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- Neurociencia en la gestión de equipos
Una de las ciencias que más avances está logrando en el estudio de nuestro cerebro tanto a su nivel fisionómico como funcional es la neurociencia. Aportaciones claves como la plasticidad cerebral, la importancia de las conexiones sinápticas frente a la cantidad de neuronas o que nuestro cerebro es un cerebro social y necesita de los otros para aprender más y mejor, han roto con muchas de las ideas prefijadas anteriormente sobre el funcionamiento de nuestra CPU.
Y muchos de esos descubrimientos sobre cómo funciona nuestro cerebro son claves, junto con otro avance clave reciente como es la inteligencia emocional, para la gestión de los equipos en la empresa actual.
Parece que se nos ha olvidado que gestionar equipos no es más ni menos que saber gestionar personas y éstas, tienen algo que las máquinas de momento no poseén como son los sentimientos y la capacidad de aprender en todo momento. ¿Puede aportarnos algo la neurociencia y la inteligencia emocional? La respuesta es un sí rotundo.
Hoy me centraré en los grandes conceptos que la neurociencia nos ha brindado y como éstos nos van a permitir gestionar de manera más eficiente y eficaz los equipos en los cuales trabajamos.
El primer concepto clave es el de plasticidad o la capacidad del cerebro para establecer nuevas conexiones neuronales, que permiten a éste aprender nuevos conocimientos tanto a nivel teórico como práctico. Esta cualidad neuronal de nuestra CPU es la que nos dota de la capacidad para aprender a tocar un violín o aprender un idioma a cualquier edad, rompiendo la idea aceptada anteriormente de que a medida que pasaban los años, nuestro cerebro iba perdiendo aptitudes para el aprendizaje.
Por lo general, los conocimientos, tanto los mostrados como los ocultos por los miembros que forman un equipo, pueden ser aprendidos por otros y también ser modificados. Esto es de vital importancia, pues una de las principales debilidades que hoy en día mencionan, una y otra vez, las personas que trabajan en equipos es la incapacidad para dejar de hacer las cosas como siempre y caer una y otra vez en los mismos problemas.
Frases como "esto se lleva haciendo así desde siempre y no se puede cambiar", "no vas a venir tú ahora a enseñarnos como hacer las cosas de nuevo", "el método funciona a pesar de los retrasos y los continuos problemas con el cliente y el equipo" seguro que suenan a más de uno. Pues bien, el equipo puede aprender en todo momento hacer las cosas de otra forma distinta y seguro que mejor. La plasticidad debe impregnar la gestión de equipos, pues cada proyecto es diferente, cada cliente es un mundo y aunque debe haber unas bases mínimas que permitan el funcionamiento, si el equipo está acostumbrado a modificar sus formas de trabajo será más resolutivo y eficaz.
Otro de las ideas que nos ha regalado la neurociencia es la importancia de las conexiones neuronales más que su número. ¿Cuántas veces los gestores o nuestros jefes han pensado que la mejor solución a determinados problemas es aumentar el número de miembros del equipo? Como si más fuese siempre mejor. Es cierto que en algunos casos es necesario contar con más jugadores en el partido, pero por lo general, esa demanda es fácilmente observable. Más difícil es mentalizarse que el equipo tiene que saber jugar bien engrasado y a punto. Las relaciones que se establecen en un grupo de personas que van a compartir muchas horas en un entorno que no es el personal, exigen que tanto el líder como los integrantes del equipo sepan establecer lazos y conexiones apropiadas.
Aquí entra de lleno la importancia de la inteligencia emocional como nuestra habilidad para crear equipos bien comunicados en todo momento. En mi escuela de negocio nos decían que teníamos que aprender a trabajar con todo tipo de personas y, aunque no deja de ser una afirmación cierta y válida, oculta una parte muy importante, no todos trabajamos igual de bien con todos. La misión de un gestor de equipo es hacerse con personas que sepan trabajar entre ellos y sobre todo, sepan comunicarse. La formación de los equipos en muchas empresas deja mucho que desear, pues se valoran más los conocimientos técnicos y teóricos que pueda aportar más que su perfil emocional. Ello nos lleva a que una de las funciones fundamentales de un departamento de Personas (recursos humanos), es tanto establecer perfiles funcionales como emocionales. El equipo debe ser además de una auténtico grupo funcional, un grupo emocionalmente estable y compenetrado.
A lo anterior puede argumentarse que los equipos varían y las personas que lo forman vienen y van, esa es una realidad palpable sin duda. Pero también que ante ese problema, podemos contar con la idea de las neuronas espejo y la necesidad de aprendizaje social de nuestro cerebro.
Las neuronas espejo son aquellas que nos permiten aprender por una de las formas más sencillas y eficaces de aprendizaje, la imitación. Si, ya sé que nos han dicho mil veces que copiar es malo y poco honorable, pero no se trata de un mero trabajo de copista, sino de imitación. Si una estrategia funciona en una persona para lograr una serie de resultados, es posible que también funcioné con uno. Si la persona que deja el equipo tenía una serie de habilidades funcionales y emocionales determinadas, la persona que la sustituya puede aprender esas dotes a través de la imitación. Y por supuesto, aprenderá más y mejor si todo el equipo al que va a ser destinado le ayuda a ello. Aprendemos más rápido y de mejor forma cuando lo hacemos acompañados que cuando lo hacemos solos, nuestro cerebro es un cerebro social, no debemos olvidarlo.
Capacidad para el aprendizaje, adaptación al cambio, gestión emocional, implicación, imitación de las habilidades de éxito, conocimiento funcional y emocional de los integrantes del equipo y pro-actividad son elementos claves para que un equipo funcione de una manera más engrasada. Todo lo anterior no asegura el éxito, pero si reconocer los fallos de manera más fácil, ponerles solución y lograr la victoria mucho más rápido y de forma mucho más eficaz y eficiente. El reto como siempre está en cambiar y aceptar que trabajamos con personas y no con máquinas.
¿Reconoces a tu equipo en estas cualidades? Deja tus opiniones y comentarios, así aprenderemos todos.