Archive for junio 2012
El viento
El barco surcaba la superficie azul del océano con sus velas
desplegadas al viento, los tres marineros de la nave miraban la
inmensidad que se descubría ante sus ojos mientras la luz del sol bañaba
su morena piel. De pronto P se dirigió al resto de sus compañeros:
- Vereís como dentro de nada el viento amainará y perderemos velocidad.
- Verás como no P.- Le dijo O con una sonrisa amplia.- Este maravilloso vientecillo seguirá así hasta que llegemos a puerto.
Mientras tanto R permanecía callado y los observaba muy atento, pero sin dejar de vigilar que los cabos estuviesen bien atados, controlando que las velas estuviesen bien orientadas y el barco siguiese el rumbo marcado según el mapa.
- Siempre surgen imprevistos O, si no es el viento será una tormenta, el mar es muy traicionero, siempre depara sospresas desagradables. No me fio un pelo. Hay algo que me está dando mala espina.
- Tú siempre con tus predicciones P. Hazme caso siéntate en cubierta, relájate y disfruta de la travesía.
R seguía a lo suyo comprobando los instrumentos de navegación, yendo de un lado para otro para comprobar que todo estaba en su sitio. Se detenía un segundo en popa miraba el cielo, cerraba los ojos, llenaba sus pulmones del refrescante aire y un intenso olor a sal le inundaba. Pero permanecía callado.
De pronto, el viento dejó de soplar, las velas del barco se desinflaron y el barco comenzó a perder velocidad hasta que quedó a mercer del dulce movimiento del agua, en un vaivén suave y casi imperceptible. P se levantó y soltó un largo bufido:
- ¡Ves O! Te lo dije, nunca puedas esperar nada bueno del mar y mucho menos de algo tan cambiante como el viento. ¡Maldita sea! ¿Qué haremos ahora? Seguro que cuando vuelva, aún por encima, soplará en la dirección contraria, ¡ya verás, te lo digo yo!
- No P, verás como no, tranquilízate y si el viento cambia de sentido, esperaremos a que vuelva a soplar en la dirección correcta. ¡Eres un manojo de nervios siempre! Así no llegarás a viejo.
La situación no sobresaltó mucho a R, no le gustaba era evidente, pero no se dejó llevar por el desánimo ni la complacencia. Recogió las velas, miró de nuevo sus instrumentos, anotó la posición en el cuaderno de bitácora y estudió el último informe metereológico que habían recibido. De improviso, el viento comenzó a soplar de nuevo:
- ¡Ja, te lo dije o no te lo dije O! Ahora sopla en la dirección contraria.
- Tranquilo P, ya volverá a cambiar.
R se dirigió al mástil, desplegó solo una vela, ajustó la botavara y tomó el timón para correjir el rumbo. Desde luego no era un buen viento pues no les permitia ir a todo trapo, pero era mejor que nada. Aún no había pronunciado palabra.
Al cabo de un tiempo, el viento volvió a soplar con fuerza en el sentido correcto y mientras P aseguraba que sería una situación breve y que volvería a cambiar para complicar más las cosas, O no paraba de repetirle que a igual que había dejado de soplar, cambiado el rumbo y regresado a la situación óptima, con calma y pacienca, la situación volvería a solucionarse si se volviese a estropear. R al mismo tiempo que ellos hablaban, desplegó todas las velas, fijó otra vez la botavara y tomó el timón.
Después de dos horas más de navegación donde el viento y las olas no dejarón de cambiar y modificar la situación, los tres marineros vieron puerto por fin. P y O siguieron intercambiando comentarios y R seguió callado.
Atracado el barco en el muelle y con los pies en tierra firme, al fin R habló:
- ¡Hemos llegado!
El pesimista se queja del viento; el optimista espera que cambie; el realista ajusta las velas.
- Vereís como dentro de nada el viento amainará y perderemos velocidad.
- Verás como no P.- Le dijo O con una sonrisa amplia.- Este maravilloso vientecillo seguirá así hasta que llegemos a puerto.
Mientras tanto R permanecía callado y los observaba muy atento, pero sin dejar de vigilar que los cabos estuviesen bien atados, controlando que las velas estuviesen bien orientadas y el barco siguiese el rumbo marcado según el mapa.
