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No quieras ser Superman, trabaja por ser Batman.
Una de las lecciones más valiosas de la inteligencia emocional y de la programación neuro-lingüística (P.N.L.) es que el lenguaje no es algo neutro, sino que nos aporta siempre algo, tanto en positivo como en negativo, por eso debemos ser cuidadosos con lo que comunicamos, tanto a nosotros mismos como a los demás. Es cierto que en la mayoría de los casos son sutilezas, pequeñas diferencias de matiz que a la mayoría de la gente le pueden parecer superfluas, pero que no lo son. Al fin y al cabo, no es lo mismo decir "yo controlo mi tiempo" a "yo gestiono mi tiempo", porque evidentemente nadie controlar el tiempo, sin embargo, todo el mundo puede gestionarlo.
Estas diferencias se vuelven mucho más cruciales cuando se relacionan con procesos de crecimiento personal, profesional o se está hablando de entornos laborales, donde los conflictos son la mayoría de las veces ocasionados por comunicar mal.
Así, podemos ver todavía mejor esa importancia del lenguaje en un artículo publicado el día 26 de Diciembre, en el suplemento Emprendedores y Empleo del diario Expansión titulado "Aunque no lo sepas, tienes superpodres profesionales". Se afirma que algunos empleados tienen los superpoderes de la invisibilidad, el control del tiempo, leer la mente, visionario y por último, flexibilidad / resiliencia.
Calificar ya de entrada ciertas habilidades profesionales con superpoderes puede dar a entender a quien no los tenga, que se trata de cosas vedadas para él y que no puede adquirir, pues eso son los superpoderes, algo que se tiene de forma bien natural o debido a un hecho providencial y que no se puede aprender. Y un experto en talento y recursos humanos debe vigilar ese discurso, porque en mayor o menor grado, muchas de las habilidades profesionales y más las que se describen en el artículo, pueden aprenderse. Por lo tanto, no se trata de superpoderes, sino de skills que un empleado puede adquirir si se lo propone. Se trata, ya lo comprenderán al final, de ser Batman y no Superman.
Metidos ya lleno en faena comenzamos por hablar del primer superpoder, la invisibilidad. A mi modo de entender, según se defiende en el artículo, ni siquiera supone una habilidad deseada:
Pasar inadvertido puede ayudarte a concentrarte en tus tareas o a acceder a información exclusiva...
Personalmente, no creo que pasar inadvertido sea algo positivo y descrito el superpoder como se hace, parece más que el fin del profesional es ser un espía capaz de lograr información secreta y que no debe conocerse. Si en vez de invisibilidad se hablase de "discreción", la cosa cambiaría. La invisibilidad es no estar visible, por tanto, no estar presente, y no creo que ningún líder quiera en un equipo una persona que por mucho que cumpla con sus tareas, no aporte, no sume y no se implique. Estaríamos ante el típico empleado sombra o fantasma, del que nada conocemos y nada sabemos más que cumple con mandado y punto.
Sin embargo, ante los evidentes peligros que la invisibilidad supone en el entorno laboral, pues en el artículo solo pueden mostrar una ventaja e inmediatamente saltan a sus múltiples problemas, la solución a ser invisible es, según Ignacio Belinchón, director de People Excellence:
estos trabajadores deben convertirse en personas muy necesarias para los demás, de manera que su especialización y sus capacidades les mantengan visibles.
No pongo en duda las virtudes de la especialización en un determinado momento, pero convertirse en personas muy necesarias tiene un deje a que la organización se vuelva dependiente de ellos. En mi opinión, fomentar la dependencia no es saludable, por lo tanto, habría que transformar esa "muy necesarias para los demás" en "muy útiles para los demás" lo cual transmite un valor más cercano a la inter-dependencia que a la dependencia.
El segundo superpoder es el control del tiempo. El reloj no puede controlarse, puede gestionarse, pero nunca se someterá a nuestra voluntad por mucho que lo intentemos. Así, como dice para mi acertadamente José Manuel Casado, socio de 2.C Consulting, este superpoder es:
saben administrarse, son eficientes con los recursos y el tiempo y tienen la capacidad para trabajar en varios proyectos
Que no es otra cosa que saber gestionar el tiempo, como bien indica Gonzalo Martínez de Miguel, director de Infova:
si pierdes la pelea de la gestión del tiempo hay muchas otras batallas que van detrás, como el déficit de dirección, la falta de comunicación del equipo o el descuido de la planificación. Con esta capacidad, también tenemos la posibilidad de dar marcha atrás al tiempo, revisar nuestro pasado y así saber arreglar lo que no ha funcionado
Ahora bien, matizaría a las palabras del Sr. Martínez de Miguel que no podemos dar marcha atrás al tiempo, pues viajar en él, de momento, no es posible, por lo tanto, no debemos perder energías en ello, mucho menos en revisar nuestro pasado, que debemos convertir en ocuparnos del presente, el único modo temporal donde se puede actuar.
El tercer poder descrito es mi favorito, la capacidad de leer la mente. porque me cuesta creer en la telepatía. Aunque el articulo lo reduce al final a la intuición, esta habilidad no es leer la mente, me gusta como lo define el diccionario de la RAE:
Es decir, no se trata de simplemente acertar lo que está pensando una persona, sino también de entender una idea, un problema, una situación de forma rápida, casi instantánea. Muchas veces la intuición tiene detrás un gran bagaje basado en la experiencia, como ocurre cuando alguien que más trayectoria en un campo es capaz de dar con ese quid que soluciona un problema a la primera.
Posteriormente también intenta relacionarse el superpoder de leer la mente con la empatía y la inteligencia emocional, con lo que estoy totalmente de acuerdo, pero como decía Elsa Punset al finalizar su sección en el programa REDES, "no es magia, es inteligencia emocional", que aquí podríamos transformar en "no es un superpoder, es inteligencia emocional".
Saber escuchar y preguntar, que nos lleva a comunicarnos de forma correcta, reconocer nuestras emociones y los sentimientos que nos provocan, nos ayudan a potenciar esa empatía y reconocer o intuir lo que puede estar pasándole por la cabeza a otra persona, pero nunca podremos leer su mente. E incluso un auténtico experto en inteligencia emocional, siempre hará preguntas e intentará asegurarse de lo que percibe es lo cierto, incluso intentará hacérselo ver antes a la otra persona, si ésta está de acuerdo con saberlo..
Nuestro cuarto superpoder es lo que en el artículo llaman "visionario". Se vuelve otra vez a mezclar ciertas dosis de intuición con una determinada visión, capacidad para la acción, determinación, creencias y pasión. Mientras leía esa lista de capacidades no podía dejar de pensar en un emprendedor y me preguntaba, por qué no le llamarán emprendimiento en vez de visionario Al fin y al cabo, un emprendedor es aquella persona que tiene una visión propia, pasión por su idea, ganas de ponerla en marcha, determinación y la creencia de que va a triunfar.
