapersonal y otro lado interpersonal, que juntos forman un cubo gracias a las aristas que yo llamo "diversión-resiliencia".
La honestidad, según la Wikipedia, es "una cualidad humana que consiste en comprometerse y expresarse con coherencia y autenticidad (decir la verdad), de acuerdo con los valores de verdad y justicia. Se trata de vivir de acuerdo a como se piensa y se siente." De forma sencilla podemos decir que se trata de no mentirse a un mismo ni mentir a los demás, de establecer una coherencia entre nuestros pensamientos y nuestros actos. Trabajar la honestidad implica conocer lo que nos motiva, nos mueve, nos impulsa a comportarnos como lo hacemos y ver si esa acción, es coincidente con lo que realmente sentimos que debemos hacer. La victoria privada de no engañarse a uno mismo es vital para no acabar engañando a los demás.
La fidelidad es la cualidad humana para dar cumplimiento a las promesas. Si uno se ha comprometido debe ser consecuente y llevar a cabo lo pactado. Una mejor forma de entender esa cualidad es recurrir al término lealtad, pero debemos dejar claro que la lealtad es un valor y no una cualidad, para ser fiel uno debe ser leal. La victoria privada necesita que uno debe ser fiel a si mismo, lo que podría llamarse compromiso propio o "compropiomiso". La victoria pública es llevar a cabo los compromisos adquiridos con los demás.
La voluntad es "la cualidad de los seres humanos [...] que les mueve a hacer cosas de manera intencionada. Es la facultad que permite al ser humano gobernar sus actos, decidir con libertad y optar por un tipo de conducta determinado. La voluntad es el poder de elección con ayuda de la conciencia." Sin fuerza de voluntad, nos quedamos quietos y no somos capaces de avanzar hacia ningún lado.
La afectividad es la cualidad con la cual es ser humano experimenta los cambios que se producen en su yo y su entorno. Se manifiesta a través de las emociones y los sentimientos. Todos nos generamos y generamos esos estados emocionales y sentimentales, reconocerlos y saber tratarlos es fundamental para lograr tanto la victoria privada como la pública. Debemos se capaces de identificar aquellas emociones y sentimientos que nos hacen bien o mal para bien potenciarlos o bien, minimizarlos. De igual modo, tenemos que conocer que estados emocionales y sentimentales provocamos y provocan en nosotros las demás personas para actuar de la misma forma.
Estas cuatro cualidades se unen a través de aristas, denominadas "diversión-resiliencia", pues para lograr el dado que garantice nuestro éxito, necesitamos saber que ambos cuadrados necesitan que los vivamos con diversión, es decir, disfrutando el camino. Pero también sabiendo aguantar y sobreponerse a los golpes del destino, es decir, siendo capaces de aceptar los estados de dolor y sufrimiento y saber sobreponerse a ellos.
Ya tienes tu dado para jugar, ahora solo te queda tirar...
El dado que permite el éxito en la vida, como todo dado de seis caras, no deja de ser un cubo que se forma a partir de la unión de dos cuadrados. El primero de ellos es el cuadrado de lo intrapersonal, es decir, aquello que atañe a nuestro interior, a la relación que nosotros mantenemos con nosotros mismos. El segundo cuadrado es lo interpersonal, o todo lo que tiene que ver con cómo nos relacionamos con los demás.
La mayoría de nosotros jugamos con dados estropeados, bien porque solo tienen un cuadrado de los dos o, porque hacemos un mix extraño de cualidades de uno u otro cuadrado. Sin embargo, para lograr avanzar las casillas de este juego vital con una sonrisa en la cara, es necesario tener ambas partes en perfecto estado.
Muchos conocemos casos de personas que tienen un gran éxito en su relación con los demás, sin embargo, son personas autodestructivas consigo mismas. Y también sabemos de personas que tienen una fortaleza interior asombrosa, pero en sus relaciones sociales son un auténtico desastre. Pero ambos casos, comparten una situación en común, la infelicidad. Es cierto que pueden darse casos de personas que pueden tener un cuadrado solo bien potenciado y ser felices, como por ejemplo un ermitaño. Sin embargo, resulta difícil encontrar una persona que sea feliz solo con el cuadrado interpersonal, ello es así porque las victorias públicas vienen precedidas de las victorias privadas, como bien indica el Dr. Stephen R. Covey en su libro Los 7 hábitos de la gente altamente efectiva.
Este artículo toma la idea expuesta por el profesor Covey en el mencionado libro sobre las victorias privadas y públicas, pero se centra no en los hábitos, sino en las cualidades que toda persona debe dominar primero antes de adquirir dichos hábitos. Cualidades que tienen una parte personal y otra parte social, ambas las cuales deben ser totalmente interiorizadas y fomentadas para poder emprender posteriormente, el aprendizaje de los siete hábitos expuestos en la obra del fallecido Sr. Covey.
Estas cualidades son la honestidad, la fidelidad, la fuerza de voluntad y la afectividad que como ya hemos expuesto, tienen un lado intrapersonal y otro lado interpersonal, que juntos forman un cubo gracias a las aristas que yo llamo "diversión-resiliencia".
La honestidad, según la Wikipedia, es "una cualidad humana que consiste en comprometerse y expresarse con coherencia y autenticidad (decir la verdad), de acuerdo con los valores de verdad y justicia. Se trata de vivir de acuerdo a como se piensa y se siente." De forma sencilla podemos decir que se trata de no mentirse a un mismo ni mentir a los demás, de establecer una coherencia entre nuestros pensamientos y nuestros actos. Trabajar la honestidad implica conocer lo que nos motiva, nos mueve, nos impulsa a comportarnos como lo hacemos y ver si esa acción, es coincidente con lo que realmente sentimos que debemos hacer. La victoria privada de no engañarse a uno mismo es vital para no acabar engañando a los demás.
La fidelidad es la cualidad humana para dar cumplimiento a las promesas. Si uno se ha comprometido debe ser consecuente y llevar a cabo lo pactado. Una mejor forma de entender esa cualidad es recurrir al término lealtad, pero debemos dejar claro que la lealtad es un valor y no una cualidad, para ser fiel uno debe ser leal. La victoria privada necesita que uno debe ser fiel a si mismo, lo que podría llamarse compromiso propio o "compropiomiso". La victoria pública es llevar a cabo los compromisos adquiridos con los demás.
La voluntad es "la cualidad de los seres humanos [...] que les mueve a hacer cosas de manera intencionada. Es la facultad que permite al ser humano gobernar sus actos, decidir con libertad y optar por un tipo de conducta determinado. La voluntad es el poder de elección con ayuda de la conciencia." Sin fuerza de voluntad, nos quedamos quietos y no somos capaces de avanzar hacia ningún lado.
La afectividad es la cualidad con la cual es ser humano experimenta los cambios que se producen en su yo y su entorno. Se manifiesta a través de las emociones y los sentimientos. Todos nos generamos y generamos esos estados emocionales y sentimentales, reconocerlos y saber tratarlos es fundamental para lograr tanto la victoria privada como la pública. Debemos se capaces de identificar aquellas emociones y sentimientos que nos hacen bien o mal para bien potenciarlos o bien, minimizarlos. De igual modo, tenemos que conocer que estados emocionales y sentimentales provocamos y provocan en nosotros las demás personas para actuar de la misma forma.
Estas cuatro cualidades se unen a través de aristas, denominadas "diversión-resiliencia", pues para lograr el dado que garantice nuestro éxito, necesitamos saber que ambos cuadrados necesitan que los vivamos con diversión, es decir, disfrutando el camino. Pero también sabiendo aguantar y sobreponerse a los golpes del destino, es decir, siendo capaces de aceptar los estados de dolor y sufrimiento y saber sobreponerse a ellos.
Ya tienes tu dado para jugar, ahora solo te queda tirar...
agosto 27, 2012
Posted by Alberto Fernández
¡Oye mi rugido!
Es la hora de los héroes, es la hora de los constantes, los perseverantes, los que se imponen a las situaciones con pasión y arrojo. No podemos escojer el contexto, pero mientras que los pesimistas lloran por no poder hacer nada y los optimistas, se engañan entre risas de espera por un tiempo mejor, los auténticos valientes entienden que la victoria necesita un ponerse en marcha, la felicidad se encuentra en el camino y el éxito en intentarlo con todas las fuerzas. Tú eres el león.
Eres el héroe de tu vida. Los héroes, al contrario de lo que muchos piensan, no carencen de miedo, eso sólo le ocurre a los inconscientes, sino que se enfrentan a ellos. Si la situación que te rodea es dura, recuerda quién eres y que sabes vencer tus batallas. Acepta el desierto, abrázalo y asume que la travesía será ardua, larga y dolorosa, pero en ella encontrarás la fuerza y la energía que te permitirán salir ganador. Tú eres el león.
No permitas que lo que te rodea gane la guerra de cambiarte, permance fiel a tu yo, a lo que sabes que es la raíz más profunda y rica de tu ser. Deben ser tu tronco y tus ramas llenas de hojas las que se adapten al inverno o al verano, pero tus raices, tu auténtico ser no puede ser devorado por el veneno pútrido del ambiente. Tú eres el león.
No puedes obsequiarte con el lujo de la derrota en tu esencia, de verte reflado en el espejo y no reconocer la imagen que la superficie de cristal pulida te devuelve. Lucha, aguanta, saca fuerzas de flaqueza y deja salir el grito de guerra que te hace único, auténtico, especial, en definitiva, que te hacer ser tú. Tú eres el león.
Alza a lo más alto tu rugido, que se escuche en todo confín de la sabana, tu fuerza, tu ser, tu energía. Que tu orgullo ruja cual león, que todos sientan tu poder, tu luz, tu ser. ¡Oye tu rugido! Tú eres el león.
Eres el héroe de tu vida. Los héroes, al contrario de lo que muchos piensan, no carencen de miedo, eso sólo le ocurre a los inconscientes, sino que se enfrentan a ellos. Si la situación que te rodea es dura, recuerda quién eres y que sabes vencer tus batallas. Acepta el desierto, abrázalo y asume que la travesía será ardua, larga y dolorosa, pero en ella encontrarás la fuerza y la energía que te permitirán salir ganador. Tú eres el león.