- Siempre surgen imprevistos O, si no es el viento será una tormenta, el mar es muy traicionero, siempre depara sospresas desagradables. No me fio un pelo. Hay algo que me está dando mala espina.
- Tú siempre con tus predicciones P. Hazme caso siéntate en cubierta, relájate y disfruta de la travesía.
R seguía a lo suyo comprobando los instrumentos de navegación, yendo de un lado para otro para comprobar que todo estaba en su sitio. Se detenía un segundo en popa miraba el cielo, cerraba los ojos, llenaba sus pulmones del refrescante aire y un intenso olor a sal le inundaba. Pero permanecía callado.
De pronto, el viento dejó de soplar, las velas del barco se desinflaron y el barco comenzó a perder velocidad hasta que quedó a mercer del dulce movimiento del agua, en un vaivén suave y casi imperceptible. P se levantó y soltó un largo bufido:
- ¡Ves O! Te lo dije, nunca puedas esperar nada bueno del mar y mucho menos de algo tan cambiante como el viento. ¡Maldita sea! ¿Qué haremos ahora? Seguro que cuando vuelva, aún por encima, soplará en la dirección contraria, ¡ya verás, te lo digo yo!
- No P, verás como no, tranquilízate y si el viento cambia de sentido, esperaremos a que vuelva a soplar en la dirección correcta. ¡Eres un manojo de nervios siempre! Así no llegarás a viejo.
La situación no sobresaltó mucho a R, no le gustaba era evidente, pero no se dejó llevar por el desánimo ni la complacencia. Recogió las velas, miró de nuevo sus instrumentos, anotó la posición en el cuaderno de bitácora y estudió el último informe metereológico que habían recibido. De improviso, el viento comenzó a soplar de nuevo:
- ¡Ja, te lo dije o no te lo dije O! Ahora sopla en la dirección contraria.
- Tranquilo P, ya volverá a cambiar.
R se dirigió al mástil, desplegó solo una vela, ajustó la botavara y tomó el timón para correjir el rumbo. Desde luego no era un buen viento pues no les permitia ir a todo trapo, pero era mejor que nada. Aún no había pronunciado palabra.
Al cabo de un tiempo, el viento volvió a soplar con fuerza en el sentido correcto y mientras P aseguraba que sería una situación breve y que volvería a cambiar para complicar más las cosas, O no paraba de repetirle que a igual que había dejado de soplar, cambiado el rumbo y regresado a la situación óptima, con calma y pacienca, la situación volvería a solucionarse si se volviese a estropear. R al mismo tiempo que ellos hablaban, desplegó todas las velas, fijó otra vez la botavara y tomó el timón.
Después de dos horas más de navegación donde el viento y las olas no dejarón de cambiar y modificar la situación, los tres marineros vieron puerto por fin. P y O siguieron intercambiando comentarios y R seguió callado.
Atracado el barco en el muelle y con los pies en tierra firme, al fin R habló:
- ¡Hemos llegado!
El pesimista se queja del viento; el optimista espera que cambie; el realista ajusta las velas.
junio 25, 2012
Posted by Alberto Fernández
Algún día... sea por fin AHORA
Algún día decidirás levantarte del cómodo sillón en el que te
encuentras postrado y verte en un espejo de verdad. Escogerás al fin ver
la imagen que en él se refleja y desvestirte de las excusas, los auto
engaños y las justificaciones, esas ropas que te abrigaban y falsamente
te protegen de tus frios miedos.
Algún día, ya desnudo ante mi mismo, verás todas las capacidades que durante tanto tiempo te has estado ocultando, las mismas van a permitir despertar los sueños que castigaste a un coma profundo. Los ojos antes ciegos de tu cara por fin verán la auténtica alma que mantenías atada con las cadenas de tu incertidumbre.
Algún día decidirás vivir conforme a tus aspiraciones y sueños. Algún día comenzarás a entender la importancia de una sonrisa, el valor de tus sentimientos y la grandeza de todas las emociones que te envuelven. Eligirás reír más, saltar más, correr más, jugar más, pasar más tiempo con o darle más besos a. Dejarás al fin únicamente de correr y comenzarás a disfrutar del paisaje y tus sensaciones y mientras así lo haces, comprenderás que quieres compartir mucho más con las personas que tú así decidas.