Ahora bien, personalmente no comparto la idea cuando en el artículo menciona que el ser visionario, es una capacidad que:
No. Lo que te dotará de las habilidades de liderazgo, comunicación y gestión de las emociones no es que seas visionario porque muchos son auténticos dictadores carentes de la más mínima capacidad de gestión de las emociones, otros simplemente son predicadores en el desierto y sin capacidad de liderazgo y muchos, tienen una gran visión y no saben como comunicarla. Para dotarse de liderazgo, comunicación y gestión de las emociones, hay que aprender, desarrollar nuestras potencialidades, conocernos, hacer un proceso de transformación y estar abierto al cambio, es decir, de talento, esa suma de conocimientos y habilidades. Por muy visionario que sea uno, no se adquiere la capacidad de tener inteligencia emocional.
Y por último, el quinto superpoder llamado "flexibilidad/resiliencia" donde otra vez se vuelven a mezclar y confundir términos. Dice Genoveva Vera, coach ejecutiva experta en liderazgo:
La resiliencia, definida de forma breve, es la capacidad para sobreponerse y salir de procesos adversos y dolorosos en el plano emocional. Un reto profesional no tiene porque suponer algo parecido y saber adaptarse a los cambios, si éstos no son negativos en lo emocional, no implican resiliencia. En este sentido, estamos hablando de capacidad de adaptación e incluso flexibilidad.
Aquí juega mucho si la empresa sabe proponer retos o amenazas, y es en las amenazas donde la resiliencia es una capacidad fundamental. Para ello, hay que conocer muy bien la matriz Actitud / Aptitud:
La resiliencia se da en todos los cuadrantes menos en la situación vivida como un reto, por eso, en los retos no es necesaria esa capacidad.
Comprobamos por lo tanto, que no es cuestión de superpodores, sino de habilidades que todo el mundo puede desarrollar y trabajar para lograr en mayor o menor medida. No se trata de ser Supermán con superpoderes incluidos, sino Batman, una persona de carne y hueso que con esfuerzo, dedicación, tesón, pasión y sacrificio desarrolla sus potencialidades al máximo. Se Batman, ya que nunca podrás ser Superman, los superpodores no existen.
Percibir íntima e instantáneamente una idea o verdad, tal como si se la tuviera a la vista.
Es decir, no se trata de simplemente acertar lo que está pensando una persona, sino también de entender una idea, un problema, una situación de forma rápida, casi instantánea. Muchas veces la intuición tiene detrás un gran bagaje basado en la experiencia, como ocurre cuando alguien que más trayectoria en un campo es capaz de dar con ese quid que soluciona un problema a la primera.
Posteriormente también intenta relacionarse el superpoder de leer la mente con la empatía y la inteligencia emocional, con lo que estoy totalmente de acuerdo, pero como decía Elsa Punset al finalizar su sección en el programa REDES, "no es magia, es inteligencia emocional", que aquí podríamos transformar en "no es un superpoder, es inteligencia emocional".
Saber escuchar y preguntar, que nos lleva a comunicarnos de forma correcta, reconocer nuestras emociones y los sentimientos que nos provocan, nos ayudan a potenciar esa empatía y reconocer o intuir lo que puede estar pasándole por la cabeza a otra persona, pero nunca podremos leer su mente. E incluso un auténtico experto en inteligencia emocional, siempre hará preguntas e intentará asegurarse de lo que percibe es lo cierto, incluso intentará hacérselo ver antes a la otra persona, si ésta está de acuerdo con saberlo..
Nuestro cuarto superpoder es lo que en el artículo llaman "visionario". Se vuelve otra vez a mezclar ciertas dosis de intuición con una determinada visión, capacidad para la acción, determinación, creencias y pasión. Mientras leía esa lista de capacidades no podía dejar de pensar en un emprendedor y me preguntaba, por qué no le llamarán emprendimiento en vez de visionario Al fin y al cabo, un emprendedor es aquella persona que tiene una visión propia, pasión por su idea, ganas de ponerla en marcha, determinación y la creencia de que va a triunfar.
Ahora bien, personalmente no comparto la idea cuando en el artículo menciona que el ser visionario, es una capacidad que:
dotará de habilidades de liderazgo, de comunicación y de gestión de las emociones
No. Lo que te dotará de las habilidades de liderazgo, comunicación y gestión de las emociones no es que seas visionario porque muchos son auténticos dictadores carentes de la más mínima capacidad de gestión de las emociones, otros simplemente son predicadores en el desierto y sin capacidad de liderazgo y muchos, tienen una gran visión y no saben como comunicarla. Para dotarse de liderazgo, comunicación y gestión de las emociones, hay que aprender, desarrollar nuestras potencialidades, conocernos, hacer un proceso de transformación y estar abierto al cambio, es decir, de talento, esa suma de conocimientos y habilidades. Por muy visionario que sea uno, no se adquiere la capacidad de tener inteligencia emocional.
Y por último, el quinto superpoder llamado "flexibilidad/resiliencia" donde otra vez se vuelven a mezclar y confundir términos. Dice Genoveva Vera, coach ejecutiva experta en liderazgo:
El empleado resiliente es muy demandado por las empresas, ya que no sólo sabe salir airoso de trabajos retadores, sino que cuenta además con grandes capacidades para enfrentarse y adaptarse a los cambios
La resiliencia, definida de forma breve, es la capacidad para sobreponerse y salir de procesos adversos y dolorosos en el plano emocional. Un reto profesional no tiene porque suponer algo parecido y saber adaptarse a los cambios, si éstos no son negativos en lo emocional, no implican resiliencia. En este sentido, estamos hablando de capacidad de adaptación e incluso flexibilidad.
Aquí juega mucho si la empresa sabe proponer retos o amenazas, y es en las amenazas donde la resiliencia es una capacidad fundamental. Para ello, hay que conocer muy bien la matriz Actitud / Aptitud:
La resiliencia se da en todos los cuadrantes menos en la situación vivida como un reto, por eso, en los retos no es necesaria esa capacidad.
Comprobamos por lo tanto, que no es cuestión de superpodores, sino de habilidades que todo el mundo puede desarrollar y trabajar para lograr en mayor o menor medida. No se trata de ser Supermán con superpoderes incluidos, sino Batman, una persona de carne y hueso que con esfuerzo, dedicación, tesón, pasión y sacrificio desarrolla sus potencialidades al máximo. Se Batman, ya que nunca podrás ser Superman, los superpodores no existen.
diciembre 31, 2015
Posted by Alberto Fernández
La cultura y la empresa: no es lo mismo aquí que allá
Nos olvidamos casi siempre de una variable que los antropólogos tienen muy presente, la cultura, es decir, ese entorno exterior a nosotros que nos influye de una manera más o menos directa. Los sociólogos han estudiado y trabajado el concepto mucho antes que sus compañeros antropólogos, aunque en marcos diferentes y bajo el término socialización, que es el proceso por el cual la sociedad intenta moldear a los individuos que la forman para que cumplan las normas establecidas y velar por el orden de la misma. La gente de la calle suele recoger esos ámbitos bajo expresiones como los tópicos, la tradición, las costumbres, el derecho, lo bien pensante y muchos conceptos más. Ahora bien, si no se puede negar que el entorno nos influye, este no nos determina hasta el punto de hacernos pasivos a la hora de tomar decisiones y actuar. La libertad, más que le pese a muchos, existe.