No permitas que lo que te rodea gane la guerra de cambiarte, permance fiel a tu yo, a lo que sabes que es la raíz más profunda y rica de tu ser. Deben ser tu tronco y tus ramas llenas de hojas las que se adapten al inverno o al verano, pero tus raices, tu auténtico ser no puede ser devorado por el veneno pútrido del ambiente. Tú eres el león.
No puedes obsequiarte con el lujo de la derrota en tu esencia, de verte reflado en el espejo y no reconocer la imagen que la superficie de cristal pulida te devuelve. Lucha, aguanta, saca fuerzas de flaqueza y deja salir el grito de guerra que te hace único, auténtico, especial, en definitiva, que te hacer ser tú. Tú eres el león.
Alza a lo más alto tu rugido, que se escuche en todo confín de la sabana, tu fuerza, tu ser, tu energía. Que tu orgullo ruja cual león, que todos sientan tu poder, tu luz, tu ser. ¡Oye tu rugido! Tú eres el león.
GRITA BIEN ALTO
¡OYE MI RUGIDO!
julio 18, 2012
Posted by Alberto Fernández
Entre Cronos y Kairos
Grecia es la cuna de la cultura occidental y a su impresionante legado debemos ideas tan importantes como la filosofía, la democracia, ciudadanía, el individuo y un largo etcétera que han moldeano nuestro ser. Muchas de esas ideas han sobrevivido y otras se han sumergido en el olvido de los siglos como el politeísmo, erradicado del imaginario con la implantación del monoteísmo cristiano en Roma.
Una de las grandes y originales ideas de la Grecia Clásica era personificación del tiempo en dos deidades diferentes: Crono y Kairos. El primero, Crono (χρόνος), era el Tiempo, el dios de las Edades, nacido de la nada se unió a Ananké (Ἀνάγκη) que era lo Inevitable, surgida también de la nada, y entre ambos dieron origen al universo ordenado tal como ahora lo conocemos con su mar, su tierra y su cielo. Por tanto, nuestro mundo es hijo del Tiempo y lo Inevitable, nuestra vida está marcada por el paso de ese Tiempo y lleno de los acontacimientos que no podemos controlar ni determinar.
Frente a ese Tiempo que pasa nos guste o no y nos destruye, el que se mide, el que refleja el reloj, pues esa es su naturaleza, los griegos contraponían una segunda idea o conceptualización en la figura de Kairos. Este segundo dios que los helenos llamaban καιρός es la representación del "momento oportuno", de la "oportunidad" según los filósofos Pitagóricos, del "tiempo en potencia", pero también era considerado como la "risa oportunda, aquella que origina el bien".Se le suele considear un hijo menor de Zeus y Tyche (Τύχη Týkhē), el primero padre de todos los dioses y la segunda personificación del destino, la fortuna, la suerte y la prosperidad. Kayros heredó de su padre las facultades de la justicia, la justa iluminación y el camino correcto, mientras que de su madre recibe ser el potenciador para alcanzar un destino glorioso. Cultos posteriores le relacionaron también con lo Eterno, la Inteligencia, el Amor y la Diversión.
Esta diferenciación entre un tiempo cuantitativo y otro cualitativo sirvió a los griegos para establecer ciertos rasgos de sabiduría que podemos traer a nuestros comportamientos actuales. Los helenos argumentaban que ambos se agotan, pero mientras que el primero es inevitable que ocurra, pues recordemos está unido a Ananké, el segundo solo se lleva a cabo si nosotros estamos dipuestos y preprados para darle provecho; es decir, Kairos forma parte del transcurso de Crono si nosotros permitimos que así sea, pero si decidimos no hacerlo, Crono seguirá avanzando mientras que Kairos no habrá existido.
Nosotros somos los que decidimos si entrelazamos al transcurrir de Crono y Ananké al dios Kairos. Si lo hacemos, si aprovechamos las oportunidades, si nos permitimos dar forma a esa potencialidad en nuestros actos para lo eterno, lo inteligente, la pasión y la diversión estaremos dando forma a nuestro tiempo de forma provechosa. Los griegos decían que a Crono no se le puede malgastar, pues se gasta sin que nosotros podamos decirdir sobre él, mientras que a Kairos o bien lo aprovechamos o lo desaprovechamos, que somos nosotros los que decidimos que si queremos que nuestro tiempo sea el momento de hacer surgir la "risa que permite y da origen al bien".
Una de las grandes y originales ideas de la Grecia Clásica era personificación del tiempo en dos deidades diferentes: Crono y Kairos. El primero, Crono (χρόνος), era el Tiempo, el dios de las Edades, nacido de la nada se unió a Ananké (Ἀνάγκη) que era lo Inevitable, surgida también de la nada, y entre ambos dieron origen al universo ordenado tal como ahora lo conocemos con su mar, su tierra y su cielo. Por tanto, nuestro mundo es hijo del Tiempo y lo Inevitable, nuestra vida está marcada por el paso de ese Tiempo y lleno de los acontacimientos que no podemos controlar ni determinar.
Kairos de Lisipo |
Esta diferenciación entre un tiempo cuantitativo y otro cualitativo sirvió a los griegos para establecer ciertos rasgos de sabiduría que podemos traer a nuestros comportamientos actuales. Los helenos argumentaban que ambos se agotan, pero mientras que el primero es inevitable que ocurra, pues recordemos está unido a Ananké, el segundo solo se lleva a cabo si nosotros estamos dipuestos y preprados para darle provecho; es decir, Kairos forma parte del transcurso de Crono si nosotros permitimos que así sea, pero si decidimos no hacerlo, Crono seguirá avanzando mientras que Kairos no habrá existido.
Nosotros somos los que decidimos si entrelazamos al transcurrir de Crono y Ananké al dios Kairos. Si lo hacemos, si aprovechamos las oportunidades, si nos permitimos dar forma a esa potencialidad en nuestros actos para lo eterno, lo inteligente, la pasión y la diversión estaremos dando forma a nuestro tiempo de forma provechosa. Los griegos decían que a Crono no se le puede malgastar, pues se gasta sin que nosotros podamos decirdir sobre él, mientras que a Kairos o bien lo aprovechamos o lo desaprovechamos, que somos nosotros los que decidimos que si queremos que nuestro tiempo sea el momento de hacer surgir la "risa que permite y da origen al bien".
julio 04, 2012
Posted by Alberto Fernández
El viento
El barco surcaba la superficie azul del océano con sus velas
desplegadas al viento, los tres marineros de la nave miraban la
inmensidad que se descubría ante sus ojos mientras la luz del sol bañaba
su morena piel. De pronto P se dirigió al resto de sus compañeros:
- Vereís como dentro de nada el viento amainará y perderemos velocidad.
- Verás como no P.- Le dijo O con una sonrisa amplia.- Este maravilloso vientecillo seguirá así hasta que llegemos a puerto.
Mientras tanto R permanecía callado y los observaba muy atento, pero sin dejar de vigilar que los cabos estuviesen bien atados, controlando que las velas estuviesen bien orientadas y el barco siguiese el rumbo marcado según el mapa.
- Siempre surgen imprevistos O, si no es el viento será una tormenta, el mar es muy traicionero, siempre depara sospresas desagradables. No me fio un pelo. Hay algo que me está dando mala espina.
- Tú siempre con tus predicciones P. Hazme caso siéntate en cubierta, relájate y disfruta de la travesía.
R seguía a lo suyo comprobando los instrumentos de navegación, yendo de un lado para otro para comprobar que todo estaba en su sitio. Se detenía un segundo en popa miraba el cielo, cerraba los ojos, llenaba sus pulmones del refrescante aire y un intenso olor a sal le inundaba. Pero permanecía callado.
De pronto, el viento dejó de soplar, las velas del barco se desinflaron y el barco comenzó a perder velocidad hasta que quedó a mercer del dulce movimiento del agua, en un vaivén suave y casi imperceptible. P se levantó y soltó un largo bufido:
- ¡Ves O! Te lo dije, nunca puedas esperar nada bueno del mar y mucho menos de algo tan cambiante como el viento. ¡Maldita sea! ¿Qué haremos ahora? Seguro que cuando vuelva, aún por encima, soplará en la dirección contraria, ¡ya verás, te lo digo yo!
- No P, verás como no, tranquilízate y si el viento cambia de sentido, esperaremos a que vuelva a soplar en la dirección correcta. ¡Eres un manojo de nervios siempre! Así no llegarás a viejo.
La situación no sobresaltó mucho a R, no le gustaba era evidente, pero no se dejó llevar por el desánimo ni la complacencia. Recogió las velas, miró de nuevo sus instrumentos, anotó la posición en el cuaderno de bitácora y estudió el último informe metereológico que habían recibido. De improviso, el viento comenzó a soplar de nuevo:
- ¡Ja, te lo dije o no te lo dije O! Ahora sopla en la dirección contraria.
- Tranquilo P, ya volverá a cambiar.
R se dirigió al mástil, desplegó solo una vela, ajustó la botavara y tomó el timón para correjir el rumbo. Desde luego no era un buen viento pues no les permitia ir a todo trapo, pero era mejor que nada. Aún no había pronunciado palabra.
Al cabo de un tiempo, el viento volvió a soplar con fuerza en el sentido correcto y mientras P aseguraba que sería una situación breve y que volvería a cambiar para complicar más las cosas, O no paraba de repetirle que a igual que había dejado de soplar, cambiado el rumbo y regresado a la situación óptima, con calma y pacienca, la situación volvería a solucionarse si se volviese a estropear. R al mismo tiempo que ellos hablaban, desplegó todas las velas, fijó otra vez la botavara y tomó el timón.
Después de dos horas más de navegación donde el viento y las olas no dejarón de cambiar y modificar la situación, los tres marineros vieron puerto por fin. P y O siguieron intercambiando comentarios y R seguió callado.
Atracado el barco en el muelle y con los pies en tierra firme, al fin R habló:
- ¡Hemos llegado!
El pesimista se queja del viento; el optimista espera que cambie; el realista ajusta las velas.
- Vereís como dentro de nada el viento amainará y perderemos velocidad.
- Verás como no P.- Le dijo O con una sonrisa amplia.- Este maravilloso vientecillo seguirá así hasta que llegemos a puerto.
Mientras tanto R permanecía callado y los observaba muy atento, pero sin dejar de vigilar que los cabos estuviesen bien atados, controlando que las velas estuviesen bien orientadas y el barco siguiese el rumbo marcado según el mapa.
