Posted by : Alberto Fernández mayo 30, 2014

Todos queremos a los mejores en nuestro equipo. Una de las peores situaciones que un niño pasa es cuando a la hora de formar los grupos para jugar, quedaba el último, resultaba claro que nadie le quería y que tenía que irse a un equipo que de entrada, no contaba con él. En el mundo de los adultos, sobre todo en el mundo de la empresa, éstas juegan todo el día y buscan sin parar a los mejores intentando no ser aquella que se quede con los que nadie quiere. El nombre bonito que los expertos en recursos humanos le han dado a esa estrategia que, desde niños llevamos a cabo, es búsqueda de talento. Sin embargo, ¿qué pasa cuando estamos tan obsesionados por traer talento a nuestra empresa que nos excedemos? Pues que no contamos en nuestra empresa con talento, sino únicamente con conocimiento o aptitud, pero no con actitud.

Una de las cosas curiosas es que mientras hay empresas que vigilan atentamente que los niveles de sobrecualificación no sean muy altos en sus plantillas, hay otras que parecen no ver en ello ningún tipo de problema. Ambas, y he aquí lo divertido, se enfrentan a una serie de "ideas pre-concebidas" con distinta respuesta.

No podemos pagarte /  No queremos pagarte

La empresa preocupada sabe que no puede pagar más al empleado sobrecualificado y le inquieta que se si le contrata, se sienta poco  motivado. Del lado contrario, la empresa quiere talento a toda costa, no está dispuesta a pagarlo y aún por encima, considera que la actitud del empleado con ella no es del cien por cien y suelen recriminarlo.

Te aburrirás con este trabajo / No debes aburrirte con este trabajo

La motivación es fundamental. Las emociones generadas por el trabajo y por ende, los sentimientos que ellas crean son algo vital para muchas compañías, conscientes de que si un empleado se aburre, es un empleado poco motivado y por tanto, un recurso que no está ofreciendo todo su valor, potencial y talento. En el otro lado del espectro, está la consideración de que si te aburres en el trabajo, es porque precisamente no estás centrado en tu obligación, que es trabajar.

Te irás a la menor oportunidad y no podemos / no queremos hacer nada por evitarlo

Evidentemente, las empresas que saben lo peligroso de tener empleados sobrecualificados es que llegados el momento, éstos se irán a otras compañías que les ofrezcan mejores condiciones y oportunidades, y ante ello poco pueden hacer y son conscientes de que es un terreno que deben mejorar. Sin embargo, el punto contrario son aquellas que teniendo mecanismos para evitarlo, no hacen nada y consideran el cambio del trabajador, no una oportunidad para ellos, sino un acto de traición. Consideran que el talento es un recurso fácil de sustituir, y que por tanto, si uno se va, otro vendrá.

Así, mientras que hay empresas que intentan ajustar los perfiles y sus demandas lo máximo posible para evitar casos de sobrecualificación, conscientes de los problemas que esas situaciones plantean. Otras se muestran totalmente indiferentes a esas cuestiones y su política son que cuanto más, mejor. Y he aquí otra curiosidad, mientras que las primeras quizás no tengan tanto profesional cualificado, tienen un aprovechamiento más óptimo del talento; mientras las segundas, acaban sufriendo niveles de rotación altos, con muchas más dificultades de retener a los buenos profesionales que las primeras. Ya que hay que dejar claro que cualificación y talento van ligadas, y no se tiene más talento por el simple hecho de tener más conocimientos. Ya hemos defendido aquí que talento es la suma de actitud y aptitud, y la única forma de que éste sea auténtico, es que ambos lados estén los más equilibrados posible.

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