Menciono esta introducción porque por lo general, muchos teóricos de la dirección y estrategia de empresas suelen olvidar el entorno cultural que las personas tienen. Y no me refiero a la cultura empresarial que la organización tiene, sino a lo que se sitúa fuera de ella, a la cultura externa que la rodea. Aunque cierto es que, desde un punto de vista científico y sociológico, personalmente no sé si puede hablar de culturas nacionales en el sentido estricto, desde el Romanticismo y los filósofos alemanes de la época como Ficht y Herder se habla de algo llamado "volksgeist" que puede ser traducido como "espíritu del pueblo".
Uno de los estudios más leídos y citados en torno a como las culturas afectan a las organizaciones empresariales es el realizado por Hofstede titulado "Culture´s consequences: International Differences in work-related values" publicado en 1983. El mencionado estudio analiza las diferentes culturas y las clasifica en cuatro dimensiones:
- Distancia al poder (Power Distance Index): Mide la distancia que en referencia al poder sienten lo lejos o cerca que se encuentran de él los "menos podereosos". Es decir, a mayor cifra en el índice, más autoritaria será esa cultura y al revés, cuanto menos más democrática.
- Individualismo (Individualism): Esta dimensión recoge la percepción sobre la posibilidad de actuación que ante los problemas y los retos tienen las personas y a quién corresponde dicha actuación. Las culturas que más puntúen en este índice, consideran que esa acción debe recaer principalmente en el individuo, por el contrario, a puntuaciones bajas esa responsabilidad se cede a colectivos como familia, estado y colectivos de todo tipo.
- Masculinidad (Masculinity): Hofstede considera que las culturas más masculinas son más propensas a la competencia, a la asertividad, la meritocracia y las recompensas por el éxito. En el otro lado, las culturas femeninas son proclives a fijarse en variables como la calidad de vida, la cooperación, el voluntariado y la conformidad. Intenta resumir, de forma sencilla, si la cultura piensa principalmente en "YO" o en "NOSOTROS".
- Orientación en el tiempo (Time orientation): Divida en dos caras, orientación a corto plazo versus orientación a largo plazo. Las culturas con más puntuación a corto plazo, suelen ser conservadoras, respetuosas con las costumbres, firmes defensoras de la tradición y las normas, la reflexión y la vida calmada con un alto recelo de los cambios. Las culturas a largo plazo se consideran pragmáticas, deseosas de la actuación, el cambio, el movimiento, prefieren el cambio frente a lo establecido, el reloj marca el día a día.
- Evasión de la incertidumbre: No todas las culturas soportan igual la incertidumbre y las sensaciones y sentimientos que esta provoca. Las que mantienen puntuaciones altas dedican muchos esfuerzos a intentar reducirla, controlarla y gestionarla en lo posible, mientras que aquellas que obtienen puntuaciones bajas, suelen dedicar menos recursos a ello y se enfrentan a ella con una actitud más pragmática.
En el próximo artículo analizaremos las puntuaciones que obtiene España, las compararemos con el resto de países de nuestro entorno y veremos que implicaciones tiene todo ello para las culturas empresariales.
octubre 17, 2014
Posted by Alberto Fernández
Se ágil mi amigo, se ágil.
Aquellos que hemos dedicado parte de nuestra vida profesional en proyectos y su gestión, hemos sufrido lo que ello significa: descontrol, falta de coordinación, falta de comunicación, enfados, cientos de horas perdidas en arreglar lo que supuestamente ya estaba bien, demoras, retrasos, más horas y horas que parecen insuficientes para terminar el proyecto y un largo etcétera.
A nivel personal creo que las soluciones que se han intentando dar a estos problemas han sido de dos tipos:
- la solución sadomasoquista: lo que un proyecto necesita es capacidad de sacrificio, entrega y más y más horas de dedicación y esfuerzo.
- soluciones basadas en los procesos y la documentación: lo que falla de los proyectos es su planificación, la definición clara de sus procesos, la correcta documentación de los mismos y una mejor previsión de los problemas, fallos y cuellos de botella.
En el anterior artículo hablamos del cambio que se ha producido en el entorno en el que deben competir las empresas, un entorno que hemos caracterizado como caótico y del cual surgen una serie de respuestas entre las que se encontraba convertirse en una empresa ágil.
¿Qué se entiende por una empresa ágil? Por lo general, se entiende por empresa ágil, aquella que está formada por equipos ágiles y que han asimilado una metodología de trabajo que han venido en llamarse metodologías ágiles. Sin embargo, a esta definición le falta que la filosofía organizativa de la empresa debe ser pro-ágil, es decir, de nada vale que se intente crear equipos ágiles trabajando con una metodología ágil si luego, la estructura organizacional y de management de la compañía sigue siento totalmente tradicional.
El manifiesto ágil que los líderes y directivos de las empresas deben asumir para dar el primer paso de convertir a su organización en un ente ágil son:
- Centra tu atención y prima a los miembros del equipo y sus interacciones frente al proceso y las herramientas.
- Desarrolla un producto o servicio que funcione más que documentar todos los pasos que llevan a ello.
- Busca en el cliente a un partner o colaborador antes que un simple contrato.
- Mantén tu mente abierta a los cambios y responde a ellos antes que seguir un plan a rajatabla.
Quizás uno de los mayores inconvenientes que tiene la asunción de una filosofía organizativa de este tipo es la sensación, más que cierta por otro lado, de la pérdida de control por parte de los directivos. Al asumir como equipos de trabajo aquellos que se gestionan de manera auto-organizada, no puede existir la figura de un jefe o líder tradicional que diga en todo momento cómo se hacen las cosas y para cuándo.
Un entorno de trabajo ágil entiende que cada uno de los individuos que lo integran tiene una forma distinta de alcanzar los fines marcados, por lo tanto, lo que la dirección debe marcar no son tanto las pautas de como se tiene que llegar al mencionado fin, sino establecer las reglas mínimas de comportamiento y la meta que se espera que logren, dejando autonomía e independencia en el uso de los medios para lograrlo. Los miembros de un equipo ágil deben poseer lo que yo denomino el trío de cualidades ARA:
- Autónomo: la capacidad de trabajar sin la necesidad constante de órdenes y directrices.
- Responsable: asumir una actitud pro-activa y asertiva orientada a hacer propios los objetivos del proyecto y su consecución, aceptado las consecuencias que de su trabajo se deriven.
- Adaptable: atento a los cambios y con capacidad de cambio para responder a las posibles necesidades cambiantes bien del entorno, el proyecto o el cliente.
¿Estamos preparados en España para asumir esta nueva filosofía organizativa y los nuevos roles que supone? Vosotros qué opináis.
agosto 08, 2014
Posted by Alberto Fernández
Empresa y sistemas caóticos, bienvenido al presente de los negocios
Las reglas de juego han cambiado, ¿no lo sabías?, tranquilo, te las vamos a contar. A modo de resumen, diré que el actual entorno al cual se enfrentan las empresas se caracteriza por cambio, rapidez, funcionalidad y dispersión del conocimiento. Ello supone que las compañías tienen ante sí uno de los retos más importantes para su supervivencia, la adaptación al nuevo entorno. Pero, ¿cuáles son las características de ese nuevo medio en el cual deben actuar las organizaciones? Veámoslo.
Un entorno basado en el caos que rompe con la linealidad de los procesos, los hechos causa-efecto ya no tienen la misma capacidad explicativa y predictiva que en el pasado. La estadística tradicional, al igual que la matemática de sistemas lineales basada en el cálculo diferencial, ha perdido poder predictivo ante la cada vez mayor presencia de hechos que muestran una naturaleza caótica y cambiante.