- Siempre surgen imprevistos O, si no es el viento será una tormenta, el mar es muy traicionero, siempre depara sospresas desagradables. No me fio un pelo. Hay algo que me está dando mala espina.
- Tú siempre con tus predicciones P. Hazme caso siéntate en cubierta, relájate y disfruta de la travesía.
R seguía a lo suyo comprobando los instrumentos de navegación, yendo de un lado para otro para comprobar que todo estaba en su sitio. Se detenía un segundo en popa miraba el cielo, cerraba los ojos, llenaba sus pulmones del refrescante aire y un intenso olor a sal le inundaba. Pero permanecía callado.
De pronto, el viento dejó de soplar, las velas del barco se desinflaron y el barco comenzó a perder velocidad hasta que quedó a mercer del dulce movimiento del agua, en un vaivén suave y casi imperceptible. P se levantó y soltó un largo bufido:
- ¡Ves O! Te lo dije, nunca puedas esperar nada bueno del mar y mucho menos de algo tan cambiante como el viento. ¡Maldita sea! ¿Qué haremos ahora? Seguro que cuando vuelva, aún por encima, soplará en la dirección contraria, ¡ya verás, te lo digo yo!
- No P, verás como no, tranquilízate y si el viento cambia de sentido, esperaremos a que vuelva a soplar en la dirección correcta. ¡Eres un manojo de nervios siempre! Así no llegarás a viejo.
La situación no sobresaltó mucho a R, no le gustaba era evidente, pero no se dejó llevar por el desánimo ni la complacencia. Recogió las velas, miró de nuevo sus instrumentos, anotó la posición en el cuaderno de bitácora y estudió el último informe metereológico que habían recibido. De improviso, el viento comenzó a soplar de nuevo:
- ¡Ja, te lo dije o no te lo dije O! Ahora sopla en la dirección contraria.
- Tranquilo P, ya volverá a cambiar.
R se dirigió al mástil, desplegó solo una vela, ajustó la botavara y tomó el timón para correjir el rumbo. Desde luego no era un buen viento pues no les permitia ir a todo trapo, pero era mejor que nada. Aún no había pronunciado palabra.
Al cabo de un tiempo, el viento volvió a soplar con fuerza en el sentido correcto y mientras P aseguraba que sería una situación breve y que volvería a cambiar para complicar más las cosas, O no paraba de repetirle que a igual que había dejado de soplar, cambiado el rumbo y regresado a la situación óptima, con calma y pacienca, la situación volvería a solucionarse si se volviese a estropear. R al mismo tiempo que ellos hablaban, desplegó todas las velas, fijó otra vez la botavara y tomó el timón.
Después de dos horas más de navegación donde el viento y las olas no dejarón de cambiar y modificar la situación, los tres marineros vieron puerto por fin. P y O siguieron intercambiando comentarios y R seguió callado.
Atracado el barco en el muelle y con los pies en tierra firme, al fin R habló:
- ¡Hemos llegado!
El pesimista se queja del viento; el optimista espera que cambie; el realista ajusta las velas.
junio 25, 2012
Posted by Alberto Fernández
Algún día... sea por fin AHORA
Algún día decidirás levantarte del cómodo sillón en el que te
encuentras postrado y verte en un espejo de verdad. Escogerás al fin ver
la imagen que en él se refleja y desvestirte de las excusas, los auto
engaños y las justificaciones, esas ropas que te abrigaban y falsamente
te protegen de tus frios miedos.
Algún día, ya desnudo ante mi mismo, verás todas las capacidades que durante tanto tiempo te has estado ocultando, las mismas van a permitir despertar los sueños que castigaste a un coma profundo. Los ojos antes ciegos de tu cara por fin verán la auténtica alma que mantenías atada con las cadenas de tu incertidumbre.
Algún día decidirás vivir conforme a tus aspiraciones y sueños. Algún día comenzarás a entender la importancia de una sonrisa, el valor de tus sentimientos y la grandeza de todas las emociones que te envuelven. Eligirás reír más, saltar más, correr más, jugar más, pasar más tiempo con o darle más besos a. Dejarás al fin únicamente de correr y comenzarás a disfrutar del paisaje y tus sensaciones y mientras así lo haces, comprenderás que quieres compartir mucho más con las personas que tú así decidas.
Algún día por fin lucharás por llevar a cabo eso que, durante mucho tiempo, tanto miedo te ha dado. No permitirás que nadie decida tu tiempo, comprenderás que las agujas del reloj solo van hacia adelante, todo un mundo de oportunidades que se abre ante tí y no desearás más regresar a Macondo, ese recuerdo en el recodo de tu mente. Desterrarás al olvido el imperio del pasado y el miedo al futuro, cantarás por fin el himno al ahora y comenzarás a conjugar en presente.
Algún día serás capaz de completar la definición de esas palabras que desde hace tiempo te resultanban incomprensibles y vacías. Escribirás los renglones de tu libro con los hechos que te inspirarán la pasión, el amor, la felicidad, la emoción, la valentía y el compromiso contigo mismo y para con todos los demás. Y serás consciente que ellas serán las armas que te permitan vencer tus miedos.
Si, algún día serás consciente de lo todo lo que te sobra y te resta movimiento, de que tú decides las piedras con las que llenas tu mochila y aquellas que arrojas a un lado del camino. Porque la imagen que verás en el espejo será la de un triunfador por el simple hecho de intentarlo, de un valiente por enfrentarse a sus miedos, de una sonrisa en tu cara porque la felicidad se ha convertido en una de tus metas.
Todo ello puedes llegar a hacerlo algún día, pero no esperes a que llege ese día, no decidas que sea mañana, toma la decisión de que ese algún día, no sea un alguno cualquiera, que ese momento, que ese algún día, sea AHORA.
Algún día, ya desnudo ante mi mismo, verás todas las capacidades que durante tanto tiempo te has estado ocultando, las mismas van a permitir despertar los sueños que castigaste a un coma profundo. Los ojos antes ciegos de tu cara por fin verán la auténtica alma que mantenías atada con las cadenas de tu incertidumbre.
Algún día decidirás vivir conforme a tus aspiraciones y sueños. Algún día comenzarás a entender la importancia de una sonrisa, el valor de tus sentimientos y la grandeza de todas las emociones que te envuelven. Eligirás reír más, saltar más, correr más, jugar más, pasar más tiempo con o darle más besos a. Dejarás al fin únicamente de correr y comenzarás a disfrutar del paisaje y tus sensaciones y mientras así lo haces, comprenderás que quieres compartir mucho más con las personas que tú así decidas.
Algún día por fin lucharás por llevar a cabo eso que, durante mucho tiempo, tanto miedo te ha dado. No permitirás que nadie decida tu tiempo, comprenderás que las agujas del reloj solo van hacia adelante, todo un mundo de oportunidades que se abre ante tí y no desearás más regresar a Macondo, ese recuerdo en el recodo de tu mente. Desterrarás al olvido el imperio del pasado y el miedo al futuro, cantarás por fin el himno al ahora y comenzarás a conjugar en presente.
Algún día serás capaz de completar la definición de esas palabras que desde hace tiempo te resultanban incomprensibles y vacías. Escribirás los renglones de tu libro con los hechos que te inspirarán la pasión, el amor, la felicidad, la emoción, la valentía y el compromiso contigo mismo y para con todos los demás. Y serás consciente que ellas serán las armas que te permitan vencer tus miedos.
Si, algún día serás consciente de lo todo lo que te sobra y te resta movimiento, de que tú decides las piedras con las que llenas tu mochila y aquellas que arrojas a un lado del camino. Porque la imagen que verás en el espejo será la de un triunfador por el simple hecho de intentarlo, de un valiente por enfrentarse a sus miedos, de una sonrisa en tu cara porque la felicidad se ha convertido en una de tus metas.
Todo ello puedes llegar a hacerlo algún día, pero no esperes a que llege ese día, no decidas que sea mañana, toma la decisión de que ese algún día, no sea un alguno cualquiera, que ese momento, que ese algún día, sea AHORA.
junio 18, 2012
Posted by Alberto Fernández
Economía de las emociones
Thomas Carlyle, un ensayista británico, definió la ciencia económica en Occasional Discourse on the Negro Question como"no es una ciencia alegre, sino lúgubre, desoladora y, en realidad, absolutamente abyecta y decepcionante." Muchos han interpretado esta definición en el ámbito de trabajo tan poco divertido de los economistas de tener que lidiar con inflaciones, desempleo e intentar predecir la siguiente recesión y depresión económica; sin embargo, nuestro autor lanzaba sus dardos en otro sentido, pues era un acérrimo defensor del Antiguo Régimen y por tanto, se mostraba tremendamente preocupado por el mundo tan caótico y anárquico que el Nuevo Régimen y la economía liberal clásica traían consigo, definía ese sociedad naciente como "la anarquía más el policía".
Si bien es cierto que la ciencia económica no es un monólogo de humor del estilo "Club de la Comedia", tampoco es ese escenario tan tétrico que describe Carlyle, donde los economistas parecen orcos, trolls y nazgûl morando en Mordor a las órdenes del señor oscuro Sauron, aunque bien es cierto que muchas veces las facultades de economía y sus moradores dan esa impresión. Para limpiar esa imagen tan negativa de mis colegas economistas, veremos como también la ciencia económica puede ayudarnos en la gestión de nuestras emociones y sentimientos.
La mejor forma de hacerlo es acercándonos a uno de los conceptos más importantes y revolucionarios dentro de la Economía, la "utilidad marginal" o "principio de marginalidad". Repasemos un poco de historia para entender mejor lo que supuso la llegada de esa idea al mundo de la teoría económica.
Después de que Adam Smith en su An Inquiry into the Nature and Causes of the Wealth of Nations más conocida por La riqueza de las naciones, mostrara las bondades de una economía de mercado, no intervenida por poderes públicos y defensora de la propiedad privada; toda una serie de pensadores posteriores a él desde David Ricardo hasta Karl Marx, desarrollaron todo un corpus de teoría económica bien apoyando y ampliando las tesis de Smith o por el contarrio, atacando de raíz todos sus postulados. Sin embargo, hubo una parte de ese engranaje teórico que todos en mayor o menor medida, aceptaron y usaron para argumentar sus posturas, la teoría del valor-trabajo objetiva. Dicha teoría defiende, en pocas líneas, que el valor de los bienes que consumimos tiene su origen o naturaleza en el valor del trabajo que implica su producción. De entrada, parece lógico que una mercancía valga aquello que cueste producirla, pero la realidad, siempre tan caprichosa, demostraba una y otra vez lo contrario. Y los economistas no sabían por qué.
