Posted by : Alberto Fernández octubre 24, 2013

"[...] resulta asombrosa la frecuencia con la que se constata que la cultura empresarial de muchas de ellas es errónea, igual que la actitud de sus dirigentes." Sir Michael Rake, presidente de BT Group

"Lo más importante para nosotros son nuestros empleados."; "Nuestro equipo es nuestra diferencia"; "Nuestros trabajadores, nuestro principal activo." ¿A cuántos nos suenan estás frases? A todos. No hay empresa, por grande o pequeña que sea, que no presuma de cuidar a sus empleados, llegando a afirmar que son lo más importante que poseen, prestando una atención primordial a su estado. Y a cuántos una vez leído lo anterior, no se nos pone una mueca de extrañeza y malicia en el rostro, gracias a las experiencias profesionales que hemos vivido. ¿Mienten? ¿Nos engañan? ¿Acaso existen empresas con lo que se conoce como trastorno de identidad disociativo?


Lamentablemente sí, muchas de las organizaciones empresariales que nos rodean sufren lo que antiguamente se conocía como personalidad múltiple. ¿Cómo es eso posible? Principalmente porque carecen de una coherencia  entre lo que piensan, sienten y hacen.


Cabe preguntarse entonces si se puede ganar dinero sin esa coherencia. Por supuesto, y mucho. Pero, ¿se es eficiente y eficaz? No, es imposible. Entonces, si es posible tener beneficios sin ser coherente, ¿para qué serlo? Porque tarde o temprano esa situación acaba pasando factura. A largo plazo, la coherencia es una obligación porque, al igual que en el plano personal, tarde o temprano su ausencia nos acarrea problemas, en el mundo empresarial también. La falta de coherencia es como la hipertensión, una enfermedad silente, aquella que padecemos pero que no produce ningún tipo de síntoma hasta que, sino se diagnostican a tiempo, perjudican seriamente nuestra salud.

¿Cuál es el problema entonces? El origen del mal es que todos los empresarios saben que tienen que decir que sus empleados son lo más importante, en este aspecto, no caben medias tintas. Si una empresa no reconoce esa importancia, es más que consciente de que no durará mucho. Claro que ello no significa que lo piense o que actúe para dotar de contenido a lo que dice. Está, por tanto, mintiendo y la mentira, nunca es dicha para engañar a los demás, sino para engañarnos a nosotros mismos.

Sin embargo, a largo plazo la mentira no sobrevivirá. Cuidado, no queremos decir que no lo haga la empresa, sino que será la mentira la que pierda su fuerza y los demás, sabrán que en esa organización, lo más importante, por mucho que lo repitan, no son los empleados. Es posible que esa revelación no llegue a la opinión pública mayoritaria o incluso a los clientes, pero si se expandirá como un cáncer en el sector y todos los que lo forman y su principal daño será que la atracción y retención de TALENTO será una misión casi imposible.

En ese momento seremos conscientes de que como empresa, sufrimos un grave fallo para lograr aquello indispensable para realizar nuestra tarea, empleados. Y es imposible ofrecer un servicio de calidad si no somos capaces de atraer a los mejores y retenerlos, porque tarde o temprano, acabarán en la competencia luchando contra nosotros. Es como si los mejores acabasen alistándose al ejército enemigo, y lo que es peor, en la mayoría de los casos, nosotros mismos hemos formado a esos soldados. Pero al contrario de lo que ocurre en el ejército, la traición no está penada y por tanto, poco o nada podemos hacer cuando un empleado decide pasarse al bando enemigo. Nosotros lo hemos permitido.

Basten de ejemplo las palabras de Lord Sharman, ex-presidente de Aegis Group, cuando afirma:
El capital humano es fundamental, hasta el punto de que cuando una empresa pierde a alguien, pierde una inversión. [...] Si lo que se pierde son diez trabajadores que durante una serie de años han estado formándose en la empresa y aportando sus conocimientos en la misma, supone no cosechar los frutos de una gran inversión; esa pérdida, sin embargo, no figurará en los balances a pesar de ser tan, o más importante.
No es de extrañar por tanto que en la gran mayoría de las empresas españolas decidan, cuando elaboran sus demandas de trabajo, perfiles que aporten todo, es decir, conocimiento, experiencia y habilidades, porque no están dispuestas a correr esa pérdida de inversión. Si no se apuesta por lo más importante, difícilmente puede uno esperar que apuesten por él. Y al igual que cuando vamos a un café o una tienda y el dependiente o camarero no trata de forma poco adecuada, lo mismo ocurre cuando nuestros profesionales tratan con nuestros clientes. Pero si no están contentos, difícilmente lo harán. Muchas empresas ahora mismo, bajo la situación de nuestro mercado laboral, se sienten fuertes y con el mango de la sartén de su lado, pero no son conscientes de que las tornas cambian, y entonces, comenzarán a probar el amargo trago de haber cuidado poco a su activo más importante.

{ 2 comentarios... read them below or Comment }

  1. Esto nos pasa por mirar a corto plazo, a parte de ser muy poco empáticos.

    Saludos

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    Respuestas
    1. Bienvenido Josep,

      Efectivamente, muchos de los casos ocurren por tener miradas demasiado corto plazistas en los proyectos industriales, con empresarios preocupados en exceso en el día a día y totalmente descentrados del camino y de a dónde quieren ir.

      Un saludo y espero que regreses cuando quieras.

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