Los cambios en el sistema son constantes, veloces y en algunas ocasiones se producen mediante estallidos inesperados, rupturas disruptivas, que reconfiguran por completo la forma de pensar, decir y hacer las cosas, por ende, los modelos de negocio. En los últimos años se han producido procesos disruptivos que han cambiado por completo las formas de modelos de negocio tan establecidos como el ocio, los viajes, las comunicaciones, las finanzas y un amplio etcétera.
Los mencionados estallidos disruptivos fomentan aún más la aparición de nuevos estallidos disruptivos ya que acaban afectando ya no solo a la forma de hacer negocio, sino también a la forma de entender y explicar conceptos de aspecto más filosófico y espiritual.
El conocimiento es un proceso disperso, diverso e inabarcable que va mucho más allá de la simple posesión o capacidad de obtener información. Ya no cabe la posibilidad de acotarlo o imponerle límites, pues estamos empezando a comprender que todo lo que nos rodea es información y por tanto, todos podemos llegado un momento, obtener conocimiento de ese caudal de información cada vez más profundo y extenso.
Crecer para ganar fuerza pierde sentido cuando de lo que se trata es de responder de forma rápida y veloz a los cambios, por lo tanto, los sistemas jerárquicos piramidales y burocráticos ya no son eficientes. Las grandes empresas multinacionales, si bien pueden contar con fortalezas como un gran músculo financiero o capacidad de presencia en el mercado, se enfrentan sin embargo, a nuevas formas de negocio donde las más pequeñas entran y salen de los mercados a una velocidad de adaptación y cambio a las que las grandes corporaciones no saben responder.
Las figuras tradicionales de jefatura, liderazgo, producto, servicio, modelo de negocio, proceso, equipo y cliente han perdido sus propias demarcaciones, esto significa que las fronteras entre los conceptos se han vuelto difusas y por tanto, están elaborándose nuevas definiciones para entender los nuevos ámbitos de actuación. Esto es una de las más claras manifestaciones de ese conocimiento disperso.
La racionalidad ha perdido su trono y exclusiva legitimidad a la hora de la toma de decisiones. Producto de la incapacidad de explicar acontecimientos no lineales con herramientas racionales que se basan en exclusiva en métodos matemáticos lineales, los responsables de las tomas de decisiones han ampliado su mirada hacia otros campos como las emociones o lo inconsciente. Aportaciones de campos antes no tenidos en cuenta como la neurociencia, la psicología, la filosofía o las ciencias sociales están desplazando poco a poco a las figuras tradicionales en la toma de decisiones y planificación de las mismas como eran los ingenieros industriales, los economistas o los matemáticos. Junto a los campos más afines a las ciencias sociales, cabe destacar la cada vez mayor influencia y poder de los ingenieros informáticos y expertos en tratamiento de la información y los generadores de conocimiento.
Lo que hoy es válido, mañana puede ya no serlo. No hay por tanto, verdades en el sentido absoluto a la hora de llevar a cabo las tareas en una organización, lo central es la funcionalidad, es decir, si funciona es válido, si no, cámbialo hasta que funcione. Los métodos de trabajo deben volverse ágiles y adaptables a las necesidades puntuales de cada proyecto e incluso de cada área, departamento e incluso, persona que compone la organización. El cada vez mayor éxito de metodologías ágiles demuestra que las viejas formas de actuar están desapareciendo.
Ante esto, las organizaciones deben responder de la siguiente forma (Dolan et al, 2003):
1.- "Todos podemos jugar y crecer": alcanzar metas y principios compartidos
2.- "Sin miedo al futuro y el caos": Generar confianza en el manejo de la incertidumbre
3.- "Be agile, my friend": Trabajar con flexibilidad
4.- "Juega y aventúrate": Explorar situaciones caóticas para desarrollar la creatividad y la innovación
5.- "Lo bueno si es breve...": Simplificar reglas y estructuras
6.- "Yo mi me conmigo mismo": Auto-organización
7-. "Si quieres llegar lejos ve acompañado": Estimular la participación y colaboración
8.- "Se coherente e íntegro": Crear responsabilidad social
9.- "Lo primero son las personas": Crear alta calidad de relaciones interpersonales
10.- "Usa tu cabeza y también tu corazón": Cumplir con bienestar aspectos éticos y emocionales
Y en Smartrategy te lo contaremos y explicaremos todo para que puedas adaptarte sin problemas.
agosto 02, 2014
Posted by Alberto Fernández
Ni sexys, ni fuertes, ni grandes. El futuro de la empresa es que sea íntegra
La empresa del futuro será una empresa gestionada con un claro liderazgo emocional y actitud íntegra. Reconozco que es una afirmación gratuita, porque nadie puede saber cómo será el futuro, pero no se trata de una predicción, sino de una creencia; es mi creencia personal que el día de mañana, la empresa de éxito lo será porque en su esencia más profunda, articulará una teoría del liderazgo basada en lo emocional, pero además, habrá comprendido que no hay otra actitud que la integridad. ¿Por qué ambas características y no otras? Porque entre una y otra, existe una complementariedad y un equilibro natural entre como gestionar lo interno y relacionarse con lo externo.
Al fin y al cabo, una empresa no deja de ser un conjunto de individuos compartiendo un momento determinado de su espacio-tiempo. Sé que no es una definición muy al uso de manuales de organización industrial o sociología de la empresa, pero es la que la experiencia me ha demostrado más sencilla y más certera. Nosotros como individuos, poseemos nuestro propio pedazo de espacio-tiempo que compartimos con el espacio-tiempo de los demás, a veces de manera voluntaria, a veces de manera obligatoria, otras de forma fortuita, algunas por mucho tiempo y otras por muy breves segundos. Y en la empresa ese compartir se hace de una de las formas más intensas y vividas, tanto por el tiempo como por la implicación que en ellas vertemos. Por lo tanto, el liderazgo capaz de aunar todas esas líneas de espacio-tiempo, es decir, a todos esos individuos, ha de ser un liderazgo que conecte a nivel de la inteligencia emocional, porque estamos compartiendo con personas, no dirigiendo departamentos u áreas.
Por otro lado, la empresa como sistema se relaciona con otros sistemas que pueden o no, relacionarse de manera directa con ella. Hay una expresión anglosajona muy usada en el mundo empresarial para referirse a parte de ese entorno con el cual la organización empresarial se relaciona, los "stakeholders". El término fue utilizado por primera vez por el filósofo y profesor de empresas R. E. Freeman en su obra "A Stakeholders Approach to Strategic Management" y con él quería hacer referencia a "any group or individual who is affected by or can affect the achievement of an organization’s objectives." ("cualquier grupo o individuo que es afectado por o puede afectar a la consecución de los objetivos de una organización").
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INTEGRIDAD. Elaboración propia. |
La única forma que existe para conectar la buena relación interna de la empresa (los empleados) con lo externo, (los stakeholders) es a través de una actitud integra. La INTEGRIDAD en este sentido es ser capaz de que lo qué decimos, pensamos y hacemos sean compartidos por el entorno y además, seamos capaces de provocar cambios positivos en el sistema externo en el que vivimos. Ese es precisamente el matiz más importante, el ser capaz de promover cambios positivos en el entorno, ¿por qué?