Hasta que tres economistas entre los años 1871 y 1874 publican tres obras que resuelven cada una el problema con un enfoque original que revolucionó toda la teoría económica. Lo curioso es que llegan al mismo principio desde razonamientos y contextos diferentes, sin conocerse y sin haber leído la obra de los demás. Como dice Mark Skousen en La formación de la teoría económica moderna. La vida e ideas de los grandes pensadores modernos, con un estilo de presentador de boxeo, "De Gran Bretaña era William Stanley Jevons (1835-1910), de Austria Carl Menger (1840-1921) y de Francia Léon Walras (1834-1910)".
¿Cuál era esa idea tan revolucionaria e importante? El principio de marginalidad que parte de un rechazo "a las teorías objetivas de valor de los bienes basadas en su coste de producción y situó en su lugar el principio de utilidad y la demanda de los consumidores como la piedra angular del nuevo enfoque para la construcción de la teoría económica. Estos economistas subrayaban que las personas en el mundo real eligen en base a sus preferencias y valoraciones. Al igual que J.B. Say, reconocían que ni la cuantía del trabajo ni de los medios empleados confiere valor al producto. El valor de un bien es una cuestión que depende de las valoraciones que hacen las personas que lo utilizan." (Skousen, M., 2010, 253).
Lo que nos viene a decir el principio de marginalidad en el consumo de un bien es que realizamos la valoración de este en función de la satisfación que nos reporta el último bien consumido, pero a medida que vamos consumiendo más cantidades de un bien determinado, el valor que vamos dando a esa última unidad es menor, por tanto, se trata de una utilidad marginal decreciente. Un ejemplo para verlo más claro: si después de estar perdidos por el desierto y muertos de sed, hallamos un oasis donde tenemos agua y un diamante, el primer vaso de agua lo valoramos mucho más que la joya, pero a medida que vamos bebiendo el agua va perdiendo valor (utilidad) y el diamante va ganando valor. Al final, cuando no tengamos más sed y hayamos rellenado nuestra cantimplora, el diamante que al principio nos parecía algo poco valioso, ahora se muestra mucho más precioso que todo el agua que dejamos en el oasis y que minutos antes valorábamos por encima de todas las joyas del mundo.
Este principio de utilidad marginal decreciente puede aplicarse perfectamente en la gestión de las emociones. Imaginemos que nuestra pareja nos regala todos los días una rosa, la primera rosa nos sorprenderá muy gratamente y su valor para nosotros será realmente alto. Pero a medida que vamos llenando nuestro jarrón de rosas, éstas van perdiendo valor poco a poco hasta que llegado un momento, una rosa más carecerá de interés e importancia para nosotros. El conflicto atraca en el puerto cuando el que regala comprueba que la persona a la que ofrece sus regalos aprecia el detalle con menor valor que él. Se produce un desequilibrio entre las espectativas de uno y otro y salta la crisis.
Esta situación puede aplicarse sin ningún problema a multitud de escenarios desde los personales a los laborales. Se trata al fin y al cabo, de saber gestionar lo que podemos dar y ofrecer a los demás para que lo valoren en su justa medida. No se trata de una actitud desagradecida o egoísta por la otra persona, sino una forma de valorar innata en nosotros. Lo único que cambia de un individuo a otro es la pendiente de esa curva decreciente, es decir, habrá personas para las cuales llegar a esa última unidad, la que ya no valoren tanto y a nosotros nos parezca injusto por ello, se encuentra más lejos que en otras personas, pero tengamos claro una cosa, ese punto de inflexión existe.
Ocurre en el trabajo cuando día tras día hacemos horas de más fuera de nuestro horario, cuando nos ofrecemos para todo y todos; los primeros esfuerzos y las primeras pruebas de implicación serán muy bien valoradas y desde ese momento, las siguientes irán perdiendo valor poco a poco hasta que llegados un día, nuestro jefe no valore en nada ese tiempo ni esa voluntad de ofrecimiento. No hemos sabido dosificar nuestra entrega y hemos convertido lo excepcional y por tanto valioso, en lo común y por tanto, poco apreciado.
Otro ejemplo puede darse en nuestro círculo de amigos. Imaginemos por ejemplo que somos unos amigos generosos, que siempre estamos dispuestos a ayudar en todo momento, que nunca faltamos, que día tras día y año tras año, hemos demostrado a los demás que pueden contar con nosotros y nuestro apoyo, que en nuestra generosidad los colmamos de regalos y demás prebendas. Pues llegará un momento en que nuestros amigos den por descontado esos hechos, no les suponga algo novedoso, tengan suficiente cantidad de nuestra amistad y por tanto, la utilidad marginal de una acción más se valorará menos.
Puede ocurrir también, dentro de ese terreno de la amistad o incluso de las relaciones amorosas, que ofrezcamos siempre los mismos planes una y otra vez. Por ejemplo, convertimos en una rutina el ir al cine con nuestra pareja o siempre hacemos los mismo con nuestros amigos. Tarde o temprano, esa actividad que para nosotros puede resultar muy valiosa, en la otra persona puede convertirse en algo sin valor alguno.
Es necesario remarcar, por su importancia, que todo depende del nivel al que se encuentre el punto en el cual lo que nosotros valoramos no tiene tanto valor para los otros, porque ese es el origen del conflicto. Si regalamos rosas todos los días, pero la persona que las recibe, aunque cada vez las vaya valorando menos, no habrá problemas mientras el valor que nos comunica esté como mínimo igualado al valor que nosotros le damos. El conflicto nace cuando cruzamos por el punto de inflexión y nuestro aprecio es mayor de la que nos transmite el otro, simplemente porque para él la utilidad marginal del último bien recibido ya no es tan valiosa.
El principio de utilidad marginal emocional nos viene a recordar que debemos saber gestionarnos correctamente en nuestra entrega sentimental hacia los demás. Nosotros somos la mercancía más importante que poseemos y si nosotros mismos no sabemos valorarnos, llegará un momento en el que los demás tampoco lo harán. Con ello se evitarán situaciones tan peligrosas para nuestro equilibrio personal como la falta de autoestima, la dependencia emocional de los demás, el no valorar en su justa medida nuestras emociones y actos para con el resto y nuestra valía profesional. Entregar es un don, regalar un acto de generosidad, pero no debemos convertir nuestras emociones y afectos en un montaje en cadena, pues lo único que conseguiremos, es rebajar nuestro propio valor personal.
Si bien es cierto que la ciencia económica no es un monólogo de humor del estilo "Club de la Comedia", tampoco es ese escenario tan tétrico que describe Carlyle, donde los economistas parecen orcos, trolls y nazgûl morando en Mordor a las órdenes del señor oscuro Sauron, aunque bien es cierto que muchas veces las facultades de economía y sus moradores dan esa impresión. Para limpiar esa imagen tan negativa de mis colegas economistas, veremos como también la ciencia económica puede ayudarnos en la gestión de nuestras emociones y sentimientos.
La mejor forma de hacerlo es acercándonos a uno de los conceptos más importantes y revolucionarios dentro de la Economía, la "utilidad marginal" o "principio de marginalidad". Repasemos un poco de historia para entender mejor lo que supuso la llegada de esa idea al mundo de la teoría económica.
Después de que Adam Smith en su An Inquiry into the Nature and Causes of the Wealth of Nations más conocida por La riqueza de las naciones, mostrara las bondades de una economía de mercado, no intervenida por poderes públicos y defensora de la propiedad privada; toda una serie de pensadores posteriores a él desde David Ricardo hasta Karl Marx, desarrollaron todo un corpus de teoría económica bien apoyando y ampliando las tesis de Smith o por el contarrio, atacando de raíz todos sus postulados. Sin embargo, hubo una parte de ese engranaje teórico que todos en mayor o menor medida, aceptaron y usaron para argumentar sus posturas, la teoría del valor-trabajo objetiva. Dicha teoría defiende, en pocas líneas, que el valor de los bienes que consumimos tiene su origen o naturaleza en el valor del trabajo que implica su producción. De entrada, parece lógico que una mercancía valga aquello que cueste producirla, pero la realidad, siempre tan caprichosa, demostraba una y otra vez lo contrario. Y los economistas no sabían por qué.
Hasta que tres economistas entre los años 1871 y 1874 publican tres obras que resuelven cada una el problema con un enfoque original que revolucionó toda la teoría económica. Lo curioso es que llegan al mismo principio desde razonamientos y contextos diferentes, sin conocerse y sin haber leído la obra de los demás. Como dice Mark Skousen en La formación de la teoría económica moderna. La vida e ideas de los grandes pensadores modernos, con un estilo de presentador de boxeo, "De Gran Bretaña era William Stanley Jevons (1835-1910), de Austria Carl Menger (1840-1921) y de Francia Léon Walras (1834-1910)".
¿Cuál era esa idea tan revolucionaria e importante? El principio de marginalidad que parte de un rechazo "a las teorías objetivas de valor de los bienes basadas en su coste de producción y situó en su lugar el principio de utilidad y la demanda de los consumidores como la piedra angular del nuevo enfoque para la construcción de la teoría económica. Estos economistas subrayaban que las personas en el mundo real eligen en base a sus preferencias y valoraciones. Al igual que J.B. Say, reconocían que ni la cuantía del trabajo ni de los medios empleados confiere valor al producto. El valor de un bien es una cuestión que depende de las valoraciones que hacen las personas que lo utilizan." (Skousen, M., 2010, 253).
Lo que nos viene a decir el principio de marginalidad en el consumo de un bien es que realizamos la valoración de este en función de la satisfación que nos reporta el último bien consumido, pero a medida que vamos consumiendo más cantidades de un bien determinado, el valor que vamos dando a esa última unidad es menor, por tanto, se trata de una utilidad marginal decreciente. Un ejemplo para verlo más claro: si después de estar perdidos por el desierto y muertos de sed, hallamos un oasis donde tenemos agua y un diamante, el primer vaso de agua lo valoramos mucho más que la joya, pero a medida que vamos bebiendo el agua va perdiendo valor (utilidad) y el diamante va ganando valor. Al final, cuando no tengamos más sed y hayamos rellenado nuestra cantimplora, el diamante que al principio nos parecía algo poco valioso, ahora se muestra mucho más precioso que todo el agua que dejamos en el oasis y que minutos antes valorábamos por encima de todas las joyas del mundo.