Algún día por fin lucharás por llevar a cabo eso que, durante mucho tiempo, tanto miedo te ha dado. No permitirás que nadie decida tu tiempo, comprenderás que las agujas del reloj solo van hacia adelante, todo un mundo de oportunidades que se abre ante tí y no desearás más regresar a Macondo, ese recuerdo en el recodo de tu mente. Desterrarás al olvido el imperio del pasado y el miedo al futuro, cantarás por fin el himno al ahora y comenzarás a conjugar en presente.
Algún día serás capaz de completar la definición de esas palabras que desde hace tiempo te resultanban incomprensibles y vacías. Escribirás los renglones de tu libro con los hechos que te inspirarán la pasión, el amor, la felicidad, la emoción, la valentía y el compromiso contigo mismo y para con todos los demás. Y serás consciente que ellas serán las armas que te permitan vencer tus miedos.
Si, algún día serás consciente de lo todo lo que te sobra y te resta movimiento, de que tú decides las piedras con las que llenas tu mochila y aquellas que arrojas a un lado del camino. Porque la imagen que verás en el espejo será la de un triunfador por el simple hecho de intentarlo, de un valiente por enfrentarse a sus miedos, de una sonrisa en tu cara porque la felicidad se ha convertido en una de tus metas.
Todo ello puedes llegar a hacerlo algún día, pero no esperes a que llege ese día, no decidas que sea mañana, toma la decisión de que ese algún día, no sea un alguno cualquiera, que ese momento, que ese algún día, sea AHORA.
Algún día, ya desnudo ante mi mismo, verás todas las capacidades que durante tanto tiempo te has estado ocultando, las mismas van a permitir despertar los sueños que castigaste a un coma profundo. Los ojos antes ciegos de tu cara por fin verán la auténtica alma que mantenías atada con las cadenas de tu incertidumbre.
Algún día decidirás vivir conforme a tus aspiraciones y sueños. Algún día comenzarás a entender la importancia de una sonrisa, el valor de tus sentimientos y la grandeza de todas las emociones que te envuelven. Eligirás reír más, saltar más, correr más, jugar más, pasar más tiempo con o darle más besos a. Dejarás al fin únicamente de correr y comenzarás a disfrutar del paisaje y tus sensaciones y mientras así lo haces, comprenderás que quieres compartir mucho más con las personas que tú así decidas.
Algún día por fin lucharás por llevar a cabo eso que, durante mucho tiempo, tanto miedo te ha dado. No permitirás que nadie decida tu tiempo, comprenderás que las agujas del reloj solo van hacia adelante, todo un mundo de oportunidades que se abre ante tí y no desearás más regresar a Macondo, ese recuerdo en el recodo de tu mente. Desterrarás al olvido el imperio del pasado y el miedo al futuro, cantarás por fin el himno al ahora y comenzarás a conjugar en presente.
Algún día serás capaz de completar la definición de esas palabras que desde hace tiempo te resultanban incomprensibles y vacías. Escribirás los renglones de tu libro con los hechos que te inspirarán la pasión, el amor, la felicidad, la emoción, la valentía y el compromiso contigo mismo y para con todos los demás. Y serás consciente que ellas serán las armas que te permitan vencer tus miedos.
Si, algún día serás consciente de lo todo lo que te sobra y te resta movimiento, de que tú decides las piedras con las que llenas tu mochila y aquellas que arrojas a un lado del camino. Porque la imagen que verás en el espejo será la de un triunfador por el simple hecho de intentarlo, de un valiente por enfrentarse a sus miedos, de una sonrisa en tu cara porque la felicidad se ha convertido en una de tus metas.
Todo ello puedes llegar a hacerlo algún día, pero no esperes a que llege ese día, no decidas que sea mañana, toma la decisión de que ese algún día, no sea un alguno cualquiera, que ese momento, que ese algún día, sea AHORA.
junio 18, 2012
Posted by Alberto Fernández