Porque si no somos capaces de lograr esos cambios, es decir, si únicamente coincidimos en nuestra forma de pensar, decir y actuar con el entorno, estaremos siendo COHERENTES. Algo muy meritorio sin duda y más complicado de lo que puede parecer en un primer momento. La coherencia es el estado desde el cual hay que construir la integridad, ahora bien, debemos ser conscientes de que esta puede o no producirse. Ya que por mucho que lo intentemos, a lo mejor no somos capaces de producir cambios positivos en el entorno.
Hay empresas que pueden quedarse pasos más atrás, como por ejemplo ser CONSECUENTES, es decir, tienen un equilibrio entre lo que piensan, dicen y hacen, pero éstos no coinciden con los del entorno. Pueden ser CONGRUENTES, lo que dicen y hacen están equilibrados con el entorno, pero no con lo que piensan ellos realmente. Este último comportamiento puede llegar a ser muy peligroso, ya que puede derivar en una actitud donde no se discuten o se pasan por el filtro interno los por qué o para qué de las acciones que estamos realizando, propio por ejemplo de las sectas, simplemente, nos dejamos llevar.
¿Está preparada tu empresa para dar ese paso hacia la INTEGRIDAD?
diciembre 09, 2013
Posted by Alberto Fernández
Kierkegaard y su payaso en la puerta de tu empresa
Leyendo Introducción al cristianismo de Papa Emérito Benedicto XVI, para mí uno de los grandes estudiosos de la filosofía cristiana, me encuentro con un delicioso cuento de Soren Kierkegaard recogido en su primera obra O lo uno o lo otro: Diapsálmata.
El relato nos cuenta como un circo llega a una pequeña aldea de Dinamarca y se establece a las afueras. Una vez asentados, comienzan a preparar todo lo necesario para llevar a cabo las funciones que tenían pensado representar. Sin embargo, cuando ya todo estaba a punto, un pequeño incendio se declara en una ladera del bosque y aunque no es muy grande, si no se apaga a tiempo, podría acabar con el circo y con la aldea misma. El director del circo decide entonces, mandar al payaso a la aldea para avisarles y que acudan para colaborar en su extinción. El payaso, ya maquillado y vestido para la función, se dirige como un rayo hacia la población y una vez allí, casi ahogado por la carrera, comienza a explicarles lo que está sucediendo.
La gente reunida en la plaza de la aldea lo mira y cuando termina, comienza a reírse y aplaudir la actuación del payaso, pues se pensaban que formaba parte del espectáculo para atraer gente hacia el circo. Al ver que no le tomaban en serio, comienza de nuevo a explicarles a los incrédulos aldeanos, lo que está pasando y lo que pasará si no le creen y acuden a apagar el fuego. Otra vez, más aplausos y sonrisas entre los asistentes, y cuanto más se esforzaba el payaso en comunicarles el riesgo que estaban corriendo, con lágrimas ya en los ojos, con más fuerza y pasión se reían y aplaudían las gentes de la aldea. Al final, el fuego cerco al circo, lo quemó, devoró el bosque y acabó por calcinar la aldea.
Si repasamos lo que nos relata Kierkegaard, creo que podemos concluir sin miedo a equivocarnos, que enviar a un payaso para avisar de un fuego no fue la mejor decisión que podía haber tomado el director del circo. Si llevamos esta lección al mundo actual, en concreto al ámbito de la empresa, podemos decir que el encargado circense cometió un grave error en su estrategia a nivel de comunicación. Está claro que el director no conocía la obra de Paul Watzlawick y sus cinco axiomas de la teoría de la comunicación:
- Es imposible no comunicar. Todo comportamiento es una comunicación.
- Toda comunicación tiene un nivel de contenido y un nivel de relación, de tal manera que el último clasifica al primero, y es, por tanto, metacomunicación
- La naturaleza de una relación depende de la gradación que los participantes hagan de las secuencias comunicacionales entre ellos. Pensamos que nuestro comportamiento depende de la forma en que se comporte la otra parte, sin embargo, la comunicación es más que un juego de causa-efecto. Debemos evitar la peligrosa idea de "seré si el otro es..." y transformarlo en, "seré a pesar de que el otro sea..."
- La comunicación humana implica dos modalidades: la digital y la analógica. Siendo el ámbito de lo digital lo qué se dice y la analógica, el cómo se dice.
- Los intercambios comunicacionales pueden ser tanto simétricos como complementarios. La simetría se corresponde al eje del poder y lo complementario, al eje discusión - colaboración.
Si quieres que tu empresa no falle de forma tan estrepitosa como el payaso de Kierkegaard a la hora de transmitir un mensaje, sobre todo en situaciones de crisis, piensa que:
- Estarás comunicando incluso aunque no decidas no decir nada, por ello, si quieres liderar (no se puede controlar, esa es una idea de los malos jefes de comunicación o de prensa) el flujo informativo, ten en mente que TODO cuenta, desde el lugar, la persona, el mensaje, el contexto. Intenta que todo ese conjunto de variables esté en coherencia con lo que quieres decir, piensa que o bien potencia el mensaje o resta.
- Vigila el nivel de relación, no trates a tus receptores con actitudes poco educadas y adecuadas, no pienses que no pueden entender la complejidad del problema, no dudes de su potencial, no intentes mentirles sin que se note. En definitiva, respétalos por lo que son, una de las partes fundamentales de la comunicación.
- Muéstrate como realmente quieres mostrarte, no esperes a que el receptor esté en la misma sintonía emocional que tú. E intenta que sea coherente con tu mensaje. Si tu postura es colaborativa, afirmativa o explicativa que sea así aunque el auditorio no lo sea. No confundas ser asertivo con ofensivo.
- La comunicación funciona mejor a niveles simétricos idénticos y complementarios, aunque en algunos casos es necesario comunicar desde una posición superior, piensa que en ese momento estás ordenando y para ello, debes tener ese poder para hacerlo, ya que en caso de no tenerlo, el mensaje no funcionará.
¿Identificas ya al payaso del relato Kierkegaard en tu empresa cuando comunicas? Pues a qué esperar para cambiarlo.
Filosofía del límite. Un homenaje a dos bandas.
Llevo desde hace mucho tiempo creyendo que todos y cada uno de nosotros, en mayor o menor medida, tenemos dentro un filósofo y por ende, una filosofía propia. Mantengo esa idea porque doto a la filosofía, no de una definición restringida y cerrada que es la que ofrece el mundo académico, sino que muy al contrario, conservo la que desde los tiempos de su concepción tuvo, es decir, como la capacidad de llegar a conocer y actuar del yo, con su propio ser y con el mundo. Aquello que nos permite un logos y una praxis, una forma de pensar y una forma de actuar. En esa creencia no es de extrañar por tanto, que reúna hoy aquí a dos filósofos, uno con la etiqueta oficial como es Eugenio Trías, y otro que lo es a pesar de no tener diploma que lo acredite como tal, David Roncero.
Mientras me encontraba intentando escribir un humilde homenaje póstumo a Trías, descubrí que muchas de las actitudes y formas de filosofar de Eugenio compartían una esencia con la filosofía vital de David Roncero. De esa coincidencia de pensar, conocer y ser nace este artículo.