Este principio de utilidad marginal decreciente puede aplicarse perfectamente en la gestión de las emociones. Imaginemos que nuestra pareja nos regala todos los días una rosa, la primera rosa nos sorprenderá muy gratamente y su valor para nosotros será realmente alto. Pero a medida que vamos llenando nuestro jarrón de rosas, éstas van perdiendo valor poco a poco hasta que llegado un momento, una rosa más carecerá de interés e importancia para nosotros. El conflicto atraca en el puerto cuando el que regala comprueba que la persona a la que ofrece sus regalos aprecia el detalle con menor valor que él. Se produce un desequilibrio entre las espectativas de uno y otro y salta la crisis.
Esta situación puede aplicarse sin ningún problema a multitud de escenarios desde los personales a los laborales. Se trata al fin y al cabo, de saber gestionar lo que podemos dar y ofrecer a los demás para que lo valoren en su justa medida. No se trata de una actitud desagradecida o egoísta por la otra persona, sino una forma de valorar innata en nosotros. Lo único que cambia de un individuo a otro es la pendiente de esa curva decreciente, es decir, habrá personas para las cuales llegar a esa última unidad, la que ya no valoren tanto y a nosotros nos parezca injusto por ello, se encuentra más lejos que en otras personas, pero tengamos claro una cosa, ese punto de inflexión existe.
Ocurre en el trabajo cuando día tras día hacemos horas de más fuera de nuestro horario, cuando nos ofrecemos para todo y todos; los primeros esfuerzos y las primeras pruebas de implicación serán muy bien valoradas y desde ese momento, las siguientes irán perdiendo valor poco a poco hasta que llegados un día, nuestro jefe no valore en nada ese tiempo ni esa voluntad de ofrecimiento. No hemos sabido dosificar nuestra entrega y hemos convertido lo excepcional y por tanto valioso, en lo común y por tanto, poco apreciado.
Otro ejemplo puede darse en nuestro círculo de amigos. Imaginemos por ejemplo que somos unos amigos generosos, que siempre estamos dispuestos a ayudar en todo momento, que nunca faltamos, que día tras día y año tras año, hemos demostrado a los demás que pueden contar con nosotros y nuestro apoyo, que en nuestra generosidad los colmamos de regalos y demás prebendas. Pues llegará un momento en que nuestros amigos den por descontado esos hechos, no les suponga algo novedoso, tengan suficiente cantidad de nuestra amistad y por tanto, la utilidad marginal de una acción más se valorará menos.
Puede ocurrir también, dentro de ese terreno de la amistad o incluso de las relaciones amorosas, que ofrezcamos siempre los mismos planes una y otra vez. Por ejemplo, convertimos en una rutina el ir al cine con nuestra pareja o siempre hacemos los mismo con nuestros amigos. Tarde o temprano, esa actividad que para nosotros puede resultar muy valiosa, en la otra persona puede convertirse en algo sin valor alguno.
Es necesario remarcar, por su importancia, que todo depende del nivel al que se encuentre el punto en el cual lo que nosotros valoramos no tiene tanto valor para los otros, porque ese es el origen del conflicto. Si regalamos rosas todos los días, pero la persona que las recibe, aunque cada vez las vaya valorando menos, no habrá problemas mientras el valor que nos comunica esté como mínimo igualado al valor que nosotros le damos. El conflicto nace cuando cruzamos por el punto de inflexión y nuestro aprecio es mayor de la que nos transmite el otro, simplemente porque para él la utilidad marginal del último bien recibido ya no es tan valiosa.
El principio de utilidad marginal emocional nos viene a recordar que debemos saber gestionarnos correctamente en nuestra entrega sentimental hacia los demás. Nosotros somos la mercancía más importante que poseemos y si nosotros mismos no sabemos valorarnos, llegará un momento en el que los demás tampoco lo harán. Con ello se evitarán situaciones tan peligrosas para nuestro equilibrio personal como la falta de autoestima, la dependencia emocional de los demás, el no valorar en su justa medida nuestras emociones y actos para con el resto y nuestra valía profesional. Entregar es un don, regalar un acto de generosidad, pero no debemos convertir nuestras emociones y afectos en un montaje en cadena, pues lo único que conseguiremos, es rebajar nuestro propio valor personal.
mayo 30, 2012
Posted by Alberto Fernández
Shakespeare y el arte del cambio
Me encuentro estos días leyendo un ensayo del crítico y teórico literario norteamericano Harold Bloom, en concreto, "El Canon Occidental", una de sus obras más conocidas y controvertidas, donde detalla lo que para él, son las obras culmen que definen el canon literario de la cultura occidental. Por sus páginas pasan autores de la talla de Shakespeare, Cervantes, Dante, Proust, Joyce, Chaucer, etc.
Bloom dice que para que una obra reciba el mérito de formar parte de ese centro canónico que define toda la cultura occidental, es necesario que sea ante todo una obra de arte y por lo tanto, nos deslumbre por su estética, es decir, su belleza. Contrario a los estudios literarios actuales neohistoricistas, neomarxistas y feministas que centran la crítica literaria en categorias más sociales como pueden ser la lucha de clases, el género o producto del contexto histórico donde se forjan las obras; Harold Bloom argumenta que el verdadero valor literario se halla en la cualidad y calidad estética y su capaciad para sorprendernos como lectores. No me detendré mucho en este asunto, porque el motivo que me hace traer este libro ante este blog es el descubrimiento que en sus páginas hice, a saber, como uno de los rasgos merecedores para Bloom de que ciertos autores sean canon se encuentra en como los personajes por ellos escritos se enfrentan al cambio.
Sin tratarse de una obra científica sobre la gestión del cambio, "El Canon Occidental" nos permite de una forma amena, interesante y culta acercarnos a las formas más comunes de como una persona se enfrenta a ese hecho inevitable, cambiar. Y lo hace gracias al estudio de los personajes más emblemáticos de escritores como Shakespeare, Cervantes, Dante o Chaucer. Cada uno de estos autores ejemplifica en sus invenciones literarias una forma de cambio determinada, lo que nos va a permitir a nosotros darnos cuenta de los posibles caminos a los cuales optamos para aceptar el cambio como parte de nuestra forma de entender el mundo y nuestra propia vida. Caminos por otro lado, no excluyentes ni incompatibles.
El primer camino para el cambio es el de la reflexión interior o diálogo con uno mismo. Shakespeare fue de los primeros que permitió que sus personajes cambiaran y evolucionaran gracias a los diálogos internos que mantenían, no con otros seres de la obra, sino consigo mismos. Hamlet, Falstaff, Yago y un largo etcétera de otros personajes shakesperianos logran, gracias a esa habilidad de hablarse y escucharse a si mismos, el feed back necesario para enfrentarse a los diferentes acontecimientos y cambiar. Uno de los senderos más útiles para el cambio es la habilidad de hablarse y escucharse a uno, de permitirse ese diálogo interno y dejar decirnos y escucharnos lo que debemos comunicarnos.
El segundo camino lo encontramos en el diálogo con los otros. En muchas ocasiones necesitamos que alguien nos enseñe el sendero, nos marque los pasos o nos aconseje de las posibles opciones que ante nosotros se nos abren. Se trata de esa voz amiga que vienen del exterior y que nos permite en nuestro interior accionar la palanca que no sabíamos como accionar. Don Quijote y Sancho Panza son el ejemplo que Harold Bloom me descubre, donde uno y otro acaban la obra en un proceso inverso de "quijotización" y "sanchización". La mesura de Sancho acaba llegando a Don Quijote en su lecho de muerte, la imaginación desbordante y desmedida de su amo baña al escudero también. Y es esos deliciosos diálogos que ambos mantienen en la obra donde poco a poco se va produciendo ese cambio, que además va permitiendo conocerse a cada uno mejor gracias a las palabras y opiniones del otro.
El tercer camino es del cambio debido al contexto o la situación. Muchos de nosotros necesitamos que nuestro entorno más próximo cambie de forma notoria para producir en nosotros un cambio significativo. Un hecho relevante como un despido, una muerte, una enfermedad, un romance son los desencadenantes clave que permiten que una persona despierte y cambie. Ese es el método de Dante en su "Divina Comedia", donde el propio autor es el personaje de su obra y éste, va cambiando a medida que va atravesando el Infierno, el Purgatorio y el Cielo.
Gracias a uno mismo, a los otros o a las situaciones a las que nos enfrentamos encontramos la posibilidad del cambio y la evolución. Pero los personajes anteriormente descritos, cambian sin tener en mente muchas veces que deben cambiar para si mismos y no para los demás. Esa importante lección la obtenemos de otro escritor que Harold Bloom estudia al detalle, el ensayista francés Michel de Montaigne que nos dice "es a mí a quien pinto...", es decir, soy yo el que debe buscar y asumir ese cambio. Montaigne asume que el cambio es vital para cumplir la máxima griega del "nosce te ipsum" y además, debemos ser nosotros mismos los protagonistas de nuestra propia novela. Una obra donde debemos aprender que "la principal ocupación de mi vida es pasarla lo mejor posible" y "la verdadera libertad consiste en el dominio absoluto de sí mismo". El cambio es vital, porque lamentablemente "nos enseñan a vivir cuando nuestra vida ha pasado" y eso es algo que no nos podemos permitir mantener mucho tiempo.
Bloom dice que para que una obra reciba el mérito de formar parte de ese centro canónico que define toda la cultura occidental, es necesario que sea ante todo una obra de arte y por lo tanto, nos deslumbre por su estética, es decir, su belleza. Contrario a los estudios literarios actuales neohistoricistas, neomarxistas y feministas que centran la crítica literaria en categorias más sociales como pueden ser la lucha de clases, el género o producto del contexto histórico donde se forjan las obras; Harold Bloom argumenta que el verdadero valor literario se halla en la cualidad y calidad estética y su capaciad para sorprendernos como lectores. No me detendré mucho en este asunto, porque el motivo que me hace traer este libro ante este blog es el descubrimiento que en sus páginas hice, a saber, como uno de los rasgos merecedores para Bloom de que ciertos autores sean canon se encuentra en como los personajes por ellos escritos se enfrentan al cambio.
