Posted by : Alberto Fernández septiembre 11, 2013

Si no inviertes en ti, estás acabado. En el competitivo entorno empresarial, es por todos conocido el mantra de que hay de sacar el máximo rendimiento posible a los recursos disponibles, sobre todo cuando de invertir dinero se trata. Cuando un empresario se decide por una inversión, su mayor objetivo es que el dinero invertido crezca, es decir, invierte  x para obtener x+y.
La mayoría de las grandes empresas tienen claro que el recurso más importante que tienen son sus empleados, y que de la eficiencia y eficacia de estos, dependen los resultados y, por lo tanto, los beneficios de la empresa. Las empresas líderes han sido pioneras  en invertir en novedades que suponen un beneficio en cuanto a rendimiento se refiere.
Pensemos en unos sencillos ejemplos que han supuesto toda una revolución en el mundo empresarial como son el portátil y el teléfono móvil. Ambos han permitido la deslocalización del lugar del trabajo, una mayor presencia del profesional, un incremento de la respuesta a las necesidades del cliente, pero también, más comodidad para el empleado mejorando sus recursos, haciendo más eficaz y eficiente su tiempo de trabajo o suprimiendo limitaciones de comunicación y tareas rutinarias.
Hoy en día las empresas líderes, además de en tecnología, están viendo los beneficios de invertir en sus empleados. Con el paso del tiempo, los empresarios se han dado cuenta que un empleado pleno es un empleado que trabaja mejor y se identifica en mayor grado con los objetivos de la empresa. Al principio, la inversión en los trabajadores se resumía a formación técnica (entendida como aquella orientada a la lógica de negocio que manejaban), sin embargo, en la actualidad, están invirtiendo en el desarrollo de habilidades intra e inter personales.
¿No te lo crees? Te enseñaré algunos ejemplos. En Arboria&Ausonia desarrollaron un curso titulado “Energía y emociones” donde los empleados aprendían hábitos saludables de preparación física, nutrición y relajación así como técnicas de autogestión emocional. El banco Santander ha creado su propio centro formativo llamado Centro Corporativo de Conocimiento y Desarrollo El Solaruco, por el cual han pasado ya más de 60.000 personas. El despacho profesional de abogacía Garrigues creó también su propia escuela con varios programas formativos para sus empleados. Otra entidad financiera, Banesto en este caso, vienen desarrollando desde el año 2008 una estrategia formativa completa para cada uno de los niveles que existen dentro de su estructura organizativa, de esta forma, si un empleado asciende a un mando intermedio, recibirá la formación necesaria para desempeñar sus funciones de manera óptima. Por último, aunque no la última Kimberly Clark, una multinacional norteamericana con presencia en nuestro país, es conocida por sus políticas de inversión en gestión del talento y formación.
Sin embargo, ya no basta con formar, ahora hay que formar y hacerlo de una manera diferenciada y con una clara aportación de valor. Y uno de los campos dentro del desarrollo personal que cumple esas nuevas exigencias es la formación basada en inteligencia emocional y coaching. Los beneficios de estas inversiones van directamente a la persona y al trabajador, pero su retorno se muestra de manera clara en la empresa. Como ya hemos dicho, el empresario no desperdicia su dinero, y la pregunta que puede surgir es qué beneficio obtiene el empresario. Tener empleados plenos, con sus objetivos en la vida claros y motivados hace que la productividad aumente, la creatividad esté más presente, los equipos se relacionen de forma más saludable. El razonamiento es fácil: si mis “herramientas” son personas y tengo personas afiladas y afinadas, mis herramientas funcionarán mucho mejor. Las mejores orquestas sinfónicas del mundo son un claro ejemplo de lo importante que es que cada miembro esté en perfectas condiciones.
La pregunta que yo me planteo ahora es: ¿cuánto tiempo tardaremos en darnos cuenta de que esta inversión es valiosa para toda la sociedad en general?
Mucha gente estará pensando que cuando los ordenadores portátiles y los teléfonos móviles surgieron eran muy caros y la duración era la que era, sin embargo, la inversión en desarrollo personal no tiene duración. Una vez que se pasa por un proceso personal, el cambio que se produce en nosotros es para siempre y nos puede ayudar a vivir de forma más intensa y feliz. La pregunta es ¿cuánto vale nuestra felicidad?
A menudo escucho que vivimos momentos de cambio, que deberíamos empezar a hacer las cosas de forma diferente. Sin embargo, seguimos haciendo lo mismo. Una sociedad es un grupo de individuos, somos tú y yo,  y nuestro vecino, nuestra pareja, nuestro amigo de la infancia o del trabajo, así que si queremos cambiar la sociedad, el cambio debe surgir de nosotros y una de las herramientas que nos pueden apoyar en este cambio es el coaching y, sobre todo, la inteligencia emocional.
Por una vez, adelantémonos al tiempo e invirtamos en nuestro cambio personal y hagamos de esta sociedad un lugar mejor donde vivir y ser feliz.

Este artículo ha sido escrito en colaboración con David Roncero Dominguez.

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