Lo que une en este dueto extraño a Trías y Roncero es que ambos son unos filósofos del diálogo, de esa conversación que se produce entre dos, si bien con la mágica característica de que se trata de un diálogo que nace, crece, se desarrolla y muere como una especie de monólogo. Se encuentran ambos en el límite, concepto vital para los dos que explicaremos más tarde, del diálogo y el monólogo, donde se trasciende o superan las barreras de una y otra forma de expresión. Eugenio dialoga con la cultura, mientras que David dialoga con su yo, pero pronto nos daremos cuenta de que ese dialogo es imposible, porque tanto el yo como la cultura no son seres que permitan una respuesta externa. Por tanto, podríamos pensar que se trata de un monólogo interior, sin embargo, van mucho más allá del monólogo, porque en él, no hay posibilidad de confrontación, porque el monólogo es unidireccional, pero ellos obtienen réplica, crean comunicación. Para que ello ocurra, para que nazca ese diálogo, como ya hemos dicho, es necesario la confrontación, y ambos no tienen reparos a ella, la buscan y creen firmemente como Hegel que las contradicciones o nos matan, o son el signo máximo de vitalidad.
Esa conversación, ese diálogo que produce la confrontación, es decir, en ese ponerse frente contra frente, buscan ante todo una propuesta, un camino donde encontrar los límites. Decimos camino porque es una actitud que necesita de ponerse en marcha, ya que ambos se han dado cuenta de que, al igual que Wittgenstein, que "los límites de mi lenguaje son los límites de mi mundo", y buscan algo que rompa esa limitación. Trías defiende que el arte es algo difícil de expresar con palabras, porque transciende al propio lenguaje, por eso se transforma en una experiencia. Roncero articula la misma analogía para la vida, cuya existencia de acontecimientos, de notas, van mucho más allá de lo limitante del lenguaje y que por tanto, deben experimentarse, es decir, vivirse también a través de la experiencia.
La experiencia por tanto es un límite en la concepción de Trías, que a pesar de ser difícilmente comunicable a través del lenguaje, permite ir más allá, permite el misterio de transmitir no con las palabras, sino con otros códigos de comunicación, que son para Trías la pasión y para Roncero las emociones. Pasión y emoción, se convierten por tanto, en fuentes de conocimiento, como lo es la Razón, con su propio código lingüístico, el cual se expresa mediante la experiencia.
Necesitamos para seguir adelante, entender el concepto de límite como lo entiende Trías y ver como lo asimila Roncero en su filosofía de vida de forma natural. Frente a la figuración de límite como muro, barrera, frontera que impide ir más allá de lo establecido, Trías lo concibe como aquello que nos permite la confrontación y por tanto, nos permite el camino y la posibilidad de ir allí donde antes no hemos ido. El límite, por tanto, se transforma no sólo en pared, sino en puerta, no sólo en meta, sino en salida. El ser humano es un "ser como límite", que constantemente experimenta el límite, pero que mientras la Razón nos deja en el muro, la experiencia nos lo convierte en puerta a buscar otro límite más. La vida se convierte, a la sazón, en un camino de límites constantes que intentaremos ir superando, hasta toparnos con el último límite que no podremos comprender hasta que, como lógicamente cabe dentro de el razonamiento de su filosofía, no lo experimentemos, es decir, muramos, dejemos de experimentar la vida para experimentar la muerte, convirtamos la pared de la existencia en la puerta de la muerte. El límite, por tanto, para Eugenio y David no es limitante, sino creador de posibilidades.
Se deduce por tanto, que el ser es un límite que une lo conocido y lo desconocido, que une la meta y la salida, la vida y la muerte, la experiencia y la palabra. Con esa concepción de límite, construye Trías una triangulación filosófica para la vida con sus tres vértices: el ser límite, la razón fronteriza y el logos simbólico. Que vienen a ser el hombre, la pasión y la experiencia para Trías y que son para Roncero el yo, las emociones y la experiencia.
Con esta triada de conceptos, Eugenio construye una ciudad, un mundo, una forma de vida, que conecta con la filosofía de vida de David, que también construye su ciudad, su mundo, donde ambos diferencian cuatro barios o estados:
- la RELIGIÓN que son las creencias.
- el ARTE que es lo que hago
- la ONTOLOGÍA que es lo que conozco
- la ÉTICA que es como lo hago
Esta ciudad que vive en el límite, sólo puede vivir en el aquí, que también expresó T.S. Eliot en su poema:
Ese aquí es el presente, el único lugar posible donde son factibles las experencias, por ende, donde existen los límites, la vida. Así, el presente se convierten en un límite más, es el muro del pasado y la puerta del futuro. Concepción que comparten tanto Trías como Roncero.Aquí es real la junta imposiblede las esferas de la existencia.Aquí pasado y futuro se conquistan y reconcilian.
Nos encontramos por tanto, para terminar, ante dos filósofos de la experiencia, del límite, de la capacidad del ser para ír más allá, de transcender y cuya única forma de hacerlo, es en la acción, en el movimiento que nace, recordemos el principio, en ese diálogo que incita, que motiva, que llama a emprender. Ambos comparten esa necesidad de la experiencia, la única capaz de llevarnos al límite, a conocernos a nosotros, es decir, al ser, a descubrir que ese ser es un límite también, por tanto, que nos abre puertas a ser más allá de lo que somos ahora y que para ello, es vital no el uso único del lenguaje. Para ello, nos comunican lo importante que es no usar sólo el lenguaje limitante, sino también lo vital de la pasión para Trías, de las emociones para Roncero. Pasión y emociones que rasgan la Razón y nos permiten comunicarnos y comunicar mucho más allá de las palabras, pasión y emoción que son para ambos, por tanto, el lenguaje del conocimiento, el lenguaje de la vida.
La filosofía que no te han enseñado en el colegio
Todos recordamos las clases de filosofía de nuestra época del instituto, por lo general, impartidas por un profesor siempre peculiar, con esa imagen tan característica que los identificaba a leguas. Esos recuerdos, como decía, podrán ser buenos o malos dependiendo del gusto por la asignatura y el interés del maestro en impartirla. Sin embargo, a pesar del empeño y el esfuerzo, de la pasión y la entrega que nuestro extraño profesor de filosofía mostrara, no nos lo contaron todo.
Estoy seguro que más de uno me dirá que estoy loco, pues de pocas asignaturas se juntaban tantas hojas para estudiar, con autores y más autores, ideas y palabras para memorizar y muchas, casi en la mayoría de los casos, difíciles de comprender. Lo normal era que el profesor de filosofía mostrase los signos de un deterioro psicológico, pues nadie en sus cabales puede terminar bien el intento de aprender filosofía. O así pensábamos la gran mayoría de los alumnos. Y ahora voy yo y defiendo que había mucho más, como si todo aquello fuese poco, pero así es, en el instituto no nos enseñaron toda la filosofía que debían habernos mostrado y lo que es peor, ocultaron aquella parte más valiosa e importante para nosotros, la que nos hubiese ayudado a moldear nuestro lado emocional y sentimental.