Sin tratarse de una obra científica sobre la gestión del cambio, "El Canon Occidental" nos permite de una forma amena, interesante y culta acercarnos a las formas más comunes de como una persona se enfrenta a ese hecho inevitable, cambiar. Y lo hace gracias al estudio de los personajes más emblemáticos de escritores como Shakespeare, Cervantes, Dante o Chaucer. Cada uno de estos autores ejemplifica en sus invenciones literarias una forma de cambio determinada, lo que nos va a permitir a nosotros darnos cuenta de los posibles caminos a los cuales optamos para aceptar el cambio como parte de nuestra forma de entender el mundo y nuestra propia vida. Caminos por otro lado, no excluyentes ni incompatibles.
El primer camino para el cambio es el de la reflexión interior o diálogo con uno mismo. Shakespeare fue de los primeros que permitió que sus personajes cambiaran y evolucionaran gracias a los diálogos internos que mantenían, no con otros seres de la obra, sino consigo mismos. Hamlet, Falstaff, Yago y un largo etcétera de otros personajes shakesperianos logran, gracias a esa habilidad de hablarse y escucharse a si mismos, el feed back necesario para enfrentarse a los diferentes acontecimientos y cambiar. Uno de los senderos más útiles para el cambio es la habilidad de hablarse y escucharse a uno, de permitirse ese diálogo interno y dejar decirnos y escucharnos lo que debemos comunicarnos.
El segundo camino lo encontramos en el diálogo con los otros. En muchas ocasiones necesitamos que alguien nos enseñe el sendero, nos marque los pasos o nos aconseje de las posibles opciones que ante nosotros se nos abren. Se trata de esa voz amiga que vienen del exterior y que nos permite en nuestro interior accionar la palanca que no sabíamos como accionar. Don Quijote y Sancho Panza son el ejemplo que Harold Bloom me descubre, donde uno y otro acaban la obra en un proceso inverso de "quijotización" y "sanchización". La mesura de Sancho acaba llegando a Don Quijote en su lecho de muerte, la imaginación desbordante y desmedida de su amo baña al escudero también. Y es esos deliciosos diálogos que ambos mantienen en la obra donde poco a poco se va produciendo ese cambio, que además va permitiendo conocerse a cada uno mejor gracias a las palabras y opiniones del otro.
El tercer camino es del cambio debido al contexto o la situación. Muchos de nosotros necesitamos que nuestro entorno más próximo cambie de forma notoria para producir en nosotros un cambio significativo. Un hecho relevante como un despido, una muerte, una enfermedad, un romance son los desencadenantes clave que permiten que una persona despierte y cambie. Ese es el método de Dante en su "Divina Comedia", donde el propio autor es el personaje de su obra y éste, va cambiando a medida que va atravesando el Infierno, el Purgatorio y el Cielo.
Gracias a uno mismo, a los otros o a las situaciones a las que nos enfrentamos encontramos la posibilidad del cambio y la evolución. Pero los personajes anteriormente descritos, cambian sin tener en mente muchas veces que deben cambiar para si mismos y no para los demás. Esa importante lección la obtenemos de otro escritor que Harold Bloom estudia al detalle, el ensayista francés Michel de Montaigne que nos dice "es a mí a quien pinto...", es decir, soy yo el que debe buscar y asumir ese cambio. Montaigne asume que el cambio es vital para cumplir la máxima griega del "nosce te ipsum" y además, debemos ser nosotros mismos los protagonistas de nuestra propia novela. Una obra donde debemos aprender que "la principal ocupación de mi vida es pasarla lo mejor posible" y "la verdadera libertad consiste en el dominio absoluto de sí mismo". El cambio es vital, porque lamentablemente "nos enseñan a vivir cuando nuestra vida ha pasado" y eso es algo que no nos podemos permitir mantener mucho tiempo.
Neurociencia en la gestión de equipos
Una de las ciencias que más avances está logrando en el estudio de nuestro cerebro tanto a su nivel fisionómico como funcional es la neurociencia. Aportaciones claves como la plasticidad cerebral, la importancia de las conexiones sinápticas frente a la cantidad de neuronas o que nuestro cerebro es un cerebro social y necesita de los otros para aprender más y mejor, han roto con muchas de las ideas prefijadas anteriormente sobre el funcionamiento de nuestra CPU.
Y muchos de esos descubrimientos sobre cómo funciona nuestro cerebro son claves, junto con otro avance clave reciente como es la inteligencia emocional, para la gestión de los equipos en la empresa actual.
Parece que se nos ha olvidado que gestionar equipos no es más ni menos que saber gestionar personas y éstas, tienen algo que las máquinas de momento no poseén como son los sentimientos y la capacidad de aprender en todo momento. ¿Puede aportarnos algo la neurociencia y la inteligencia emocional? La respuesta es un sí rotundo.
Hoy me centraré en los grandes conceptos que la neurociencia nos ha brindado y como éstos nos van a permitir gestionar de manera más eficiente y eficaz los equipos en los cuales trabajamos.
El primer concepto clave es el de plasticidad o la capacidad del cerebro para establecer nuevas conexiones neuronales, que permiten a éste aprender nuevos conocimientos tanto a nivel teórico como práctico. Esta cualidad neuronal de nuestra CPU es la que nos dota de la capacidad para aprender a tocar un violín o aprender un idioma a cualquier edad, rompiendo la idea aceptada anteriormente de que a medida que pasaban los años, nuestro cerebro iba perdiendo aptitudes para el aprendizaje.
Por lo general, los conocimientos, tanto los mostrados como los ocultos por los miembros que forman un equipo, pueden ser aprendidos por otros y también ser modificados. Esto es de vital importancia, pues una de las principales debilidades que hoy en día mencionan, una y otra vez, las personas que trabajan en equipos es la incapacidad para dejar de hacer las cosas como siempre y caer una y otra vez en los mismos problemas.
Frases como "esto se lleva haciendo así desde siempre y no se puede cambiar", "no vas a venir tú ahora a enseñarnos como hacer las cosas de nuevo", "el método funciona a pesar de los retrasos y los continuos problemas con el cliente y el equipo" seguro que suenan a más de uno. Pues bien, el equipo puede aprender en todo momento hacer las cosas de otra forma distinta y seguro que mejor. La plasticidad debe impregnar la gestión de equipos, pues cada proyecto es diferente, cada cliente es un mundo y aunque debe haber unas bases mínimas que permitan el funcionamiento, si el equipo está acostumbrado a modificar sus formas de trabajo será más resolutivo y eficaz.
Otro de las ideas que nos ha regalado la neurociencia es la importancia de las conexiones neuronales más que su número. ¿Cuántas veces los gestores o nuestros jefes han pensado que la mejor solución a determinados problemas es aumentar el número de miembros del equipo? Como si más fuese siempre mejor. Es cierto que en algunos casos es necesario contar con más jugadores en el partido, pero por lo general, esa demanda es fácilmente observable. Más difícil es mentalizarse que el equipo tiene que saber jugar bien engrasado y a punto. Las relaciones que se establecen en un grupo de personas que van a compartir muchas horas en un entorno que no es el personal, exigen que tanto el líder como los integrantes del equipo sepan establecer lazos y conexiones apropiadas.
Aquí entra de lleno la importancia de la inteligencia emocional como nuestra habilidad para crear equipos bien comunicados en todo momento. En mi escuela de negocio nos decían que teníamos que aprender a trabajar con todo tipo de personas y, aunque no deja de ser una afirmación cierta y válida, oculta una parte muy importante, no todos trabajamos igual de bien con todos. La misión de un gestor de equipo es hacerse con personas que sepan trabajar entre ellos y sobre todo, sepan comunicarse. La formación de los equipos en muchas empresas deja mucho que desear, pues se valoran más los conocimientos técnicos y teóricos que pueda aportar más que su perfil emocional. Ello nos lleva a que una de las funciones fundamentales de un departamento de Personas (recursos humanos), es tanto establecer perfiles funcionales como emocionales. El equipo debe ser además de una auténtico grupo funcional, un grupo emocionalmente estable y compenetrado.
A lo anterior puede argumentarse que los equipos varían y las personas que lo forman vienen y van, esa es una realidad palpable sin duda. Pero también que ante ese problema, podemos contar con la idea de las neuronas espejo y la necesidad de aprendizaje social de nuestro cerebro.
Las neuronas espejo son aquellas que nos permiten aprender por una de las formas más sencillas y eficaces de aprendizaje, la imitación. Si, ya sé que nos han dicho mil veces que copiar es malo y poco honorable, pero no se trata de un mero trabajo de copista, sino de imitación. Si una estrategia funciona en una persona para lograr una serie de resultados, es posible que también funcioné con uno. Si la persona que deja el equipo tenía una serie de habilidades funcionales y emocionales determinadas, la persona que la sustituya puede aprender esas dotes a través de la imitación. Y por supuesto, aprenderá más y mejor si todo el equipo al que va a ser destinado le ayuda a ello. Aprendemos más rápido y de mejor forma cuando lo hacemos acompañados que cuando lo hacemos solos, nuestro cerebro es un cerebro social, no debemos olvidarlo.
Capacidad para el aprendizaje, adaptación al cambio, gestión emocional, implicación, imitación de las habilidades de éxito, conocimiento funcional y emocional de los integrantes del equipo y pro-actividad son elementos claves para que un equipo funcione de una manera más engrasada. Todo lo anterior no asegura el éxito, pero si reconocer los fallos de manera más fácil, ponerles solución y lograr la victoria mucho más rápido y de forma mucho más eficaz y eficiente. El reto como siempre está en cambiar y aceptar que trabajamos con personas y no con máquinas.
¿Reconoces a tu equipo en estas cualidades? Deja tus opiniones y comentarios, así aprenderemos todos.
Y muchos de esos descubrimientos sobre cómo funciona nuestro cerebro son claves, junto con otro avance clave reciente como es la inteligencia emocional, para la gestión de los equipos en la empresa actual.
Parece que se nos ha olvidado que gestionar equipos no es más ni menos que saber gestionar personas y éstas, tienen algo que las máquinas de momento no poseén como son los sentimientos y la capacidad de aprender en todo momento. ¿Puede aportarnos algo la neurociencia y la inteligencia emocional? La respuesta es un sí rotundo.
Hoy me centraré en los grandes conceptos que la neurociencia nos ha brindado y como éstos nos van a permitir gestionar de manera más eficiente y eficaz los equipos en los cuales trabajamos.
El primer concepto clave es el de plasticidad o la capacidad del cerebro para establecer nuevas conexiones neuronales, que permiten a éste aprender nuevos conocimientos tanto a nivel teórico como práctico. Esta cualidad neuronal de nuestra CPU es la que nos dota de la capacidad para aprender a tocar un violín o aprender un idioma a cualquier edad, rompiendo la idea aceptada anteriormente de que a medida que pasaban los años, nuestro cerebro iba perdiendo aptitudes para el aprendizaje.
Por lo general, los conocimientos, tanto los mostrados como los ocultos por los miembros que forman un equipo, pueden ser aprendidos por otros y también ser modificados. Esto es de vital importancia, pues una de las principales debilidades que hoy en día mencionan, una y otra vez, las personas que trabajan en equipos es la incapacidad para dejar de hacer las cosas como siempre y caer una y otra vez en los mismos problemas.
Frases como "esto se lleva haciendo así desde siempre y no se puede cambiar", "no vas a venir tú ahora a enseñarnos como hacer las cosas de nuevo", "el método funciona a pesar de los retrasos y los continuos problemas con el cliente y el equipo" seguro que suenan a más de uno. Pues bien, el equipo puede aprender en todo momento hacer las cosas de otra forma distinta y seguro que mejor. La plasticidad debe impregnar la gestión de equipos, pues cada proyecto es diferente, cada cliente es un mundo y aunque debe haber unas bases mínimas que permitan el funcionamiento, si el equipo está acostumbrado a modificar sus formas de trabajo será más resolutivo y eficaz.
Otro de las ideas que nos ha regalado la neurociencia es la importancia de las conexiones neuronales más que su número. ¿Cuántas veces los gestores o nuestros jefes han pensado que la mejor solución a determinados problemas es aumentar el número de miembros del equipo? Como si más fuese siempre mejor. Es cierto que en algunos casos es necesario contar con más jugadores en el partido, pero por lo general, esa demanda es fácilmente observable. Más difícil es mentalizarse que el equipo tiene que saber jugar bien engrasado y a punto. Las relaciones que se establecen en un grupo de personas que van a compartir muchas horas en un entorno que no es el personal, exigen que tanto el líder como los integrantes del equipo sepan establecer lazos y conexiones apropiadas.
Aquí entra de lleno la importancia de la inteligencia emocional como nuestra habilidad para crear equipos bien comunicados en todo momento. En mi escuela de negocio nos decían que teníamos que aprender a trabajar con todo tipo de personas y, aunque no deja de ser una afirmación cierta y válida, oculta una parte muy importante, no todos trabajamos igual de bien con todos. La misión de un gestor de equipo es hacerse con personas que sepan trabajar entre ellos y sobre todo, sepan comunicarse. La formación de los equipos en muchas empresas deja mucho que desear, pues se valoran más los conocimientos técnicos y teóricos que pueda aportar más que su perfil emocional. Ello nos lleva a que una de las funciones fundamentales de un departamento de Personas (recursos humanos), es tanto establecer perfiles funcionales como emocionales. El equipo debe ser además de una auténtico grupo funcional, un grupo emocionalmente estable y compenetrado.
A lo anterior puede argumentarse que los equipos varían y las personas que lo forman vienen y van, esa es una realidad palpable sin duda. Pero también que ante ese problema, podemos contar con la idea de las neuronas espejo y la necesidad de aprendizaje social de nuestro cerebro.
Las neuronas espejo son aquellas que nos permiten aprender por una de las formas más sencillas y eficaces de aprendizaje, la imitación. Si, ya sé que nos han dicho mil veces que copiar es malo y poco honorable, pero no se trata de un mero trabajo de copista, sino de imitación. Si una estrategia funciona en una persona para lograr una serie de resultados, es posible que también funcioné con uno. Si la persona que deja el equipo tenía una serie de habilidades funcionales y emocionales determinadas, la persona que la sustituya puede aprender esas dotes a través de la imitación. Y por supuesto, aprenderá más y mejor si todo el equipo al que va a ser destinado le ayuda a ello. Aprendemos más rápido y de mejor forma cuando lo hacemos acompañados que cuando lo hacemos solos, nuestro cerebro es un cerebro social, no debemos olvidarlo.
Capacidad para el aprendizaje, adaptación al cambio, gestión emocional, implicación, imitación de las habilidades de éxito, conocimiento funcional y emocional de los integrantes del equipo y pro-actividad son elementos claves para que un equipo funcione de una manera más engrasada. Todo lo anterior no asegura el éxito, pero si reconocer los fallos de manera más fácil, ponerles solución y lograr la victoria mucho más rápido y de forma mucho más eficaz y eficiente. El reto como siempre está en cambiar y aceptar que trabajamos con personas y no con máquinas.
¿Reconoces a tu equipo en estas cualidades? Deja tus opiniones y comentarios, así aprenderemos todos.
Lidérate para poder liderar
Imaginen lo siguiente, una persona que no es capaz de cumplir con el propósito de ir al gimnasio, dejar de fumar, perder los kilos de más que tiene desde hace tiempo, pasar más tiempo con sus hijos, esposa y amigos. Tampoco encuentra tiempo ni energías para aprender inglés que siempre se le resiste, ni ponerse al día con esas malditas nuevas tecnologías 2.0 e incluso 3.0 que le sacan de quicio. Salta de una tarea a otra, de un hobie a otro porque no es capaz de esperar a que den los frutos necesarios. Es muy probable que también se altere con su entorno porque las cosas no llegan a tiempo, no le entienden, todo lo tiene que hacer él. Claro que para eso es el jefe del equipo, del proyecto, del departamento o incluso de la empresa. Por algo será que él es el que manda. Por eso no encuentra tiempo para todo lo que le gustaría hacer, su trabajo le desborda porque todos dependen de él y parece que es el único capaz de solucionarlo todo.
¿A cuántos les suena ese perfil de directivo? Seguro que a muchos, pues por desgracia se trata de las características que poseen la mayoría de nuestros directivos y jefes más directos en el mundo de la empresa, pero es un mal que afecta a muchas personas de una organización, independientemente de su cargo. Padece lo que yo llamo falta de liderazgo intrapersonal, que está íntimamente relacionada con la inteligencia intrapersonal que describió en su día Howard Gardner. No puedes liderar tu entorno si antes no eres capaz de liderarte a ti mismo.
Un lider incapaz de comprometerse consigo mismo y sus retos y planes, será incapaz a largo plazo de hacerlo con otras personas y metas. El camino hacia el liderazgo exterior conlleva como primer éxito el liderazgo interior.
Algunos pensarán que lo que intento desarrollar en este post no tiene lógica ninguna, uno puede ser un estupendo lider sin necesidad de ser un "auto-lider", que muchas personas son capaces de actuar de manera adecuada y efectiva cuando lo hacen con otras y ser un auténtico desastre consigo mismo, "haz lo que yo digo, no hagas lo que yo hago". Puede ser, pero me cuesta creerlo. Alguien incapaz de planificarse a nivel personal difícilmente podrá hacerlo fuera, quien no controla las herramientas que permiten alcanzar metas internas no las tiene suficientemente interiorizadas para que de forma natural, salgan a la luz en otros ámbitos. Y aunque así fuese, ¿no sería mejor también ser un "lider intrapersonal"? Los beneficios de alcanzar esa dimensión serían muy provechosos, ¿no creen?
Para convertirse en el lider de nuestra vida a nivel personal y profesional, debemos trabajar las siguientes dimensiones:
¿A cuántos les suena ese perfil de directivo? Seguro que a muchos, pues por desgracia se trata de las características que poseen la mayoría de nuestros directivos y jefes más directos en el mundo de la empresa, pero es un mal que afecta a muchas personas de una organización, independientemente de su cargo. Padece lo que yo llamo falta de liderazgo intrapersonal, que está íntimamente relacionada con la inteligencia intrapersonal que describió en su día Howard Gardner. No puedes liderar tu entorno si antes no eres capaz de liderarte a ti mismo.
Un lider incapaz de comprometerse consigo mismo y sus retos y planes, será incapaz a largo plazo de hacerlo con otras personas y metas. El camino hacia el liderazgo exterior conlleva como primer éxito el liderazgo interior.
Algunos pensarán que lo que intento desarrollar en este post no tiene lógica ninguna, uno puede ser un estupendo lider sin necesidad de ser un "auto-lider", que muchas personas son capaces de actuar de manera adecuada y efectiva cuando lo hacen con otras y ser un auténtico desastre consigo mismo, "haz lo que yo digo, no hagas lo que yo hago". Puede ser, pero me cuesta creerlo. Alguien incapaz de planificarse a nivel personal difícilmente podrá hacerlo fuera, quien no controla las herramientas que permiten alcanzar metas internas no las tiene suficientemente interiorizadas para que de forma natural, salgan a la luz en otros ámbitos. Y aunque así fuese, ¿no sería mejor también ser un "lider intrapersonal"? Los beneficios de alcanzar esa dimensión serían muy provechosos, ¿no creen?
Para convertirse en el lider de nuestra vida a nivel personal y profesional, debemos trabajar las siguientes dimensiones:
- La comunicación intrapesonal: Es fundamental saber hablarse a uno mismo. Debemos saber escucharnos, tanto a nuestro cuerpo como a nuestra mente. Y tan importante como lo último, es saber decirnos las cosas a nosotros mismos. Somos la persona con la que más tiempo pasamos hablando y en la mayoría de los casos, nos tratamos y nos hablamos de forma muy dura y pésima. Si conseguimos escucharnos y entendernos, ya seremos capaces de escuchar y entender a otros.
- Desterrar la procrastinación y asumir la proactividad: En castellano hay un dicho que resume perfectamente este apartado, "no dejes para mañana lo puedes hacer hoy". La procrastinación es un auténtico ladrón de tiempo, un verdadero virus que es capaz de enfermarnos y hacer que fracasen multitud de proyectos vitales. Caemos en la procrastinación de tres formas: por miedo, por evitación y por indicisión. Aunque ráramente no se dan las tres al mismo tiempo. Albert Einstein afirmaba que "la vida es muy peligrosa, no por las personas que hacen el mal, sino por aquellas que se sientan a ver lo que pasa."