La filosofía antiguamente, no sólo era una forma de teorizar sobre las grandes preguntas que asaltaban nuestra existencia en el mundo, sino también una praxis, es decir, una forma de actuación, de acción ante la vida. Como expresó en su día el filósofo estadounidense Henry David Thoreau:
Lamentablemente esa es la parte que nuestros profesores y la mayoría de los programas de filosofía esconden a sus alumnos, precisamente el lado de la moneda que más utilidad y servicio podría hacer en un momento tan ajetreado de emociones y sentimientos como es la adolescencia. Y es que, cuanto antes aprendamos a vivir y convivir con nuestro lado emocional y sentimental, antes lograremos alcanzar los pilares necesarios para la felicidad.
Y precisamente la felicidad, lo bueno o lo justo eran lo que intentaban captar y entender los grandes autores que hemos estudiado. Sin embargo, de ellos solo conocemos su vertiente más gnoseológica, a saber, la forma en qué conocemos, cómo lo conocemos y qué podemos llegar a conocer, todo ello junto, claro está, con la metafísica y la persecución infatigable de la demostración de la existencia de un ser superior. Resulta evidente que se olvidaron de explicarnos el PARA QUÉ, no porque los grandes pensadores se olvidaran de ello, que no lo hicieron, sino porque alguien ha considerado que esa parte no merecía nuestra atención.
Si bien es cierto que no todos los filósofos dan una respuesta a ese "para qué", nos llevaremos una sorpresa cuando nos salimos del camino marcado y nos adentramos en las respuestas que muchos de ellos han dado a esa cuestión.
Esa es la intención de la sección que hoy presento en SMARTRATEGY, que recorramos juntos esos senderos no marcados de la filosofía y descubramos esa filosofía emocional que no nos han contado. Nos adentraremos en la Grecia Clásica de la mano de Sócrates, Platón y Aristóteles. Iremos al encuentro de unos filósofos desconocidos como los epicúreos y los estoicos que nos sorprenderán por sus afirmaciones. Daremos un salto hacia la filosofía racionalista de la mano de Descartes para luego entrar de lleno en el pensamiento empirista de Locke y Hume. De la mano de Kant entraremos en la Ilustración y conoceremos posteriormente, la aportación de Fichte al Romanticismo. Oiremos, mejor dicho, leeremos a Hegel y sabremos cómo modifica el Utilitarismo Stuart Mill. Nos daremos cuenta de que Nietzsche es algo más que la muerte de dios. Prestaremos atención a lo que nos tiene que decir Heidegger sobre el hombre en el mundo y dedicaremos una entrada especial a la filosofía analítica de Frege, Russelll y Wittgenstein. Nos detendremos para saber que es eso de la filosofía de la conciencia de Bergson. Y alguna que otra sorpresa más.
Un camino apasionante que nos permitirá ver que la filosofía es algo más que lo que nos enseñaron en el colegio.
Estoy seguro que más de uno me dirá que estoy loco, pues de pocas asignaturas se juntaban tantas hojas para estudiar, con autores y más autores, ideas y palabras para memorizar y muchas, casi en la mayoría de los casos, difíciles de comprender. Lo normal era que el profesor de filosofía mostrase los signos de un deterioro psicológico, pues nadie en sus cabales puede terminar bien el intento de aprender filosofía. O así pensábamos la gran mayoría de los alumnos. Y ahora voy yo y defiendo que había mucho más, como si todo aquello fuese poco, pero así es, en el instituto no nos enseñaron toda la filosofía que debían habernos mostrado y lo que es peor, ocultaron aquella parte más valiosa e importante para nosotros, la que nos hubiese ayudado a moldear nuestro lado emocional y sentimental.
La filosofía antiguamente, no sólo era una forma de teorizar sobre las grandes preguntas que asaltaban nuestra existencia en el mundo, sino también una praxis, es decir, una forma de actuación, de acción ante la vida. Como expresó en su día el filósofo estadounidense Henry David Thoreau:
Ser filósofo no consiste en el mero formular pensamiento sutiles, ni siquiera fundar una escuela [...]. Consiste en resolver algunos de los problemas de la vida, no en el ámbito teórico, sino en el práctico.Ese camino para facilitar el devenir diario se visualiza muy bien en las filosofías orientales, que todavía guardan la esencia de aportar, no sólo una forma teórica de entender el mundo, sino también todo un código de acción ante el hecho mágico que supone vivir. Sin embargo, esa característica no es exclusiva del pensamiento oriental, también el occidental tenía y tiene ese componente que nos permite construir nuestro yo y nuestra mente para la acción.
Lamentablemente esa es la parte que nuestros profesores y la mayoría de los programas de filosofía esconden a sus alumnos, precisamente el lado de la moneda que más utilidad y servicio podría hacer en un momento tan ajetreado de emociones y sentimientos como es la adolescencia. Y es que, cuanto antes aprendamos a vivir y convivir con nuestro lado emocional y sentimental, antes lograremos alcanzar los pilares necesarios para la felicidad.
Y precisamente la felicidad, lo bueno o lo justo eran lo que intentaban captar y entender los grandes autores que hemos estudiado. Sin embargo, de ellos solo conocemos su vertiente más gnoseológica, a saber, la forma en qué conocemos, cómo lo conocemos y qué podemos llegar a conocer, todo ello junto, claro está, con la metafísica y la persecución infatigable de la demostración de la existencia de un ser superior. Resulta evidente que se olvidaron de explicarnos el PARA QUÉ, no porque los grandes pensadores se olvidaran de ello, que no lo hicieron, sino porque alguien ha considerado que esa parte no merecía nuestra atención.
Si bien es cierto que no todos los filósofos dan una respuesta a ese "para qué", nos llevaremos una sorpresa cuando nos salimos del camino marcado y nos adentramos en las respuestas que muchos de ellos han dado a esa cuestión.
Esa es la intención de la sección que hoy presento en SMARTRATEGY, que recorramos juntos esos senderos no marcados de la filosofía y descubramos esa filosofía emocional que no nos han contado. Nos adentraremos en la Grecia Clásica de la mano de Sócrates, Platón y Aristóteles. Iremos al encuentro de unos filósofos desconocidos como los epicúreos y los estoicos que nos sorprenderán por sus afirmaciones. Daremos un salto hacia la filosofía racionalista de la mano de Descartes para luego entrar de lleno en el pensamiento empirista de Locke y Hume. De la mano de Kant entraremos en la Ilustración y conoceremos posteriormente, la aportación de Fichte al Romanticismo. Oiremos, mejor dicho, leeremos a Hegel y sabremos cómo modifica el Utilitarismo Stuart Mill. Nos daremos cuenta de que Nietzsche es algo más que la muerte de dios. Prestaremos atención a lo que nos tiene que decir Heidegger sobre el hombre en el mundo y dedicaremos una entrada especial a la filosofía analítica de Frege, Russelll y Wittgenstein. Nos detendremos para saber que es eso de la filosofía de la conciencia de Bergson. Y alguna que otra sorpresa más.
Un camino apasionante que nos permitirá ver que la filosofía es algo más que lo que nos enseñaron en el colegio.