- Levantarse del sofá o nuestra zona de confort, asumir el cambio: Si, la gran mayoría pensarán que estamos locos por hacerlo, nos dirán que ya son ganas de complicarse la vida pero, y como dice otra vez el genial A. Einstein, "locura es hacer una y otra vez lo mismo y esparar resultdos distintos." El cambio te rodea lo asumas o no, está en la naturaleza, es tu vida y en tu propio cuerpo. El éxito es de aquellos que saben adaptarse en todo momento y no se conforman con lo establecido. Ganan quienes van más allá e intentan superar las barreras y límites que dicen son infranqueables.
- Interiorizar la importancia del "compropiomiso": Comprométete contigo mismo antes de hacerlo con los demás. (No dejen de leer el enlace para profundizar en este término tan importante)
- Convertir las cartas de la "templanza" y la "fortaleza" en una virtud de la resiliencia: Sobreponte al sufrimiento y el dolor, asume que forman parte del proceso y que sin ellos es imposible alcanzar tus metas. Son los que hacen que el éxito sepan tan bien.
- Enjoy the road!: ¡Disfruta el camino! No dejes que tu ansiedad te controle por llegar más pronto a la meta marcada, lo único que conseguirás es aumentar el sufrimiento y las posibilidades de fracaso. Saborea cada paso porque es irrepetible y único, porque de cada uno aprendes y te haces más fuerte y significa que estás uno más cerca de alcanzar tu éxito. Comprobarás que la felicidad no está tanto en lo que consigues, sino en el sendero que recorres para conseguirlo.
abril 18, 2012
Posted by Alberto Fernández
Son personas....
Hace unos días me encontraba disfrutando de una agradable e instructiva conversación con un gran amigo en torno a un café. Abordamos, como se hace en este tipo de charlas abiertas y relajadas, multitud de temas tanto divinos como humanos, pero uno en concreto despertó mi atención para compartirlo con mis lectores en este su blog.
Hace pocos meses que mi amigo cambió de trabajo saliendo de su antigua empresa, en la cual pasó periodos muy buenos al principio a otros muy malos al final que motivaron su marcha. La compañía actual parecía resolver muchas de las demandas que él comunicaba a su anterior empresa y por tanto, su ánimo y energía laboral volvían a estar cargadas al máximo para rendir al ciento por ciento. Pero ciertas cosas volvieron, ciertos males endémicos no se quedaron atrás y regresaron haciendo acto de presencia en su nuevo camino. Llegó a la conclusión de que el sector en el cual él se mueve padece de un mal común.
Dispuesto, primero por ser amigo y luego por interés personal, a profundizar un poco más sobre el tema, le pregunté por aquellos males endémicos que él consideraba comunes a todo el sector en el cual él se mueve. Y no crean que tardó mucho en recitármelos, estaba claro que había reflexionado y pensado mucho sobre ello y por lo tanto, no se trataba de una pataleta por haber tenido una mala semana o un acontecimiento ocasional.
No recuerdo exactamente el orden, pero los problemas que enumeró fueron:
Ésto me hizo pensar,¿qué hace una empresa para que uno de sus empleados considere que no los tratan como personas?, ¿saben en la compañía que esa es la emoción de uno de sus trabajadores?, ¿es un mal único y exclusivo del sector de mi amigo? o por el contrario, ¿es algo extendido a todos los sectores profesionales?. A medida que me iba planteando las cuestiones, me daba cuenta de que las respuestas que obtenía no eran nada positivas. Muchas empresas siguen considerando a sus empleados RECURSOS y no PERSONAS.
Y la palabra que me hizo abrir la caja de Pandora fue EMOCIÓN. La gran mayoría de las compañías siguen centradas en una gestión de las personas basadas en los RECURSOS humanos y no en las personas mismas. Esos seres extraños, ocupados y atareados, que polulan de aquí para allá, que pasan horas y horas enfrente de sus pantallas de ordenador, que viajan, que visitan al cliente, que venden, que programan, que dejan de lado en algunas ocasiones su vida personal para dar más tiempo a su vida laboral tienen EMOCIONES. Y no sabemos gestionarlas ni hacemos nada para que ellos mismos lo hagan.
Es fundamental para una compañía que las personas que la componen sepan en todo momento gestionar sus emociones y sentimientos. No estamos hablando de tonterías new age, ni modas orientalistas de gurús o monjes tibetanos, todo lo contrario, se está poniendo sobre el tapete de juego algo fundamental como es que mis empleados deben tener un equilibrio emocional correcto, porque de ese equilibrio saldrá el ímpetu, la fuerza, la dedicación, la pasión y los resultados que harán a mi empresa ofrecer un auténtico valor diferencial.
Ha llegado el momento de que la gestión del cambio, la PNL, el coaching, la gestión del talento, el cuidado y mantenimiento del clima laboral y relacional se establezca, de una vez por todas, en el "core" de la empresa. Ha llegado el momento, de una vez por todas, de desterrar viejos esquemas de ordeno y mando, palo y zanahoria, recompensas no deseadas, falsas esperanzas y mentiras abandonen de una vez por todas uno de los lugares en los cuales pasamos mucho tiempo, nuestro entorno de trabajo. Veo un futuro donde los empleados saben lidiar con las emociones y sentimientos a los que su mundo profesional les enfrenta, donde directivos, jefes y mandos intermedios dejen de ver recursos y vean de una vez por todas a personas con sus complejidades, sus vidas, sus espacios, sus fortalezas y debilidades junto con sus amenazas y oportunidades. Un futuro en el cual la regla es que el líder sea el jefe y sus compañeros sean sus partners. Esa es la meta a la que deben dirigirse las empresas para triunfar y las que lo logren, no tendrán rival porque las personas que la compongan, darán lo mejor de si pues las personas que saben gestionar sus emociones son proactivas mientras que los recursos, no dejan de ser instrumentos en manos de otros.
Hace pocos meses que mi amigo cambió de trabajo saliendo de su antigua empresa, en la cual pasó periodos muy buenos al principio a otros muy malos al final que motivaron su marcha. La compañía actual parecía resolver muchas de las demandas que él comunicaba a su anterior empresa y por tanto, su ánimo y energía laboral volvían a estar cargadas al máximo para rendir al ciento por ciento. Pero ciertas cosas volvieron, ciertos males endémicos no se quedaron atrás y regresaron haciendo acto de presencia en su nuevo camino. Llegó a la conclusión de que el sector en el cual él se mueve padece de un mal común.
Dispuesto, primero por ser amigo y luego por interés personal, a profundizar un poco más sobre el tema, le pregunté por aquellos males endémicos que él consideraba comunes a todo el sector en el cual él se mueve. Y no crean que tardó mucho en recitármelos, estaba claro que había reflexionado y pensado mucho sobre ello y por lo tanto, no se trataba de una pataleta por haber tenido una mala semana o un acontecimiento ocasional.
No recuerdo exactamente el orden, pero los problemas que enumeró fueron:
- Falta de verdadero compromiso con el cliente, al cúal se le vende más un producto o servicio que una auténtica solución a sus necesidades.
- Mala planificación y gestión de proyectos.
- Ausencia de una pasión laboral por la labor desempeñada.
- Olvidarse de que los empelados son ¡PERSONAS!
Ésto me hizo pensar,¿qué hace una empresa para que uno de sus empleados considere que no los tratan como personas?, ¿saben en la compañía que esa es la emoción de uno de sus trabajadores?, ¿es un mal único y exclusivo del sector de mi amigo? o por el contrario, ¿es algo extendido a todos los sectores profesionales?. A medida que me iba planteando las cuestiones, me daba cuenta de que las respuestas que obtenía no eran nada positivas. Muchas empresas siguen considerando a sus empleados RECURSOS y no PERSONAS.
Y la palabra que me hizo abrir la caja de Pandora fue EMOCIÓN. La gran mayoría de las compañías siguen centradas en una gestión de las personas basadas en los RECURSOS humanos y no en las personas mismas. Esos seres extraños, ocupados y atareados, que polulan de aquí para allá, que pasan horas y horas enfrente de sus pantallas de ordenador, que viajan, que visitan al cliente, que venden, que programan, que dejan de lado en algunas ocasiones su vida personal para dar más tiempo a su vida laboral tienen EMOCIONES. Y no sabemos gestionarlas ni hacemos nada para que ellos mismos lo hagan.
Es fundamental para una compañía que las personas que la componen sepan en todo momento gestionar sus emociones y sentimientos. No estamos hablando de tonterías new age, ni modas orientalistas de gurús o monjes tibetanos, todo lo contrario, se está poniendo sobre el tapete de juego algo fundamental como es que mis empleados deben tener un equilibrio emocional correcto, porque de ese equilibrio saldrá el ímpetu, la fuerza, la dedicación, la pasión y los resultados que harán a mi empresa ofrecer un auténtico valor diferencial.
Ha llegado el momento de que la gestión del cambio, la PNL, el coaching, la gestión del talento, el cuidado y mantenimiento del clima laboral y relacional se establezca, de una vez por todas, en el "core" de la empresa. Ha llegado el momento, de una vez por todas, de desterrar viejos esquemas de ordeno y mando, palo y zanahoria, recompensas no deseadas, falsas esperanzas y mentiras abandonen de una vez por todas uno de los lugares en los cuales pasamos mucho tiempo, nuestro entorno de trabajo. Veo un futuro donde los empleados saben lidiar con las emociones y sentimientos a los que su mundo profesional les enfrenta, donde directivos, jefes y mandos intermedios dejen de ver recursos y vean de una vez por todas a personas con sus complejidades, sus vidas, sus espacios, sus fortalezas y debilidades junto con sus amenazas y oportunidades. Un futuro en el cual la regla es que el líder sea el jefe y sus compañeros sean sus partners. Esa es la meta a la que deben dirigirse las empresas para triunfar y las que lo logren, no tendrán rival porque las personas que la compongan, darán lo mejor de si pues las personas que saben gestionar sus emociones son proactivas mientras que los recursos, no dejan de ser instrumentos en manos de otros.
marzo 22, 2012
Posted by Alberto Fernández