La alegre belleza de lo cotidiano: introdución a una estética de las emociones
La Estética es una rama independiente de la filosofía que comenzó a tomar forma a partir del siglo XVIII, momento en que se separa de la metafísica. Fue el filósofo alemán alemán Alexander Baumgarten, en su obra Reflexiones filosóficas acerca de la poesía (1735), donde se introdujo por primera vez el término. Si bien es cierto que ya desde Platón y Aristóteles la filosofía mostraba una preocupación por definir lo bello, la Estética intenta ir más allá del estudio de la belleza, abarcando también lo feo, lo cómico o lo trágico. La palabra deriva de las voces griegas αἰσθητική (aisthetikê) «sensación, percepción», de αἴσθησις (aisthesis) «sensación, sensibilidad», e -ικά (ica) «relativo a».
Personalmente, una de las teorías estéticas que más que atrae es la expuesta por el filósofo alemán y discípulo de Hegel, Karl Rosenkranz, recogida es su obra Estética de lo feo (1853). En ella, define la belleza como lo espontáneo y lo libre, mientras que la fealdad es entendida como la falta de natauralidad, de gracia y libertad.
La belleza surge, por lo general, de la contraposición entre la belleza sublime y la belleza placentera. Lo bello sublime tiene como principal rasgo la infinitud, mientras que lo bello placentero es la finitud. La belleza como tal no es ni infinita ni finita, sino que comparte naturaleza con ambos rasgos. Podemos concluir por lo tanto, que lo bello se halla en el camino entre lo infinito y lo finito, sin ser lo uno ni lo otro.
Ello puede servirnos para demostrar que también hay belleza en lo cotidiano de nuestras vidad,tanto a nivel privado como público. Y esta belleza de lo cotidiano no es otra cosa más que la felicidad. Nuestra vida será bella si somos felices, aunque la ausencia de ella en algunos momentos no significa que nuestra existencia no pueda catalogarse como bella.
Si entendemos lo bello infinito como el recuerdo y lo bello finito como el mero goce, tendremos que la belleza está entre el recuerdo y el mero goce temporal de nuestros hechos. Ese lugar es la experiencia, entendida ésta como " circunstancia o acontecimiento vivido por una persona.", que es la definición que da el Diccionario de la Real Academia de la Lengua en su cuarta acepción. Para entender mejor el concepto de experiencia en este contexto, es necesario ahondar un poco más en lo sublime y lo placentero.
Como ya he señalado lo sublime es lo infinito, el recuerdo, es el estado de nuestra vida guiada en lo vivido, en el pasado que revivimos una y otra vez y nos esforzamos en que permanezca. Al otro lado está lo finito, lo placentero, el goce, el estado de nuestra existencia que nos lleva por un camino completamente hedonista, una vida centrada únicamente en el corto plazo, en el momento, el instante, en el presente tirano que no el ahora fecundo. Sin embargo, debemos recordar que la alegría, la belleza, se encuentra entre el camino de ambas, es decir, entre lo infinito y lo finito, el recuerdo y el goce. Y ese camino, ese lugar es la experiencia.
La experiencia es un estado vital que no vive supeditado ni al recuerdo ni al goce, pues se nutre de ambos. La experiencia es en parte recuerdo, porque una vez vivida, nos produce emociones, tanto positivas como negativas, no por el mero hecho de recordarla, sino por haberla experimentado. Por tanto, la experiencia nos motiva a seguir acumulando más experiencias, es pro-activa, mientras que el recuerdo es pasivo, nos instala en la quietud del pensamiento. La experiencia es en parte goce, pero un goce que va más allá del ya, pues los sentimientos y emociones que produce en el instante que la vivimos desaparecen pero se proyectan al futuro, todo lo contrario al mero goce, cuyos estados sentimentales y emocionales mueren una vez hemos vivido el acontecimiento.
Para convertir nuestra vida en algo bello, es decir, en algo feliz, es necesario que la llenemos de experiencias, no de recuerdos o goces. La experiencia es lo único que nos está permitido atesorar y acumular, es lo único que podemos transportar sin aportar peso a nuestra marcha, pues ni nos ata definitivamente al pasado ni nos vuelve esclavos de un presente ciego. Si quieres ser feliz, recolecta experiencias.
Personalmente, una de las teorías estéticas que más que atrae es la expuesta por el filósofo alemán y discípulo de Hegel, Karl Rosenkranz, recogida es su obra Estética de lo feo (1853). En ella, define la belleza como lo espontáneo y lo libre, mientras que la fealdad es entendida como la falta de natauralidad, de gracia y libertad.
La belleza surge, por lo general, de la contraposición entre la belleza sublime y la belleza placentera. Lo bello sublime tiene como principal rasgo la infinitud, mientras que lo bello placentero es la finitud. La belleza como tal no es ni infinita ni finita, sino que comparte naturaleza con ambos rasgos. Podemos concluir por lo tanto, que lo bello se halla en el camino entre lo infinito y lo finito, sin ser lo uno ni lo otro.
Ello puede servirnos para demostrar que también hay belleza en lo cotidiano de nuestras vidad,tanto a nivel privado como público. Y esta belleza de lo cotidiano no es otra cosa más que la felicidad. Nuestra vida será bella si somos felices, aunque la ausencia de ella en algunos momentos no significa que nuestra existencia no pueda catalogarse como bella.
Si entendemos lo bello infinito como el recuerdo y lo bello finito como el mero goce, tendremos que la belleza está entre el recuerdo y el mero goce temporal de nuestros hechos. Ese lugar es la experiencia, entendida ésta como " circunstancia o acontecimiento vivido por una persona.", que es la definición que da el Diccionario de la Real Academia de la Lengua en su cuarta acepción. Para entender mejor el concepto de experiencia en este contexto, es necesario ahondar un poco más en lo sublime y lo placentero.
Como ya he señalado lo sublime es lo infinito, el recuerdo, es el estado de nuestra vida guiada en lo vivido, en el pasado que revivimos una y otra vez y nos esforzamos en que permanezca. Al otro lado está lo finito, lo placentero, el goce, el estado de nuestra existencia que nos lleva por un camino completamente hedonista, una vida centrada únicamente en el corto plazo, en el momento, el instante, en el presente tirano que no el ahora fecundo. Sin embargo, debemos recordar que la alegría, la belleza, se encuentra entre el camino de ambas, es decir, entre lo infinito y lo finito, el recuerdo y el goce. Y ese camino, ese lugar es la experiencia.
La experiencia es un estado vital que no vive supeditado ni al recuerdo ni al goce, pues se nutre de ambos. La experiencia es en parte recuerdo, porque una vez vivida, nos produce emociones, tanto positivas como negativas, no por el mero hecho de recordarla, sino por haberla experimentado. Por tanto, la experiencia nos motiva a seguir acumulando más experiencias, es pro-activa, mientras que el recuerdo es pasivo, nos instala en la quietud del pensamiento. La experiencia es en parte goce, pero un goce que va más allá del ya, pues los sentimientos y emociones que produce en el instante que la vivimos desaparecen pero se proyectan al futuro, todo lo contrario al mero goce, cuyos estados sentimentales y emocionales mueren una vez hemos vivido el acontecimiento.
Para convertir nuestra vida en algo bello, es decir, en algo feliz, es necesario que la llenemos de experiencias, no de recuerdos o goces. La experiencia es lo único que nos está permitido atesorar y acumular, es lo único que podemos transportar sin aportar peso a nuestra marcha, pues ni nos ata definitivamente al pasado ni nos vuelve esclavos de un presente ciego. Si quieres ser feliz, recolecta experiencias.
septiembre 29, 2012
Posted by Alberto Fernández